Mayo 2006

122 11 3
                                    




Mayo 2006

"Tender is my heart

I'm screwing up my life

Lord I need to find

Someone who can heal my mind"

Blur

Hace dos días que Takashi no viene a la escuela y me preocupa. Le pregunté a Daisuke, quien se sienta delante de mí en el salón, si sabe donde vive Mitsuya-san. Me miró desconfiado y me preguntó si salía con Takashi. La respuesta es no, solo somos amigos y compañeros en el club de costura. Yuko, del pupitre junto a mí, me responde que para saber eso debía preguntarle a Hayashi o bien a alguien del club.  Por alguien obvio que se refiere a Yasuda. Hayashi me cae bien, por las mañanas es fácil saber su paradero porque siempre anda con camisas bastante polémicas contrarias a la blanca del uniforme. 

No obstante al estar su pupitre vacío también, ya no me queda más opción que recurrir a Yasuda y de solo pensarlo mi mueca de disgusto hizo reír a Yuko.

-No te agrada Yasuda san ¿verdad?- me indagó siguiendo con su risa.

-Creo que yo no le agrado a ella en realidad-  respondí y volví a deformar la cara debido al desagrado.

-Es dura pero es una buena chica- dijo Yuko y se ofreció a acompañarme al salón de la clase dos para consultarlo con Yasuda.

Afortunadamente Yuko Nishimura es adorable, todas las mañanas me saluda más con cariño que con educación, o es al menos lo que creo. Ella y Daisuke Ito se han vuelto cercanos: hablamos de películas, libros, música y cosas que debo conocer en Tokio. Me invitan a lugares los fines de semana aunque invento excusas para no ir en vez de juntar valor para ir a Shibuya donde mi padre enviaba cartas a Rumiko Fukui.

Llegué a Japón un sábado por la mañana, el cambio de horario me afectó a tal punto que pasé el fin de semana con dolor de cabeza y somnolienta. Mi aspecto zombie fue recibido por una comitiva que aguardaba tanto por mi como por varios estudiantes más. Me llevaron hacia la residencia ubicada a tan solo diez cuadras de la escuela a la que asisto. Los demás fueron recibidos por las familias que los acogen durante el intercambio, la escena fue tierna, debo admitir, en los intercambios usualmente las familias anfitrionas deben cumplir requisitos para tener un estudiante en sus hogares, tener madres por ejemplo. Durante el viaje y la semana de orientación imaginé situaciones hipotéticas al encontrar a mi madre. ¿Qué tal si no sabe de mi existencia? ¿y si cree que morí en el parto? ¿y si no me quiere y me pide que me vaya? ¿y si no es ella? ¿y si es una simplona de vestido horrible y me mira con compasión?

La primera semana fue tortuosa, el peso de las miradas de compañeros y algunos profesores estaban encima en clases y descansos. Jan y Frances, una alemana y una norteamericana también de intercambio, me contaban de sus experiencias mientras cenábamos en la residencia. Logramos entablar un vínculo auspiciado por el micro espanto de ser el centro de atención un momento.

Nos permitieron unirnos a clubes escolares en favor de la integración. Jan y Frances se unieron a los clubes de básquet y atletismo respectivamente y yo al de manualidades. Se rieron cuando lo supieron.

Las manualidades es de las pocas cosas que se me dan bien en la vida, mi abuela Helena me enseño a coser cuando tenía seis años, después de perder mil vestidos de muñecas en un lapso de tiempo corto. Luego ahí se detienen mis habilidades. Mi desempeño escolar o en lo demás no lo cuento como talento o algo así, son simplemente cosas que hago para que el resto del mundo no descubra que en realidad soy medio estúpida. Unirme al club de costura era más un intento de estar tranquila que de integrarse a la nueva escuela.

Regarde le Ciel - Manjiro SanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora