Julio 2006 II

65 7 7
                                    




Julio 2006

"Run deep

Run wild"

Lykke Li

En agosto el club de costura tendrá algunas actividades ya que la escuela organiza un festival. Takashi nos ha pedido reunirnos para organizar labores antes que empiecen las clases. Eso significa más tiempo con él pero también más tiempo con Yasuda, a quien espero que el verano la haya tratado mejor que a mí.

Su humor no parece haber cambiado así que permanezco en silencio mientras ambos hablan, aunque el solo ver a Takashi alcanza para caminar sobre nubes un momento.

Este es el último año de ambos al frente del club y pretenden que continúe bajo el mando de alguien de segundo año. Me sorprende su constancia con el club de manualidades mientras yo junto pasiones fugaces y luego las abandono así sin más.

La tarde se pasó entre las asignaciones de proyectos y la división de tareas del próximo semestre. Yasuda me alejó del presidente todo lo que pudo hasta que él se acercó a mí, que estaba completamente absorta en mi nueva habilidad adquirida de tejer, mientras susurraba una canción.

-Además eres buena cantando- exclamó Takashi sentándose a mi lado.

-El secreto es susurrar lo suficiente- repliqué, me reí y detuve el tejido- ¿así está bien, presidente?

-Creo que deberías levantar un poco más este lado, recuerda que las bufandas son simétricas- añadió y se rió.

Takashi a veces parece un sueño, una construcción resultante de muchas cualidades buenas. Me
pregunto si tendrá algún defecto, como es cuando está molesto. No podía imaginarlo enojado, ni en una pandilla de motociclistas ni como un delincuente. En Japón el concepto de delincuente se parece al de los hooligans o los punks de Inglaterra pero sin el fútbol o la música, aunque si le dijera a mi padre que me gusta un delincuente japonés y viera a Takashi seguro no me creería.

No he hablado con mi padre salvo para darle un parte diario como si estuviera en el ejército, una simple formalidad. Si papá, me bañé, comí, me lavé los dientes, hice mi tarea, dormí, me abrigué, amarré mis zapatos, miré a ambos lados al cruzar la calle.

No pretendo contarle a nadie de mi vida anterior sobre mi madre, Saoko, Takashi, el cementerio, la tumba sucia y mis frecuentes visitas a ella. Esto último quedó recluido solo en mi.

Había flaqueado por un momento y pensé en contarle a Camille la situación pero no quería sus juicios, tampoco la lastima del resto. Borré todos los mensajes y correos electrónicos que había escrito, arranqué las hojas de mi cuaderno donde había documentado lo que me pasaba, según una recomendación de Frances, de escribir una especie de diario. Corté todo en pedazos y lo tiré a la basura.

Después de todo, como es que una se quita una imagen de la cabeza, una secuencia de palabras como "tu madre está muerta" o las justificaciones de un padre por teléfono, la compasión culposa de una tía,  los parloteos de una amiga que no tiene idea de lo que ocurre y no puedo culpar. Cómo es que se deshace una sensación que no tiene nombre ni cara ni forma, un recuerdo o varios recuerdos que nos hace ser quienes somos. ¿Es posible ser otros? rehacernos, volver a empezar, no pisar los mismos huecos, no tropezar con las mismas piedras.

Al salir de la escuela, decidí ir al cementerio. Quería dejarle flores nuevas a la tumba de mi madre, honestamente no me molesta hacerlo, dejaré de ir cuando esté satisfecha, de qué no lo sé pero así será.

El día está rosa nuevamente y me gusta quemarme las pupilas con eso, mirar fijo el sol con las flores a cuestas, es mi poesía personal, íntima, mi videoclip sin música. Al llegar a la tumba mi fantasía se cortó. Había un ramo fresco y hermoso colocado en uno de los floreros,  miré hacia los costados pensando que me había confundido pero en la lápida decía el nombre de mi madre. Entre la confusión noté que entre las flores había un papel pequeño doblado a la mitad.

Regarde le Ciel - Manjiro SanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora