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Tweentyseven

Casa

Si no hubiese sido tan estúpido, tan torpe y tan ingenuo de no ver en realidad a través de las acciones de aquel que fue su pareja, si el amor no lo hubiera cegado como lo hizo, y si no hubiera dejado que el corazón engañado y envuelto en una mentira linda y estúpida por ese hombre, estuviera con Masaki.

Tal vez no estaría en aquella situación, aunque lo que menos le preocupa es él mismo, sino su niño, aquel que ya no vio, y que ante la sentencia del juez, no vería de nuevo; Masaki como tal fue enviado a otro orfanato y Hiroto no tuvo permisos de saber donde estaba, mucho menos los amigos del chico.

Perdió lo mejor de su vida por alguien que solo duro un momento, se arrepentía demasiado por ello, por el daño a Masaki, el cual no quería ver cuando pasaban las cosas, pensando que aquello en verdad era querido por los tres, pero que el único beneficiado fue aquel ser que pasaría el tiempo tras la rejas.

Pero no era suficiente, y sabiendo Mido que también era su culpa, no sabía en verdad que castigo sería suficiente para reponer el daño que había hecho, y de todo lo que pensaba, la conclusión siempre era la misma: estar alejado de Masaki era un duro pero bien merecido castigo.

Dolía mucho.

Era en verdad asfixiante y aun con los días de estar alejados, de no tener a su niño, de no verlo y saber que aquello en realidad era un castigo que tenía por su falta de atención y por tener por primero a un hombre que a su hijo, no dejaba de ser algo que en verdad le dolía.

Hiroto hizo más de lo que incluso tenía establecido, hablo con más gente y contacto con conocidos para poder tener una manera de saber sobre Masaki, pero hacer algo más solo haría que el juez impusiera un mayor castigo y que a él también le costará su trabajo.

Solo podían pedir a lo alto que Masaki estuviera en buenas manos, y si habría alguna forma de hablar con él, aunque sea solo una vez, no la desaprovecharían.