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Esparce los pequeños recuadros sobre su cama. Uno tras otros, algunos superpuestos entre sí, sin orden, sin razón, sin sentido pero rebosantes de sentimientos.

Es un collage, sin serlo del todo, ya que realmente solo son un montón de imágenes esparcidas en una cama.

Pasó las manos por su cabello con algo de frustración, sin poder evitar el sonido que escapó de su garganta, un gruñido mezclado con una maldición.

La copa de vino que tenía en sus manos fue arrojada con fuerza contra la pared, estallando y esparciendo miles de trozos de vidrio en su suelo. Y al darse cuenta de lo que hizo, solo pudo maldecir una vez más por el maldito desastre que causó al no poder controlar su enojo y frustración.

Respiró profundamente, acercándose para empezar a recoger los trozos en el suelo, y como si aquella noche estuviera sumida en desgracias, no le sorprendió el hecho de causarse un corte con uno de los afilados fragmentos.

Levantó la mano, y lo observó, una gota carmesí rodando por su dedo, algo colorido entre la monótona habitación a blanco y negro.

Sus ojos se desviaron a las fotografías una vez más, viendo cómo en todas ellas había una ausencia clara de color, excepto por una cosa.

Pues en una monocromática habitación, los únicos toques de color existentes eran totalmente diferentes al igual que los sentimientos que transmitían.

Rin lo observa, lo analiza y lo estudia, en su interior todo tiembla, mientras hierve de rabia, sintiendo el dolor rojo de la sangre y rememorando el azul de sus ojos en la fotografía. Un tono de azul que no puede borrar de su memoria.

Y es que, no hay nada peor para un fotógrafo que encontrar el ángulo perfecto y perder la oportunidad de capturar la imágen.

Monocromático. |RinSagi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora