xxvi.

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Solo se vive una vez ¿No?

Rin alguna vez oyó esa frase, y nunca se puso a pensar muy a profundidad al respecto, para él, la vida es aquello que hace justo ahora, sus decisiones, sus acciones y lo que hacía para alcanzar sus objetivos. Si existía el cielo, el infierno, la reencarnación o el vacío infinito, eso era algo por lo cual debía preocuparse cuando estuviera muerto. Por ahora, no le veía sentido a pensar demasiado en lo que venía después y solo seguiría viviendo de la forma en que quería, aunque ésta sea una vida única o solo fuera una de las tantas vidas.

Cuando entraron al auto, Isagi se mantuvo en silencio con las mejillas algo sonrojadas, Rin encendió el auto conduciendo lento para salir del estacionamiento.

—Dime ¿Dónde vives? Te llevaré a casa.

Itoshi mantuvo la vista al frente, sin voltear en dirección a su acompañante, no era tan denso como para no darse cuenta de que Yoichi parecía incómodo.

Aunque habían estado bromeando y jugando con el tema de volver a repetir lo que hicieron aquella noche donde la vida de ambos se entrelazó, no estaba seguro si eran palabras honestas o solo respuestas apresuradas por parte del mayor para no dejarse vencer ante su ironía.

Incluso la vez del museo ambos habían bebido un par de copas aunque fuera algo simple como vino y champán. Justo ahora, no podían echarle la culpa a ningún tipo de sustancias en su organismo.

Eran ellos, totalmente sobrios y en todos sus sentidos. Sus acciones y decisiones a partir de ahora no sería culpa de nadie más que de sí mismos en pleno uso de sus facultades.

Porque ahora mismo, había un destello de pudor, y de vergüenza que no les permitía reaccionar del todo.

Rin era conocido por jamás dar el primer paso, porque nunca tenía real interés en intentarlo.

Aunque estaba empezando a dudar, y a querer romper con esa racha...

Itoshi detuvo el auto por algunos segundos esperando su turno para pagar la tarifa y así poder salir del aparcamiento. Ambos giraron al mismo tiempo, los ojos azules del copiloto parecían los de un ciervo frente a un faro, lucía nervioso y hasta podría decirse que algo asustado, calando así en el frío e inexperto corazón de Rin, quien decidió que no era el momento de dar un paso, le sonrió para intentar tranquilizarlo.

—No te preocupes, te llevaré a casa, podríamos salir la próxima... —Intentó hablar para levantarle el ánimo, abriendo la posibilidad de verse en otra ocasión pero sus palabras se vieron interrumpidas de forma inesperada.

Isagi rompió la poca distancia que los separaba uniendo sus labios con los de Rin, en un beso lento pero necesitado, el menor sintió que el pelinegro lo sujetó de la barbilla para mantenerlo cerca.

El más alto se quedó estático, sin mover los labios de la sorpresa, porque creyó realmente que las cosas quedarían así, en lejanía, dejándolo en su casa para luego irse a la suya, pensando en que tal vez la extraña conexión que tenían no era tan fuerte como aparentaba.

Pero al parecer, Isagi era más lanzado y más valiente de lo que Rin esperaba.

Por un momento Itoshi se separó de sus labios, mirando al de ojos azules frente a él con la respiración pesada y las mejillas sonrosadas, que lo miraba con algo de miedo una vez más, seguramente esperando un rechazo.

Un rechazo que nunca llegó porque el de ojos turquesa le mordió el labio inferior, mirándolo con fiereza, para luego sujetarle por la nuca y acercarlo tanto a su cuerpo como el espacio les permitía.

Sus bocas estaban unidas sin darse tiempo de respirar, intentando sobreponerse al otro para ser quien dominaba, era un beso rudo y salvaje como sus personalidades, con sus egos luchando una contra el otro.

Un golpe en el capo los hizo dar un respingo, Itoshi sintió un dolor agudo en su labio inferior, que fue causado por los dientes del de ojos azules. Sin ser sexy sino más bien doloroso.

—Lo siento, lo siento. Yo no quería... —Yoichi tartamudeo torpemente, antes de mirarlo con un sentimiento en los ojos que el menor no podía interpretar como algo más que excitación. —...Lastimarte.

Un pequeño hilo de sangre corría por su labio, así que Rin lo limpió con su muñeca intentando transmitir todos los sentimientos posibles con solo una mirada penetrante.

Luego de limpiarse la sangre, Itoshi apartó la vista, abrió la ventana, y pagó la tarifa, antes de volver a verlo con la misma intensidad directo a los ojos.

—Iremos a casa. —Rin lo dijo con seriedad, con la voz baja y algo ronca, volvió la mirada al camino arrancando el auto.

—De acuerdo. —respondió Isagi, abrochando su cinturón. Aunque no era una pregunta, era un hecho, le alegraba al menos un poco saber que no estaba en contra de su decisión.

Monocromático. |RinSagi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora