Primero de enero de 2007 II

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Primero de enero 2007
"I hope I was your favorite crime"
Olivia Rodrigo

La felicidad es un concepto demasiado abstracto y subjetivo. Es por eso que es el sentimiento más egoísta de todos. No es posible definirlo de modo universal, para algunos ser feliz implica lastimar para llegar a la meta, para otros las cosas simples como un budín de limón o los abrazos. Cuando somos felices nos desprendemos de todo lo que nos convierte en seres sociales y racionales, somos felices sin necesidad de nombrarlo, nos volvemos abstractos, nos volvemos niños, recuperamos la capacidad del asombro.
Yo estaba horizontal frente a él, con los ojos ardidos de lo que me costaba parpadear. Perdí la conexión del espacio tiempo, estaba tan concentrada en el roce de mis dedos con su espalda que casi no sentía sus manos bajar desde la cintura hasta mi pierna.
Mi piel había evolucionado a algo capaz de sentir solo el contacto que yo misma generaba. Solo si yo era la persona que tocaba, la sensación se volvía concreta. Mi pierna subió sola hasta su cadera, claro que no fue él quién me guió hasta ahí.

-¿Estás bien?- me preguntó con la voz baja y yo asentí con la poca voluntad que me quedaba.
Era un bebé descubriendo las funciones motoras. Le toqué la mejilla para materializarlo.
Lo miré fijamente y también, como un bebé, me lo llevé a la boca.

Manjiro estaba encima de mí, mirándome fijo. Saqué mi mano de su espalda para poner un dedo sobre su labio inferior. Paseé con mi dedo índice su sonrisa que aún parecía inocente. Desde que desperté me detuve a analizar como llegué a este punto intentando justificarme, pero solo quería esto. Mi deseo carnal le ganó a toda muestra de raciocinio.

Cuando él se despertó lo primero que hizo fue desperezarse como un gato y preguntarme cómo estaba. Respondí que bien, que debería irme. Huír de la verguenza es un acto tan humano como respirar.

Mientras la resaca me dejaba un dolor de cabeza tremendo, mi mente empezó a recordar los momentos previos a quedarme dormida. Desesperada como un animal le había pedido sexo como si me fuera la vida en ello, pero no recuerdo si ocurrió o no.

-¿Tengo cara de aprovecharme de una chica ebria?- preguntó Manjiro sacándome del pozo donde me hundía. 

Solo lo miré y negué con la cabeza. Estaba fucsia del cosquilleo que sentía en mi vientre.
Él se incorporó y me recordó que no pasó nada más que dormirnos abrazados. Se apoderó de mí una especie de rabia.

Con el alcohol mis niveles de inhibición comunes se evaporaban y ahora sobria me había dado cuenta de que todo lo que quería era tener sexo con él ¿por qué había sido tan noble justo en ese momento? ¿Por qué las cosas no salen como quiero incluso cuando me atrevo a atraerlas? el control no es más que una ilusión tranquilizadora.

Lo que quiero ahora es saborear la felicidad, la satisfacción concreta de un deseo concreto.
Así que me puse encima de él, otra vez pero firme, consciente. Quiero esto más que nada.

Quiero sentirlo dentro de mí de forma genuina, solo así llegaría a la felicidad absoluta.

-¿estás segura?- cuestionó él. Aunque la pregunta no salió completa porque asentí despacio con la cabeza y me quité la camiseta que me había prestado. Luego hice lo mismo con mi sostén. Mi afirmación era estar desnuda frente a él.

Me moví despacio hacia adelante y coloqué mis manos en su pecho, puesto que su camisa la tenía puesta yo, él no llevaba nada. Mis dedos se deslizaron hasta su cadera, con mis ojos hice el mismo recorrido para luego mirarlo de frente para confirmar mi seguridad. Una seguridad seria, sin ayuda del alcohol ni nada más que mi propia fuerza de voluntad.

Para ser feliz hace falta voluntad. 

Sorprendido, Manjiro decidió dejarse llevar. Me abrazó y me colocó debajo de él con el cuidado con el que se deja el cristal en la mesa. Nos besamos, primero despacio y luego apasionadamente.

Mis piernas se abrieron para darle espacio a su cuerpo, se acomodó y el roce de nuestras pieles me daba tanto calor que empecé a respirar agitada.

Manjiro estiró su brazo hasta un cajón en la mesita de noche y sacó un condón. Sonreí por su nobleza, en los hombres el cuidado parece ser algo desconocido por eso siempre es sorprendente cuando uno actua con responsabilidad.

Él levantó la cabeza y observó a su alrededor, sonrió y luego volvió a mí.

Cuando me miró fijo sentí una punzada en el vientre. La felicidad se manifiesta con su "aquí voy" y mi nulidad para articular una frase como respuesta.

-seré gentil, no te preocupes, Tenki.

Empecé a sentirme nerviosa como quien observa un acantilado con temor a caerse. Pero al mismo tiempo estaba extasiada, Manjiro me volvió a besar para calmarme.

Cuando me  penetró sentí un dolor indescriptible, tanto que le arañé la espalda mientras se movía. Lo hacía despacio como si tuviera miedo de romperme. Corrió mi pelo de mi cara y me pareció que un halo de luz enmarcaba su figura perfecta. Jadee con la boca abierta completamente mientras admiraba el espectáculo.

Me preguntó si estaba bien, por enésima vez, le respondí que nunca había estado mejor. Después solté otro gemido y coloqué mi mano en su mejilla. Manjiro sonrió.

Me siento derretirme, entre mis piernas hay tanto calor que me derrito. Mis pechos están en sus manos, sus ojos en los míos en todo momento.

La felicidad es un concepto egoísta y a veces estúpido. Nos vuelve al estadío del juego, sin motivos aparentes. Sin espacio, ni tiempo. Te encuentra desprevenido para generarte un recuerdo de cuando fuiste feliz. Un recuerdo que te lastimará o alegrará en el futuro.

Mi única certeza era él, su peso sobre mí o a mi lado. Vertical y horizontal. Ser feliz era esto

Regarde le Ciel - Manjiro SanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora