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Hyunjin recordaba mucho de su infancia, la mayoría de las cosas no muy buenas.

Recordaba haber matado alguna vez un animal, tal vez otra ocasión más pero su mente se negaba a reconocerlo. Para él, no era por mero gusto, sino porque la situación lo requería a su favor, como aquel bonito pez beta, era un obstáculo en su deseo de tener un perro, o aquella ardilla, que le habría costado más trabajo soltar su cola atorada arriesgándose a ser mordido. Si alguno no se hubiese interpuesto en su camino, habrían seguido sus vidas monótonas, limitadas, que hasta el momento de cruzarse eran tan irrelevantes que desconocía de su existencia, pero el problema fue que cayeron en sus manos, de entre todas las millones de personas.

Hyunjin recordaba mucho de su infancia, la mayoría de las cosas no muy buenas.

Había poco en su mente sobre su madre, murió cuando él era muy joven y su desarrollo cayó en su padre, quien solía decirle que la mujer lo amaba mucho. No podía quejarse, creció bien con él y nada le faltó, disfrutó muchas cosas y procuraba estar siempre presente para que no se sienta sólo. Hubo una cosa que los unió permitiendo ese tiempo padre e hijo, la caza, tal vez otra cosa más pero su mente se negaba a reconocerlo pues lo vital para él fue eso. Había una sensación extraña cuando podía apuntar con el arma hacia algún conejo y tras decidir si disparar o no, matarlo, había poder en la decisión, en la sonrisa cuando lo dejaba ir o la satisfacción cuando tomaba al animal muerto de las orejas para gritarle a su padre un orgulloso "¡Lo tengo!", le gustaba enorgullecer a su padre, porque solo se tenían uno al otro, porque lo amaba de forma incondicional y porque siempre procuraba preguntarle por su día sin importar lo cansado que estaba.

Hyunjin recordaba mucho de su infancia, la mayoría de las cosas no muy buenas. Tal vez otras cosas más pero su mente se negaba a reconocerlo, porque el hombre que lo crió ahora conducía la patrulla donde él iba esposado.

Aquella caótica noche su padre los escoltó hasta el pueblo donde cerca de la estatua ya estaba la gente reunida sin entender nada, ¿Por qué de pronto todo era tan agitado? ¿Qué había dejado así a la reportera Minji? ¿Qué fue lo que siguió el policía Hwang? Entonces, cuando los vieron regresar, esposados y al policía con la cara más triste que habían visto alguna vez, lo entendieron como si las palabras no fueran necesarias, pero nadie se atrevió a decir o hacer nada mientras eran dirigidos hasta la estación, dónde los encerraron en una habitación que usualmente ocupaba algún cargo menor o cualquier adulto lo suficientemente ebrio para llegar a casa.

Jeongin se sentía herido, casi traicionado pues Hyunjin no se atrevió a hacer algún plan, entre ambos pudieron idear cualquier cosa para encargarse del oficial y huir como era la idea, pero su novio no atacaría a su padre, era su prioridad, y se sentía desplazado, de modo que pasaron todo un día encerrados en total silencio mientras el pueblo se debatía en qué hacer con ellos. Algunos pocos sugirieron llevarlos hasta la ciudad y que el peso de la ley fuera lo más fuerte posible, pero esa idea se descartó rápidamente por el resto de las personas que decían en la ciudad no harían nada y que debía ser un asunto de ellos. Otros tantos sugirieron entonces, que dejarlos sufrir en una celda el resto de sus vidas sería lo mejor, pero también fue una idea desechada cuando la sed de sangre empezó a circular entre los ciudadanos como las venas de una sola persona en busca de venganza.

El oficial Hwang permanecía en silencio, uno que en su existencia bastaba para saber que él no pensaba oponerse a lo que digan, ni siquiera porque se usaba el nombre de su hijo en las ideas más sádicas que el pueblo unido hubiese tenido.

Hyunjin, desde su lugar, veía al suelo sin entender en qué momento ocurrió todo eso, cuándo fue que llegaron a ese punto. Recordaba haber visto a Jeongin la primera vez, y luego todo se salió de control.

ANIMAL¹ ❀ HyunIn [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora