— Señorita Salerno, ¿comprende la gravedad de los cargos que se le imputan? – me pregunta nuevamente el agente, con una voz rasposa. Da vueltas a mi alrededor, pasándose las manos por el rostro, su expresión refleja frustración ante mi silencio. – Le repetiré los cargos, suponiendo que no me ha escuchado – se detiene justo detrás de mí. Creo que puedo escuchar cómo se frota las manos con nerviosismo. – Puede enfrentar cargos por diez homicidios, tráfico de drogas y porte ilegal de armamento de guerra – hace una pausa dramática antes de continuar. – Con todo esto, podría pasar una temporada muy extensa con nosotros. Si yo fuera usted, comenzaría a cooperar.
Ya no lo soporto. Me encuentro en una horrible sala de paredes desgastadas, iluminada solamente por un pequeño foco sobre mi cabeza. Los muros tienen moho, evidenciando la poca ventilación del lugar, y el calor sofocante me tiene sudando hasta el culo. Estoy sentada en una vieja silla de metal anclada al suelo, con las manos esposadas a la mesa frente a mí. Puedo sentir el frío acero de las esposas incrustándose en mis muñecas cada vez que me muevo o intento acomodarme para evitar el malestar. ¡Mierda! Ya quiero irme de aquí. He escuchado todo lo que dice este idiota desde hace horas y no tiene ninguna evidencia en mi contra. Solo veo su desesperación por meter a un pez gordo tras las rejas y subir unos cuantos escalones en su patética carrera.
¿acaso cree que soy una principiante?
Aunque me declarara culpable no llegaría a pisar la cárcel con toda la gente que tengo comprada en este país.
Mi abogada irrumpe en la habitación y comienza a hacer su trabajo al fin.
— Sasha Maglioni - comenta mi abogada haciendo una rápida presentación. - Es un gusto verlo nuevamente, agente Reynolds - dice con ironía. - ¿Podría mostrarme las pruebas de todo lo que acusa a mi cliente? – El hombre la observa y comienza a reír, otro síntoma que demuestra lo nervioso que está. – ¿Sufre algún trastorno mental del que deba preocuparme? – pregunta Sasha, sacándome una leve sonrisa por su comentario. Es una fiera a la hora de hacer su trabajo. - Mi cliente lleva horas aquí y lo único que hace usted es especular y reírse como un demente. Entiende que si no tiene pruebas contra ella, no la puede retener, ¿verdad? Además, está el hecho de que la detuvieron ilegalmente; ella se encontraba en una cafetería sin cometer delito alguno.
El detective poso su mirada en mí y trate de disimular mi sonrisa, eso hizo que se cabreara aún más. Sasha continuo con su ataque.
— Puedo poner una demanda contra usted por el maltrato que ha recibido mi cliente, sin mencionar todas las acusaciones injustificadas en su contra. Las sospechas no son suficientes para detener a una persona, agente Reynolds. Debería saberlo, es algo que se aprende en el primer año de academia.
— Oh, usted sabe muy bien todo lo que ha hecho su cliente y yo no voy a descansar hasta verla pudrirse en prisión – dijo el tipo apuntándome con el dedo. Me odia desde el día en que me crucé en su asqueroso camino. – Y si quiere pruebas, tengo aquí todo su expediente. Y sí, claro, ella estaba tomando un café, pero con uno de los criminales más buscados del país.
El hombre lanzó una gran carpeta a las manos de mi abogada. Ella comenzó a revisar las hojas una por una con el ceño fruncido, meneando la cabeza insistentemente. Sabía muy bien que no había nada incriminatorio en ese montón de papeles; soy muy meticulosa a la hora de hacer mi trabajo y, además de unos simples rumores, no hay prueba alguna de mis delitos. Perdón, supuestos delitos.
— Esto es un circo, agente. ¿Acaso revisó todo esto realmente? – Mi abogada lanzó la pila de papeles al otro extremo de la mesa, pero su puntería no era tan buena como la de Reynolds y la carpeta cayó al suelo, esparciendo todos los documentos por el piso. – Lo único que esto puede demostrar es que mi cliente fue detenida con un arma en su poder que estaba debidamente inscrita y una cantidad menor de cocaína en su cartera en el año 2007. Y con respecto a la demás información, los errores que sus padres cometieron no debe pagarlos ella; es más, ni siquiera deberían estar en su expediente "criminal" – comentó, enfatizando las comillas con sus dedos. El agente me miró nuevamente y le hice un puchero para molestarlo. Me tenía cabreada; llevaba años persiguiéndome, dándome más de un dolor de cabeza. – Y ella no estaba en conocimiento del expediente criminal de su acompañante, así que ese no es motivo para retenerla
— ¿Te resulta gracioso acabar con la vida de la gente? – me pregunta el agente molesto, ignorando completamente a mi abogada. Lo miré fijamente, ladeando mi cabeza. Este se lanzó contra mí, sosteniéndome por el cuello de la chaqueta. – ¿Sabes cuántas vidas has arruinado con la mierda que vendes? Eres una escoria y no voy a descansar hasta tenerte tras las rejas.
— Suelte a mi cliente inmediatamente, esto es un abuso de autoridad. ¿Acaso perdió la razón? – grita mi abogada con los ojos abiertos de par en par mientras intenta alejarlo de mí.
— Eso ya lo veremos – le dije, sosteniendo su mirada. – ¿Cómo puede dormir tranquilo después de tratar tan mal a una mujer inocente? De verdad espero que no trate de la misma forma a su esposa e hijas – levanté una de mis cejas al nombrar a su familia, sabía que entendería el mensaje.
— ¿Me estás amenazando? – preguntó, su cara se volvió roja de ira. – No te atrevas a meterte con mi familia – me dio una bofetada que me hizo ladear la cabeza, el sabor de la sangre inundó mi boca.
— Oh no, ¿cómo crees? Yo sería incapaz de algo así – fingí inocencia mientras lamía la sangre de mi labio y escupía otro poco al piso. – Solo deberías aprender a tratar mejor a las mujeres. Me parece que tienes problemas para controlar tu ira. Además, mi abuelita decía que las cosas se solucionan conversando y si tú me ayudas, yo te ayudo. Es muy sencillo. Incluso podría olvidar el golpe que me acabas de dar. Tómalo como una cortesía de mi parte.
— ¿Cómo podría ayudarme una asesina y narcotraficante como tú? – me soltó, sentándose frente a mí y limpiándose las manos en la ropa como si estuvieran sucias por haberme tocado. – Ah sí, ya sé cómo: yendo a prisión
— Vaya, esos son muchos apodos - dije rodando los ojos. - Podría darte algo que necesitas y que te ayudaría a subir de nivel en esta miserable vida de policía que tienes – el agente me miró, negando con la cabeza divertido. - Como por ejemplo al líder de la mafia francesa – el hombre detuvo sus movimientos y me prestó más atención. – Sé que lo buscan desde hace años y yo podría saber su paradero.
— ¿Está demente, verdad? – preguntó, mirando a mi abogada fijamente mientras me apuntaba con el dedo. – Nadie sabe dónde se encuentra, jamás se le ha visto. Además, el saber su paradero te incrimina, confirmando que tienes algún tipo de relación con él.
— Yo sé dónde estará mañana por la noche y no es un fantasma. Tiene la peor seguridad y si ustedes no logran encontrarlo es porque sus agentes son deficientes o tienen gente infiltrada aquí. Y con respecto a su afirmación, yo no lo conozco, solo sé dónde estará. Digamos que un pajarito me contó.
— ¿Qué quieres a cambio? – preguntó curioso mientras acomodaba su barata camisa dentro de los pantalones. – Una basura como tú no haría esto por el bien de la comunidad.
— Quiero una nueva identidad y que retiren los cargos en mi contra – me acomodé en la silla y cuadré los hombros. Era hora de hacer negocios.
— Qué gracioso – se comenzó a reír de manera sarcástica, pero al ver mi expresión guardó silencio. - Te diré algo, si la información que nos entregas es verídica, te daré todo lo que quieras.
— Eso fue rápido – comenté divertida, observando a mi abogada. - Pero las cosas no funcionan de esa manera. Antes debes darme lo que necesito y luego te daré la información que quieres. Necesito estar lejos para que no me vinculen con nada – este me miró y guardó silencio, pensando meticulosamente lo que diría a continuación. – Si te digo todo lo que necesitas estando en este país, me matarán en cuestión de horas y si algo me pasa, tú pagarás las consecuencias o quizás tu familia.
— Esto es un chiste - comentó negando con la cabeza. - Haré unas llamadas, pero no hay ninguna posibilidad de que esto termine de otra forma que no sea contigo en prisión, Salerno.
— Anda, no seas rencoroso, Reynolds. Deja el pasado atrás y ayuda a una vieja amiga - El agente me miró con el ceño fruncido y se levantó de la silla. - Llama al jefe, sabes que me dará lo que quiero.
— Me contactaré con tu abogada cuando tenga una respuesta – se levantó y me quitó las esposas. – Quiero que algo te quede claro: si el trato se concreta, seguiré observándote muy de cerca, Salerno. Las malas hierbas nunca mueren – Reynolds se dio media vuelta para salir del lugar. – Si me estás engañando, me las vas a pagar - gritó antes de abandonar la sala.
— ¿Quién te enseñó a ser atemorizante? ¿Tu abuela? - grité divertida mientras me acariciaba las muñecas doloridas. - Vámonos de aquí, Sasha - mi abogada asintió y nos retiramos del lugar rápidamente. - Ya verás que todo saldrá perfecto.
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FRAGMENTADA
Romance¿Sabes lo que se siente el no tener a nadie en quien confiar? Fiorella Salerno ha tenido que vivir con ese sentimiento desde pequeña, rodeada de sufrimiento, desamor y traición por parte de todos los que alguna vez considero su familia, convirtiéndo...