Tacto
Hakuryuu era el popular, inteligente y amado por las chicas.
Aquel que destacaba sin querer hacerlo, pero que igual le gustaba ser el centro de atención.
Recibiendo cartas de amor, regalos y almuerzos que rechazaba con la mayor amabilidad que podía, ya que no era alguien que demostrara mucho sus sentimientos.
—Aquí... no... –jadeo sintiendo cual fuego las manos ajenas recorriendo el cuerpo.
Pero aparte de sus amigos mas cercanos, solo había alguien mas demasiado íntimo que le conocía mas que cualquier otra persona.
—¿Acaso tú tienes miedo? –aquellos verdes orbes le miraron con diversión haciéndole gruñir y jadear por la intromisión de dos dedos en su ano —si no gimes tan fuerte, nadie lo sabrá. Eso a menos que quieras que te vean ¿o es lo que quieres?
Se aferro a los palos de escoba, ya que estaban dentro del almacén de limpieza, la hora del almuerzo pronto acabaría y Hakuryuu le había estado dando indirectas al entrenador de baloncesto Akio, y recibiendo justo lo que pedía de este.
—Sabes que conmigo no se juega... Haku –le musito al oído haciéndole temblar y encobarse por sentir aquel otro dedo hurgar en su interior y moverlos, al menos siempre cargaba con el un poco de lubricante líquido para esas ocasiones.
Se deslizo un poco el pantalón dejando el pene al descubierto y aplicar un poco de lubricante en este como lo hizo en la entrada del chico y meter la punta en el ano.
—Akio... –jadeo dejando que la saliva se deslizara por la comisura de los labios y sentir el calor en su interior intensificarse —ya mételo
—Que impaciente –rio leve e introdujo un poco, metiendo y sacando, disfrutando de lo apretado y del líquido facilitando el movimiento —no vas a poder aguantar estar en clase –se burlo de este entrando un poco mas en el hasta tenerlo todo dentro y moverle por las caderas las embestidas.
Las chicas se amontonaban a la salida al ver cierto auto al llegar a la entrada de la escuela.
El ver aquella cabellera plateada les agitaba el corazón y aceleraba el pulso aquella sonrisa de esos duraznos labios en ese rostro de ángel.
—Yuki –alzó la mano para que su sobrino le viese entre la masa de estudiantes y llegase donde él —tu madre se a vuelto ir de viaje, te quedarás conmigo –informó entrando ambos al auto –¿Qué tal te a ido hoy?
No hubo respuesta, solo vio como Yukimura lanzaba la mochila a la parte trasera del auto y se colocaba los cascos en los oídos, suponiendo con ello que no fue un buen día.
Suspiro y tomo la calle dando vuelta en la primera curva y conducir sin mucho apuro. Le llevaría a comer hamburguesas, eso siempre sabía le animaba a Yuki.