capítulo cuatro

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Después de haber tenido esa charla, me despedí amablemente y caminé hacia la casa de Gao, el novio de Stephanie.

Tenía que darme el libro que le presté sobre katanas y en general todo lo que es un ninja básico. Caminando encontré un folleto, que decía que en Sooga, un festival había sobre los fideos más picantes de toda China, no era muy fan de la comida picante, pero la idea de comer me encantaba.

Lo guardé, parecía interesante, así que posiblemente me escape. 

Cuando llegué a su casa toqué la puerta, él salió sin camisa, bajé la mirada y la había roto. Rodeé los ojos, mirándolo mal y con asco, era literalmente como las seis de la tarde y este hombre estaba sin la prenda de arriba.

—Gao, ¿cuándo será el día que no te arranques la camiseta de la nada? —Sonreí con un poco de diversión, y con ganas de molestarlo. —Te puedes resfriar, ¿no te importa?

Este se apoyó en el marco de la puerta, encogiéndose de hombros mirándome divertido, con una sonrisa y también tenía ganas de molestarme, así que me siguió el juego. 

—¿Qué te puedo decir? Es tradición familiar, de hecho, un primo mío...

Le tapé la boca con un dedo, negando cerrando los ojos, riéndome de su expresión enojada, y sorprendida, lo sabía porque sus cejas estaban alzadas.

—No me puede importar menos, así que, cállate y dame el libro.  —Entró, se tardó unos 5 minutos y me lanzó el libro a la cara, yo lo tomé y le di un empujón leve en el hombro sonriendo levemente. —No te enojes, tú sabes que yo te quiero.

Hice un puchero, mirándolo con los ojos abiertos, este hizo una mueca y después rodó los ojos para que entrecerrara los ojos, mirándome con fastidio.

—Toma tu mugroso libro, y ojalá no vuelvas.

—Tengo que volver, soy la mejor amiga de tu novia y siempre estamos juntas. —Deletreé la última palabra, a lo que él me imitó, con voz aguda. —No seas un molesto.

Alcé la mano en forma de despedida, me di media vuelta y fui al mercado por unas manzanas. Cuando llegué, comencé a inspeccionarlas, quería la que se viera más roja, la fruta era una de mis comidas favoritas, ya que mi padre tenía una dieta estricta, cuando era día de frutas estaba emocionada.

—Hey ___, ¿qué te trae por aquí? 

Preguntó un pequeño anciano, no hablaba mucho, solamente estaba vendiendo sus frutas cosechadas con su esposa, ella era ciega. Sentí un poco de pena por él.

—Nada especial, quería solamente una manzana. —Me apoyé en la mesa, sonriéndole, sabía que mis huequitos en las mejillas aparecieron porque él se rió.

—Son 13,00¥ en total

Dijo, le di las monedas que quería, las contó para ver si estaban completas, y cuando comprobó el hecho, me entregó la manzana en una bolsa. Comiendo regresé a casa, justo a tiempo, mi padre había tomado un descanso de 2 días así que no me había molestado en lo absoluto.

Escuché el ruido de la puerta, así que rápidamente tomé mis katanas y salí al pateo, y fingí pelear, pegando pateadas al aire, patético lo sé pero, había tenido 2 hermosos días donde pude dormir en paz.

Mi padre abrió la puerta del pateo, y salió de la casa, cuando me miró sonrió satisfecho, mirándome con orgullo pegándose a la puerta cruzándose de brazos.

—¿Ves? te dije que entrenar te hacía más fuerte.

—Hola ___, si, estoy bien, ¿cómo te fue en tu viaje? Me fue excelente.

Reclamé bajando los instrumentos, acercándome a él, le iba a dar un abrazo pero este me palmeó la cabeza cual perro, lo miré ofendida viendo como él le restaba importancia, tomó su taza de café que había hecho y me dio la espalda.

—Ah si, hola

Le pegué frustrada a la pared, esta situación ya me estaba cansando, cada vez perdía la paciencia y habrá un punto donde no aguante más y simplemente explote. 

Siento que cada día eso se vuelve más pronto, la desesperación recorría mis venas y era horrible.

¿Cómo se supone que viva con esto?

Me siento más muerta que viva.

Entré a casa dando pasos fuertes y me encerré en mi habitación dando un portazo. Me tomé el cabello llena de frustración arrancándomelo.

Me senté en mi escritorio tratando de calmarme y mantenerme mis pies sobre la tierra. Aunque era demasiado difícil luchar contra mis monstruos, yo era mi propio monstruo.

Relamí mis labios ya que los sentía resecos. Comencé a buscar con que distraerme, hasta que encontré algo que si me llamó demasiado la atención:

El folleto de Sooga.

Voto de silencio [Garu y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora