Capítulo 8

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Han pasado tres semanas desde el viaje a Brasil y las cosas volvieron a una extraña normalidad, Eider me ha estado evitando desde hace un tiempo y no es que me moleste, en realidad ha hecho mis jornadas mucho más llevaderas, pero me parecía extraño que ya no me tratara con la punta del zapato y para ser más específicos ya no me trataba de ninguna forma era como si no existiera para él.

La alarma sonó indicando que ya no hay más chances de quedarse en la cama, me levanto a regañadientes y miro por la ventana el día esta hermoso el cielo azul y despejado totalmente con un radiante sol.

Gracias al nuevo código de vestimenta implementado por Eider para joderme (estaba segura de eso) debo tener cuidado en el tipo de ropa que visto en el trabajo, así que opto por un traje de pantalón blanco a la cintura, un top negro de encaje, tacones, maquillaje ligero y mi pelo en un moño bajo, me observe en el espejo no era el estilo más impresionante que tenía, pero cumplía con lo requerido.

Baje hasta la cocina para desayunar, hoy no tenía ánimos de nada solo quería dormir todo el día si fuera posible.

- Buenos días - dije entrando en la cocina Katrina y Dante se giraron para mirarme, estaban sentados en los taburetes cuchicheando mientras desayunaban - ¿Qué tanto cacarean? - pregunté curiosa

- Buenos días querida - contesto Katrina - bueno, estábamos hablando sobre ti. La verdad es que no nos has contado cómo va el tema de la inseminación y nosotros ya queremos ser abuelos.

- Oye espera un segundo, yo no soy ningún abuelo - dijo Dante molesto - yo seré el tío papasito que lo llevara al club.

- Ah era eso - respondí sin importancia - ¿podrías prepárame un chocolate caliente? Mi queridísima Katrina - dije abrazándola por la espalda.

- Enseguida cariño, pero este cariñoso abrazo no te salvara del interrogatorio - me dio unos golpecitos en la mano y comenzó a preparar mi desayuno - así que empieza a hablar.

- Está bien pero no hay nada nuevo que contar - me senté en el taburete - Tengo cita para la próxima semana, el doctor se comunicó conmigo y los exámenes que me realizaron salieron todos bien, mis ciclos ya fueron regularizados con las pastillas que me dio y solo queda esperar para comenzar con la estimulación de óvulos.

- Es excelente queda muy poquito - dijo Katrina entregándome el chocolate - ¿y que te gustaría que fuera?

- Bueno estaría feliz con un niño - dije sin titubear - las mujeres solo sufrimos en este mundo.

- Bueno, la verdad amaras a tu hija o hijo con todo el corazón - comento Katrina ignorando mi último comentario mientras me tomaba de la mano gesto que hace cada vez que quiere mi entera atención - Si tienes una niña será amada y cuidada en todo sentido como debieron hacerlo contigo.

Luego de la charla con Katrina me fui al trabajo recordando que había planes en marcha importantes para mí, no podía creer que en poco tiempo podría tener a mi hijo en brazos, eso me motivaba a seguir adelante y entregarle la mejor vida posible.

Absorta en mis pensamientos no me di cuenta de lo rápido que llegue a mi destino y una extraña sensación de ahogo me desbordo, la rutina no era para mí y nunca podría decirlo en voz alta, pero en ocasiones extraño mi "organización", al parecer soy adicta a la adrenalina que conlleva el vivir en peligro constante, aunque estaba totalmente descartado el volver a esa vida si planeaba tener un hijo en el futuro cercano.

Entre al edificio saludando a Tomás como siempre lo hacía, caminé en dirección al ascensor para ir hasta mi oficina, pero fui detenida por Beatriz que me llamaba desde la entrada. Al principio no logre reconocerla, su ropa estaba toda arrugada, su pelo fuera de lugar y unas grandes ojeras surcaban su rostro.

FRAGMENTADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora