capítulo seis

3.6K 321 32
                                    

Estaba durmiendo tranquilamente en el sofá, ya que no quería incomodar a Pucca ni a nadie ahí, así que por insistencia me quedé durmiendo ahí, me acomodé la almohada bostezando, cerrando nuevamente los ojos para volver a dormir.

—¡Rápido, emergencia!

Mi sueño fue interrumpido bruscamente por eso, me levanté, bajando las escaleras rápidamente tomando lo que sea que estuviera cerca para poder defenderme.

—¡Estoy aquí, suéltenlo! —Grité a todo pulmón. —¡Rápido, escóndanse bajo la mesa! —Me acerqué para pegarle a quien estuviera, y eso hice.

Le pegué con el palo en la rodilla haciéndolo caer, cuando escuché que se quejó y le di la vuelta para pegarle, me di cuenta de quien era: Santa Claus.

—¿Santa, qué haces aquí? —Este me miró, me vio de pies a cabeza y sonrió reconociéndome al instante. —¿No se supone que deberías estar en el polo norte? 

Este se paró quejándose del dolor, lo ayudé sentándolo en una de las mesas, a lo que cuando terminó de quejarse ya sintiendo alivio, respondió mi pregunta.

—Pensé que estarías por...

Le lancé un plato de fideo vacío, riendo nerviosa, me miraron extraño y vi hacia otro lado, fingiendo que la mesa estaba muy bonita decorada a pesar que sólo sea eso y un mantel cualquiera, se fue un poco enojado cerrando la puerta. Suspiré de tranquilidad.

—Buenos días, ¿cómo dormiste? —Preguntó uno de los tíos abriendo las puertas del restaurante, para después comenzar a limpiar las mesas. —¿Todo en orden?

—Bien, muchas gracias por preguntar...—Hubo una pausa, tratando de acordarme de sus nombres, pero me rendí. —No sé como te llamas, disculpa.

—Dumpling, él que está allá es Ho y el que se encuentra a mi lado es Luinguini, los 3 somos dueños y chefs de este restaurante, donde cocinamos los mejores fideos de todo el mundo.

Así que ellos eran los famosos chefs que tanto había escuchado hablar. Siempre oía de Stephie, Gao o mi padre que hablaban de este local, cuando iban de viaje, o mi madre que pudo recorrer todo china, decía que esta comida espectacular. Olí como en la cocina se podía percibir este aroma, me comenzó a tronar la barriga de hambre.

Pucca se sentó en una mesa, con dos platos, supongo que era uno para mi. Me senté a lado de ella, y comencé a comer. Era cierto, eran demasiado ricos, tenían un justo sabor y estaban en buena temperatura. 

—Están más buenos de los que pensé.

Exclamé, limpiando con mi servilleta. Escuché como la puerta se abría, y vi como el chico grosero, Ching y Abyo entraban al local.

—Buenos días chicos, ya los atiende Dada.

Dada, reí en mi interior, sonaba un nombre muy gracioso. A los minutos salió un chico rubio, bastante nervioso temblando, quería preguntar si se sentía bien pero ching me miró y alzó la mano, interpretando que lo estaba.

Pucca al ver como estaba el chico grosero, nos jaló a mi y a su plato, comenzando a comer a lado de él, un poco incómoda me acomodé a lado de este hombre. Vi como rodó los ojos y siguió en lo suyo, en la mesa estaba un presente silencio, hasta que Abyo habló.

—Deberíamos darle la bienvenida a ___. —Sonrió soltando el cubierto en el plato, acomodándose para después limpiarse la boca con una servilleta. —Ya saben, así como nos gusta las cosas.

—Tienes razón, no conoce el pueblo ni a las personas aquí.

Ching añadió. Terminó de comer su desayuno así que se secó una servilleta, mirándome ahora emocionada.

Voto de silencio [Garu y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora