captítulo veintidós

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Luego de aquel beso, las cosas habían cambiado ciertamente con él.

Cada día el entrenamiento con Garu era más pesado, llegaba más cansada y a veces nisiquiera podía dormir, me estaba comenzando a sentir mal, y la fecha de la pelea se acercaba, y siendo sincera, así no iba a poder pelear. 

Mi mente no dejaba de divagar en eso, ¿qué fue ese sonido? A ver, no soy idiota, eventualmente sé que fue ese sonido, pero me daba pena admitirlo, de pensar que hubiéramos llegado al siguiente nivel me pone sumamente nerviosa y roja, más de lo que  ya estaba en ese momento. Comencé a sentir calor, mucho calor.

Cansada, llegué a la casa de Garu, tocando la puerta, seguramente viéndome fatal, tenía un horario de sueño y pésima alimentación.

Garu salió, estaba con unas cuerdas y con unas pesas, rodeé los ojos y me senté en las escaleras que estaban para entrar a su casa.

—Garu, sé que quieres que gane la batalla, pero de verdad, estoy muy cansada y quiero tomar un descanso.

Este se dio la vuelta y negó, dejando todo el el piso y jalándome hacia él, se cruzó de brazos y esperó para que empiece los ejercicios. 

Nisiquiera en el primer salto de la cuerda aguanté, me cansé y me caí de espaldas, quejándome por el dolor. Garu rápidamente me ayudó parándome, pero de nuevo, esperó que haga el ejercicio.

—¿no ves que estoy cansada? de verdad no doy más.

De su bolsillo sacó una libreta, al parecer, su libreta personal, donde decía no tienes lugar para un descanso.

Eso me trajo un dejavú, de como mi padre me trataba, y como siempre esperaba que fuera un objeto.

No lo soy.

—Lo siento, pero estoy cansada, así que si o si me tomaré un descanso.

Me levanté enojada, tomé mis cosas y estaba dispuesta a irme, no había escapado de mi pueblo para volver a sentir lo mismo.

Garu se enojó al punto de tomarme fuerte del brazo, jalándome bruscamente, causándome daño.

—¡Suéltame!

Le grité, empujándolo fuertemente, mirándolo enojada.

—Es mi pelea Garu, no la tuya, entiendo que me quieras entrenar pero podré sola, y yo tomo la decisión de seguir entrenando contigo o no, por ahora te has estado portando como si fuera tu sirvienta en cada entrenamiento y no es así, somos...amigos, no profesor y estudiante.

La palabra amigos me resultó difícil de soltar, pero es que, eso éramos, no había nada más entre nosotros.

—Entiendo que quieras tu honor y todo lo demás, pero yo no soy así, nisiquiera tienes el honor de ser un buen amigo y entender que no todos somos como tú

Garu me miró sorprendido, para luego mirarme realmente dolido por lo que acaba de decir, el hecho que siempre toquen algo con su honor sabía lo doloroso que era. Me arrepentí al instante pero mi orgullo era más fuerte como para pedir disculpas. 

Tomó sus cosas, mirándome enojado, entró a la casa y cerró la puerta bruscamente. Yo me tapé la cara gritando de impotencia, para luego darle un puñetazo a unos bambús que estaban cerca. 

Caminé un buen tiempo hasta llegar al restaurante, donde nisiquiera abriendo la puerta, me lancé al piso suspirando pesado.

—__...¿ todo bien, cambio?

Exclamó el papá de Abyo, dejando su plato de fideos a un lado, se había asustado por lo que me dejé caer. Alcé la mirada y habían varios clientes viéndome preocupados, estaba a punto de decir algo pero no tenía sentido, así que sólo dejé caer mi cabeza.

—Sí, todo maravilloso.

Voto de silencio [Garu y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora