Temple
Como tal le acompaño a casa cuando su madre y hermanos llegaron, e incluso se quedo a cenar en un silencio poco común en él.
—Hayato... Masaki y tú ¿Pelearon? –el chico se quedo quieto por segundos para seguir arreglando la ropa que se pondría al día siguiente, dado a que tendía una entrevista de trabajo importante. Algo que le hubiese dicho a Masaki.
Sonrió dando una sonrisa a la mujer —hablamos.
Aquello no convenció mucho a la mujer, pero no abordaría más el tema, confiaba en que su hijo y Masaki estaban bien, y cualquier problema que tuviesen lo resolverían juntos.
Se encerró en la habitación sin cenar lo que los mayores le dejaron en la barra, y aun si no comió mucho en la casa de Hayato, la conversación le dejo sin apetito y muy cansado. Las lágrimas mojaron rápido la almohada, la cual ahogaba los gemidos de dolor.
Dolía el no saber en que terminaría aquello.
¿Terminar?
¿Terminarían?
¿Hayato terminaría con él.
Tenía miedo a ello. Miedo de que lo dejará, miedo de no volver a verlo.
Entre abrió los ojos, estaba cansado y la garganta estaba reseca y para colmo no tenía agua cerca. La cena seguía donde mismo, y al parecer los mayores aun no llegaban a casa, lo cual era un alivio, no quería que lo vieran en aquel estado.
¿Qué les diría?
¿Qué debía de hacer?
—¿Cariño? –el vaso cayó de la mano al suelo, estrellándose y regarse el líquido. Masaki templo y se abrazo tratando de respirar.
Dejando de lado el líquido y los restos del vaso en el suelo, Midorikawa lo abrazó con ternura y apegó al cálido cuerpo, cuestionándose en silencio que tenía su niño para reaccionar así. Lo arrastro al sillón y tomar asiento ambos, colocándolo sobre el regazo.
Algo andaba mal, lo sabía y le preocupaba, pero aquel estado del chico no le daba puerta a preguntar. El mojar de la pijama por las lágrimas ajenas, como aquellas manos se aferraban de manera necesitada.
Un abrazo necesitado.
Después del beso robado del chico que ahora pensaba dejar de lado, ante una lucha perdida desde un principio, pero que por terco y necio se negó a aceptar, Shuuya estaba contra la espada y la pared.
Para empezar, el beso subió de nivel a caricias sobre y bajo la ropa, sintiendo aquella piel ajena suave y cálida, recorriendo con los dedos el terreno inexplorado y deseoso. Los gemidos de Tsurugi no eran tan altos como los que se piensan que son, eran bajos y sutiles.
Retirando la camisa del chico, cambio los labios por besar aquel cuello y hombros, el calor de la respiración de Kyousuke al oído le turbaba más la mente y hacía crecer algo en el pantalón queriendo ser liberado.
Separo el rostro de la pie joven y verlo a los ojos, aquellos en los que antes veía enojo e ira, ahora veía lujuria y deseo. Quería burlarse del chico, de como primero lo despachaba, le rehuía y sacaba la vuelta, pero ahora lo tenía ahí.
Pero no lo hizo, sino que lo atrajo con una mano por la nuca y le beso de manera tranquila, quedándose a corta distancia de este, el cual cerro los ojos por ese tacto delicado.
Akio hubiese preferido otro golpe, un regaño o tal vez el despido.
Pero las palabras de felicitación por parte del director lo descolocaron. El superior de Fudou había hablado con él para informarle sobre su labor dentro de la institución, algo que por cierto no le pareció del todo al director, pero conforme sabia las cosas y entendía, acepto aun si no quería.
La cosa fue que lo que hizo sin darse cuenta Akio, fue que dieron con el hombre que se estaba buscando en secreto, siendo un padre de familia y amigo de Hakuryuu, al cual estaban buscando, por lo que su labor había sido completada con éxito, y ya que era el mejor entrenador de baloncesto que la escuela hubiese tenido, se le otorgo un tiempo en la escuela, y un descanso por su labor en la policía, los cuales le felicitarían tarde o temprano.
No entendía las cosas del todo al estar afectado por las palabras del menor, y como este y el padre del chico le miraban no muy animados, mientras el director le daba palabras de aliento y felicitación.
Iniciando el año con toda la actitud.
Un cálido abrazo y mis mejores deseos para todos ustedes.
Nos seguimos leyendo.