Twenty

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Calma

No era un chiquillo que podía hacer de las suyas como si nada

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No era un chiquillo que podía hacer de las suyas como si nada.

Por su puesto que no tomo en aquel momento pese al dolor de tener preso su miembro dentro de los pantalones, y agradecía a los más alto que nadie entrase, de lo contrario, hubiesen visto como se comía el cuerpo del chico hasta hacerlo entrar en un estado de placer relajante que termino durmiéndose.


Cuando Tsurugi despertó, estaba en cama cubierto por las mantas y con un cambio de ropa más cómodo. Sentía el cuerpo extraño en una mezcla de relajado y dolido, como si la tensión imaginaria se hubiera ido y el peso de algo más en el pecho lo abordaba.

No sabía que hora era, se había perdido tanto en los sueños que desaparecieron al pensar en la ligereza del cuerpo hasta que el mayor entro en el cuarto con una bandeja de comida sobre las piernas.

—Debes de tener hambre. Dormiste como un bebé recién nacido –se sonrojo ante las palabras del mayor y acepto la comida para no pasar la vergüenza del rugir del estomago por alimento —el doctor Goenji fue amable al traerte, dijo que pasaste un buen rato con los amigos, que te vio cansado y te trajo a casa, pero en el camino te quedaste dormido.

No era broma del destino ni un sueño.

Si había ido al consultorio del mayor.

Si lo beso.

Si sintió el placer de las manos ajenas recorriendo su cuerpo hasta llevarlo al borde y caer en la nube de sensaciones.

El sonrojo aumento y como el cuerpo recordaba cada caricia y beso.

Prefirió despejar su mente de esos recuerdos y enfocarse en la comida deliciosa de su hermano.


Tenma estaba triste, raro en el muy animado hombre quien siempre tiene una sonrisa que dar al mundo y a todos quienes la necesiten, pero ahora es el quien necesita de la positividad y la buena vibra

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Tenma estaba triste, raro en el muy animado hombre quien siempre tiene una sonrisa que dar al mundo y a todos quienes la necesiten, pero ahora es el quien necesita de la positividad y la buena vibra.

Suspiro delante del computador, el formulario seguía en blanco.

—Puta mierda... –escucho por lo bajo, viendo a Akio entrar en el salón de maestros y tomar lugar en el cubículo a lado de él —¿Qué mierda vez? –ahora entendía al hombre, que no siempre hay días buenos.

Por su lado, Akio noto extraña la actitud del otro, el cual pese a su mal genio y palabras groseras, siempre le saluda y da palabras de aliento u animó, pero esta ve solo vio que se hundió en sus propios asuntos.

¿A caso era el fin del mundo?

—Oye –le llamó con cuidado. Agradecía que algunos colegas estuvieran distanciados de ellos, Tenma le miro sobre el hombro —¿Estás enfermo?

Aquello al menos le hizo sostener una suave sonrisa al otro, el cual negó y tomo distancia del escritorio —solo... concuerdo contigo.

¿Concordar?

¿En qué?

Recordaba si antes le había dicho algo, pero no había nada, y en aquel momento apenas y si le dijo aquello nada más.

Ante la cara de no saber a que se refería, Tenma rio leve y le hizo señas a que se acercará, lo cual hizo —es una mierda.

Se congelo. El bien hablado y amigos de todos, quien no hacía daño ni a una mosca estaba mostrando señas de estar comprendiendo la realidad del mundo, la cruel y dura vida.


Había que ser estúpido para no notar las cosas y las señales tan obvias, y Yuuichi no era estúpido, fue ciego de vista, pero no de oídos, por lo que y antes de todo sabía las intenciones de ese rabo verde del doctor con su hermano menor

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Había que ser estúpido para no notar las cosas y las señales tan obvias, y Yuuichi no era estúpido, fue ciego de vista, pero no de oídos, por lo que y antes de todo sabía las intenciones de ese rabo verde del doctor con su hermano menor.

Pero no era tonto, claro que no estaba, ni ofrecería a su hermano, y el menor tampoco dio señas de querer algo con ese hombre veinte años mayor que él.

Pero teniendo en cuenta que lo dicho por el mayor no era más que una vil mentira, que los amigos de Tsurugi fueron a casa buscándole, cuando el hombre llegó con su hermano en brazos pudo confirmar bien sus teorías.


—Sabes que te quiero mucho, y que confío en ti ¿Verdad, Kyouske? –la tensión y el frío que sintió el menor por aquellas palabras le hicieron saber que algo no estaba bien. 


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『ⓈⓊⒼⒶⓇⒹⒶⒹⒹⓎ』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora