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—Así que, recuerdas lo que pasó. Estabas ebrio, creí que solo sería como una foto desenfocada en tu memoria. Una mancha sin sentido, ni forma. —Rin respondió, y dependiendo de la respuesta, tal vez la conversación podría o no alargarse.

A Rin le molestaban las personas que no luchaban por lo que querían o aquellos que se mostraban avergonzados, sobretodo cuando profesaban quererlo. Podría decirse que esa era una de las razones por las cuales rechazó a muchas de las chicas que se le confesaron en la secundaria y preparatoria, cuando algunas dejaban cartas en su casillero en modo de secreto, él tiraba los papeles, y cuando se le confesaban sonrojadas y temblorosas, simplemente declinaba sus ofrecimientos para salir. No importaba que tan insistentes fueran, era molesto ver la vergüenza en sus rostros, la forma en que sus manos temblaban y sus ojos se cerraban.

Rechazó todas y cada una de las declaraciones que recibió de las chicas. Incluso la de algunos chicos que de igual forma se mostraban tímidos y temblorosos.

A Rin le molestaba eso en gran medida.

—Te alegrará escuchar que eres una figura inolvidable. —El chico lucía firme, y sin vergüenza, lo cual le agradó porque era algo que no se esperaba.

—No, yo no soy inolvidable. —respondió sujetando entre sus dedos la cámara, ajustando el enfoque del lente. En un movimiento rápido fotografió al chico de bonitos ojos azules, sonriendo de costado al ver el resultado. Con la mente clara, los ojos de Rin podían estar en completa armonía con su instinto, así que no le sorprendió para nada lo bien que quedó la fotografía sorpresiva que acaba de tomar.—¿De qué sirve recordar el rostro de una persona que a la larga todos olvidarán? ¿No es mejor que recuerden lo que hice? Así como estos artistas, no recordamos su rostro pero sí su trabajo, lo que hicieron, su arte.

Una sonrisa pequeña se extendió por los labios de Rin, antes de levantar la vista y dándose cuenta de que el chico de ojos azules lo miraba con sorpresa y admiración. El más alto terminó con sus palabras:

—Quiero que recuerden mis fotografías, mi arte.

—Creo que te amo. —respondió el más bajo. Una risa divertida escapándose del Itoshi.

—Y yo creo que eres un idiota, pero aún así ¿Cómo te llamas? —comentó el de ojos turquesa, mostrándole la pantalla de su cámara al chico frente a él, que se le hacía particularmente lindo por el montón de gestos que hacía. —Soy Itoshi Rin, aunque seguramente ya lo sabes.

Monocromático. |RinSagi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora