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Cuando Jeongin era un niño solía ser bastante feliz. Su pueblo era pequeño, incluso más que donde se encontraba ahora con Hyunjin. Pero todo cambió luego de que una fuerte gripe afectara a todos.

La gente enfermaba y las cosas empeoraron luego de que el médico del lugar muriera por lo mismo, fue cuestión de tiempo para que la gente empezara a irse y otros cuantos, los que deseaban quedarse porque era su hogar, empezaran a morir. No había los recursos suficientes para vivir de forma digna y solo los que tenían dinero se podían ir, no era el caso de Jeongin y su familia. Su padre se había ido a buscar comida en el bosque pero hacía una semana que no regresó, cansada de la situación y con solo lo necesario, la madre del chico tomó la mano de su hijo, unas cuantas prendas y salieron con la idea de encontrar algún pueblo cercano o irse directamente a la ciudad pues aunque las cosas fueran difíciles empezando de cero como madre soltera siempre era mejor que quedarse a morir de hambre.

— ¡Estoy cansado! —gritó el niño de nueve años mientras se sentaba en una rabieta. Habían caminado por dos horas seguidas luego de detenerse a descansar en un árbol.

— Por favor, bebé, sé que te cansa pero ya no puedo cargarte, llevamos un día entero, mis pies me matan también.

La mujer estaba frustrada, llevaban tres días sin alimento, solo bebiendo la poca agua de la llave que alcanzaron a rellenar en una botella antes de salir.

— ¡Tengo hambre!

— Jeongin, sabes que no teng-

— ¡Quiero mi cama!

— Jeongin...

— ¡Quiero a papá!

— ¡Tu padre está muerto! Maldita sea, ¡Deja de joder!

Los ojos del menor se llenaron rápidamente de lágrimas y el llanto no tardó en hacerse esperar. La mujer resopló aún más cansada de la situación y terminó caminando junto al niño a quien casi arrastraba del brazo pues ahora, aunque caminaba, iba bastante ensimismado en llorar. Sabía de antemano que no había sido bueno decir eso, ella amaba mucho a su hijo pero estaba tan al borde de la desesperación que ni sabía cómo manejar la situación.

Dos días después las cosas no mejoraron, a donde iban solo habían más árboles y la mujer sentía que enloquecería en cualquier momento, era como un laberinto del que no podían salir y su frustración estaba sobrepasando sus límites.

— Mami, tengo sed.

Murmuró el niño quien tomó asiento en la tierra antes de que su madre se agachara, sacó de la mochila la botella con agua viendo lo exageradamente poco que quedaba, así que decidió esbozar su mejor sonrisa antes de entregársela al niño.

— Toma, puedes tomar el último trago, pronto encontraremos más, lo sé.

Su hijo terminó por asentir mientras abría la botella para terminarse el agua que si bien, no sació su sed, ayudó a hacer más ameno su sentir.

— ¿Nos falta mucho, mamá?

— No lo sé, bebé, pero creo que estamos cerca. Puedes verlo como la búsqueda del tesoro.

— ¿¡Tesoro?!

— Sí, si encontramos comida y agua ganaremos muchas riquezas...

— ¡Encontraré el tesoro!

Y sin decir más el pequeño ahora cargado de energía empezó a buscar en los alrededores algo de agua mientras la mujer tomaba asiento apoyando su espalda contra un árbol, se sentía cansada, no había bebido agua desde hacía horas con tal de no quedarse sin ella para su hijo, se sentía tan débil, su cabeza daba vueltas y juraría ver muchas sombras pasar rápidamente por todo el lugar, sentía su corazón latir tan rápido como el palpitar de su cabeza con bastante dolor. Miró hacia todos lados en espera de encontrar a su hijo pues se sentía tan desorientada que no quería perderlo pero todo era tan confuso que acabó soltando un ahogado quejido de dolor antes de caer al suelo, su cuerpo temblaba con fuerza y no tenía control de eso.

ANIMAL¹ ❀ HyunIn [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora