Las calles de Valencia estaban despejadas a esta hora para mi buena suerte y no me tarde más de veinte minutos en llegar a lo que alguna vez fue mi lugar de trabajo.
Ahora que lo pensaba mejor no sabía nada acerca de la vida de Eider, con quien se relaciona, cuáles son sus trabajadores o que hace cuando no está conmigo, estuve demasiado ocupada en mis asuntos y descuidé mi alrededor. No saber este tipo de cosas para una mujer controladora como yo no era posible, no estaba haciendo bien las cosas, aunque la confianza era parte importante de una buena relación, esa palabra no estaba en mi vocabulario lastimosamente. Ya era momento de introducirme un poco más en la vida de Eider tanto como él se había inmiscuido en la mía.
Entre en la empresa sin siquiera tomarme el tiempo de pasar por el mostrador y anunciar mi llegada, me sabia los códigos de acceso a todas partes desde la última vez que estuve aquí y para mi suerte eran los mismos. Mierda Eider tu seguridad informática aquí es una basura, tendremos que hablar sobre ello en otro momento, para que hablar sobre los guardias que me contrato, me dejaron pasar sin decir ni una palabra al verme, es que yo entrenaba a los mejores y sabían que a mí no se me impide el paso.
Llegue al ascensor en cuestión de segundos y las manos ya empezaban a sudarme, todo tipo de escenas pasaban por mi mente y en algunas terminaba usando el arma que llevaba en la cartera y arrancando por las escaleras de incendio. Cuando las puertas del ascensor se abrieron me obligue a mí misma calmarme antes de continuar, el piso en el que alguna vez trabaje estaba hecho un lio con gente corriendo de arriba abajo y no entendía que mierda estaba pasando, subí por las escaleras llegando al largo pasillo en donde estaban las oficinas de Eider y Dimitri y a diferencia del piso de abajo aquí todo estaba en silencio. Camine hasta la puerta de Eider y me pregunte si debía tocar antes de entrar, pero la duda se fue al carajo en cuanto recordé ciertas cosas que me ocurrieron en el pasado.
Al abrir la puerta los recuerdos de cuando estuve aquí llegaron rápidamente, todo estaba igual que antes con la única diferencia de que no conocía a la mujer que estaba sentada frente a Eider riéndose coquetamente, mi reloj mental saco la cuenta y me daba a entender que llevan aproximadamente veinticinco minutos conversando, demasiado tiempo para una simple conversación de negocios diría yo.
- ¿Qué haces aquí? - pregunta Eider confundido de verme, mirando de reojo a la mujer que está sentada frente a el
- Esa no es la bienvenida que esperaba – dije entrando en la oficina cerrando la puerta a mi espalda, mi mirada se centró en la mujer frente a mí que se levantó enderezando la espalda y sonriendo como si se alegrara de algo. No perra conmigo no - ¿y tú eres? - pregunte acercándome a ella
- Aguarda un segundo, no es lo que crees – dijo Eider interponiéndose en mi camino hasta ella – es mi asistente, estamos organizando un viaje de negocios es todo
- ¿Qué es lo que creo según tu Eider? - pregunte cada vez más molesta – No me digas ¿viaje de negocios? Recuerdo muy bien esos viajes – comente recordando lo que ocurría cada vez que teníamos esos viajes
- Soy Loretta García la asistente personal de Eider – dijo está ofreciéndome su mano, pero no me engañaba con su falso tono amigable, esta es del clan Eva estoy segura, y además esa estúpida sonrisa no llegaba a sus ojos - ¿y tú quién eres? - pregunto con un tono meloso, mientras se acomodaba el pelo a un lado
- Señorita García vuelva a su oficina por favor – dijo Eider en un tono autoritario mientras yo observaba todo, como ella le sonreía y como él la ignoraba para mirarme con furia en los ojos. Cuando la chica salió este comenzó a hablar – No sé qué haces aquí - apunto la puerta y luego a él y viceversa – pero aquí no está pasando lo que estoy seguro que estás pensando
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FRAGMENTADA
Romance¿Sabes lo que se siente el no tener a nadie en quien confiar? Fiorella Salerno ha tenido que vivir con ese sentimiento desde pequeña, rodeada de sufrimiento, desamor y traición por parte de todos los que alguna vez considero su familia, convirtiéndo...