Voto de silencio [Garu y tú]

captítulo veintiocho

Corrí atrás de Pucca, tratando de alcanzarla, a lo que Ching me empujó para atrás.

Era la primera vez que Ching era grosera conmigo, sentí como todo se me derrumbaba.

—No, sólo. no.

Me dijo secamente, dejándome sola, con un mar de emociones que no podía dejar de sentir. Me quedé helada en la mitad del pueblo, sintiendo como toda la culpa me evadía las venas.

Todos los recuerdos con Pucca pasaron como si fuera una película, me acerqué a una pared, pegándole pequeños golpes llenos de impotencia. 

Entré al restaurante corriendo escaleras arriba, abriendo la puerta de par en par viendo a Pucca llorar y Ching tratando de consolarla.

—Pucca perdóname, de verdad, no fue mi intención, no sé como pasó.

—Todo lo que hice por ti.

Exclamó, levantó la cabeza escuchando por primera su voz, me tapé la boca tratando de no llorar más.

—Yo los presenté, fue mi culpa, solamente fue mi culpa.

Negué acercándome a ella, pero Ching puso una mano en medio de nosotras.

—No no, no fue tu culpa Pucca, de verdad, sólo pasó y ya.

—¿Y no pudiste detenerte y pensar en mis sentimientos?

Relamí mis labios ya que tenía la boca seca, jamás me había pasado esto, era la primera vez que sentía esto.

Era la primera vez que yo traicionaba a alguien.

—Sé que no hay perdón para esto, pero de verdad, yo no..

—Vete.

Exclamó Ching, mirándome con unos ojos suplicantes, pidiendo que por favor el dolor que ambas estábamos sintiendo parase.

—Por favor escúchenme, de verdad...

—En el fondo lo sabía, siempre lo supe, sólo no quise aceptarlo.

Abrazó sus pierna, tratando de no llorar más, se limpió las lágrimas con una mano.

—No dije nada porque igual quería tenerlo cerca.

Por cada palabra que soltaba más me arrepentía, negué tomando sus manos con una, limpiándole con la otra las lágrimas.

—Siempre me decían que eran amigos, pero no actuaban como amigos, ¿cada vez que ibas a la casa de Garu era para besarlo?

—No no Pucca, si entrenábamos, de verdad.

—¿De verdad debería creerte?

Me quedé callada.

—Sé que no, pero no te estoy mintiendo, al menos, esta vez no...-¿qué puedo hacer para que me perdones?

Ella alzó la mirada, secándose los ojos y esta vez mirándome seria:

—Termina con Garu.

Procesé la respuesta.

—¿Qué?

—Eso, termina con Garu.-exclamó parándose de la cama haciéndome un poco para atrás.-si eres una buena amiga, sabrás que más valioso es la amistad, así que, termina con él.

Me sorprendió su respuesta, el corazón se me hacía chiquito al verla tan vulnerable, no quería quedar mal, Pucca había sido tan linda conmigo que hacerle esto iba a ser traición.

—Está bien.

Salí del restaurante con el corazón hecho trizas, le pedí a Garu por medio de Dada que nos veamos.

Estaba esperando a Garu en el mismo lugar de siempre: la montaña donde se veían estrellas. A los 10 minutos apareció, al ver su sonrisa instantánea me dolió el pecho, me quería abrazar pero me alejé, confundiéndolo.

—No puedo seguir con esto.

Solté sin emoción alguna. Él quedó inmovil, para luego tratarme de tocar mi mejilla, pero quité su mano.

—No puedo, no puedo hacerle a esto a Pucca.

Susurré en voz baja, y quebrada. Garu me miró con los ojos llorosos, así que antes de hacer una tontería, le di la espalda, caminando lentamente, alejándome más y más.

—Te amo.

Nisiquiera volteé, soltando lágrimas, ignoré su comentario y me fui del lugar, sintiendo como poco a poco las lágrimas salían involuntariamente, me tapé la boca para no sollozar, pero era demasiado audible como para ignorarlo.

Caminé donde mis pies me guiaron, al ver donde estaba, toqué la puerta de la habitación.

Dada abrió la puerta, y yo me lancé a sus brazos, quebrándome, él sin preguntarme, me abrazó.