Rin podía escuchar su corazón bombeando en sus oídos, siendo consciente de todo lo que sucedía en el ascensor y a la vez sin saber nada.
Estaba seguro del ligero temblor en su pie debido a la ansiedad del momento, y estaba seguro que Isagi estaba incluso más nervioso que él, respirando de forma tan silenciosa que parecía tener ganas de desaparecer, su cuerpo estaba estático, más parecido a un cadáver frío que al chico de piel cálida que le había dado uno de los mejores besos que Rin había recibido nunca.
Sin importar lo que las malas lenguas o lo que su apariencia y actitud daban a entender, Rin no era esa clase de chico.
Él no solía besarse con el primer desconocido o desconocida que le atraía. Las personas que Rin había besado en su vida podían contarse con sus manos, con las dos, eso es seguro, pero seguramente eran muchas menos que las personas que la cucaracha o tal vez Aryu (los lunáticos más coquetos y sexuales que conocía) habían besado antes de los dieciséis.
El de ojos turquesa ya lo había dicho antes perdía el interés con rapidez, debido a la personalidad, a la apariencia o a la forma de besar de la otra persona, sin importarle si sonaba como alguien banal al decirlo. Prefería alejarse antes de dar falsas esperanzas, porque no era la clase de persona que daba amor a montones, era alguien seco y escueto, una persona agria que apenas sabía lo mínimo del romance.
Nunca había tenido pareja, limitándose a encuentros casuales que rara vez alcanzaban más allá de una tercera ocasión, sin llegar jamás a ser algo serio.
Rin era un escéptico que no creía en los encuentros destinados, en las almas gemelas ni mucho menos en el destino, aunque le gustaba burlarse del mismo.
Irónico, tomando en cuenta que sí creía en la suerte.
Y tal vez...
—¿Duele? —La voz de Isagi llamó su atención, y aunque iba a negar, para mantenerlo tranquilo, se dió cuenta de la oportunidad perfecta que tenía frente a él para molestarle.
—Me has hecho cosas peores. —respondió el de ojos turquesa, indiferente y sin apenas dirigirle una mirada.
Rin esperó con paciencia, disfrutando el silencio después de sus palabras, pasaron un par de segundos, antes de escuchar una exhalación de sorpresa y sentir un par de ojos azules taladrando su nuca.
—Ah- Espera ¿Cómo dijiste?
—Me has hecho cosas peores. —La respuesta es lenta, cada palabra pronunciada con una pausa casi exagerada y una sonrisa con los labios hinchados de Rin que demuestra toda la intención que tiene de burlarse de Isagi. —Te gusta morder y dejar marcas. Dime ¿Es algo común? ¿O un fetiche oculto que solo sucede cuando tu juicio está nublado por el alcohol?
Rin se acercó, lo bastante cerca como para dejar a Isagi acorralado contra la pared lateral del ascensor, una mano sobre su cabeza y la rodilla junto a su cadera, ambos pueden verse a sí mismos reflejados en el espejo que abarca toda la pared contraria a la puerta.
Itoshi sonríe con malicia. Divirtiéndose al molestarle, porque estaba acostumbrado a ser así...
Imponente, abrasador y dominante.
Alguna vez lo habían llamado un titiritero porque mantenía las cuerdas las demás personas entre sus dedos y los manipulaba a su gusto, pero no, Rin no se consideraba de esa forma.
Si tuviera que opinar de sí mismo, diría que era un ajedrecista cuyo juego estaba inclinado a su favor, a solo un movimiento de conseguir el jaque final.
Rin tenía las piezas a su merced, retrasando la movida final por el simple placer de saborear la obvia derrota de su contrincante pero sin dejar de mantenerse alerta y con los sentidos enfocados en el juego, porque sabía que habían movimientos bajo la voluntad de su adversario que no podía controlar.
La mayor parte del tiempo, las personas se rendían, bajando la cabeza y aceptando la inevitable derrota.
Pero habían personas que...
—Depende de tí. Si eso te gusta o no. —Isagi sujetó las mejillas de Rin con sus manos, acercándolo incluso más que antes, la fuerza de su agarre no era doloroso pero sí imponente, con la suficiente fuerza para hacerle difícil su escape. —Soy bastante complaciente pero no prometo cumplir todas las promesas que te haga.
Y Rin sonrió, porque había personas que hacían hasta lo imposible para voltear el juego a su favor y si no podían, tiraban el tablero para así destruir el juego.
Habían personas que no se rendían y aunque tuvieran todas las posibilidades en contra no tenían miedo a seguir jugando.
Jugando hasta ganar.
Isagi parecía ser esa clase de persona.
Importa una mierda si fue el destino, la suerte, o el alcohol aquello que lo interpuso en su camino...
Ahora Rin tenía un nuevo compañero de juegos.
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Monocromático. |RinSagi|
Fanfiction[Short-fic] Cuando un fotógrafo encuentra el ángulo perfecto, debe capturar la belleza del momento antes de que acabe para nunca volver. O donde Rin consigue los ángulos perfectos en Isagi. [Artist! Isagi x Photograhp! Rin] [Rin Itoshi x Isagi Yoich...