Acoplo
El viaje resulto dentro de lo que cabe entretenido, si no fuera por que dos de los alumnos estaban con las caras de perros rabiosos. No había más que hacer con ese par, al menos se mantenían atentos y no causaron problemas como Taiyou y Nanobana, quienes casi hacían perder la cordura a los docentes.
Cinco horas, eternas horas para Tsurugi, quien ya se imaginaba los cientos de escenarios en los cuales su hermano se encontraría con aquel doctor de cuarta, al cual comenzaban a sentirse celoso por que estuviera rondándole a su hermano tan descaradamente después de estarse insinuando a él ¿tan rápido lo dejo de lado por su hermano? ¿Y si Yuuichi era su primer blanco desde el principio y solo lo uso de carnada?
Estaba que hervía del coraje por ello. Eso doctor no sabe con quien se estaba metiendo, le haría ver que nadie juega con Tsurugi Kyousuke.
Y nada era como el pequeño Kyosuke pensaba. Para empezar, Goenji era por demás respetuoso con Yuuichi, desde las primeras salidas con el chico, las cuales no eran muchas, pero si en verdad agradables los dos se habían vuelto cercanos.
Lograba hablar con él temas varios, claro que no exponía su gusto por chicos adolescentes como el hermano del chico, pero si algunas otras cosas, y otras que el joven le hacía ver desde otro punto de vista.
Y aquella tarde no fue diferente.
En verdad le sorprendía la manera de pensar del chico, tan positivo, tan alegre y vivo pese a las desgracias que había estado viviendo hasta ahora, no dejaba de ser positivo y de ver por su hermano menor. Aquello le hizo dolerle el pecho, era mucho mejor hermano de lo que el podía ser con Yuka.
Dejando al joven en casa sano y salvo, pensó y reflexiono sobre la vida del otro, debió ser muy duro y triste, y aun así
Agradeció que no tuviera tantas citas médicas teniendo tiempo para pensar, distrayéndose aquellos días de su anterior y objetivo primordial que tuvo en mente para dar paso a algo más. Su mente navegaba en otros rumbos sin notar la presencia de alguien quien, habiendo entrado sin permiso y sin ser visto, se monto sobre su regazo y no fue hasta que sus ojos notaron a Tsurugi que regreso a la realidad.
Y antes de poder decir algo. el chico lo tenía contra el respaldo de la silla giratoria plantándole un buen beso húmedo que siquiera pensaba en si alguien entraba y los veía. Las manos ajenas sobre su pecho mientras las piernas separadas a cada costado sintiendo un poco peso por parte del otro.
Llevo las manos a las caderas ajenas, pegando al chico más al cuerpo haciéndole soltar un jadeo por el cual coló la lengua y saborear la cavidad ajena.
Si su mente le estaba jugando una trampa, le gustaba, y mucho.