Noviembre 2006 II

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Noviembre 2006

Why wait for the best when I could have you?

Lana del Rey

Dicen que no existe lo que no se nombra pero las palabras son solo un método para domesticar la ausencia. La reemplaza, le da un color, un propósito.

Pero la presencia de Saoko ya no existía y eso me generaba un vacío difícil de poner en palabras. En las noticias solo repiten el mismo discurso en distintos horarios. "Una prostituta fue apuñalada en un karaoke de Shibuya, el asesino está prófugo. Una mujer fue asesinada en un centro de entretenimientos de Tokio, aún se desconocen las causas"

¿causas? qué clase de palabra es esa, qué clase de necesidad es la que te conduce a matar a alguien. Me quiero morir y no necesito una causa.

Hace días que no emito palabra alguna, solo para mis adentros. Voy a la escuela, regreso a la residencia, hago mi tarea, realizo las tareas de la residencia que me asignan. Solo eso.

Jan y Frances se comportan como siempre, sospecho que lo hacen para disimular.

Vuelvo a vagar en mi soledad ya que no he visto a Manjiro en casi dos semanas. Tampoco contesta mis mensajes. Ya no se si estoy enojada o triste, si lo extraño o quiero mandarlo al diablo.

Subo a la terraza de la escuela sin que me vean, puesto que está prohibido, pero es el único lugar donde puedo estar en paz pese al frío de noviembre. Hoy he llegado a almorzar aquí respirando hondo entre bocado y bocado, los que puedo pasar. En eso se resume mi búsqueda de paz.

Cuando oí la puerta abrirse sentí evaporarse la tranquilidad, me puse de pie para esconderme pero recuperé el aliento cuando vi a Mitsuya atravesar el umbral. Parecía algo compungido en cuanto me vió y me invitó a sentarme con él en el suelo.

-Me dijo Draken que Saoko murió- dijo después de un silencio.

-Así es- respondí en seco.

-¿Cómo estás?- Mitsuya dijo esto poniendo su mano en mi hombro

-No lo sé. Es una sensación rara, sin nombre- lo miré a los ojos deseando que fuera Manjiro quien me estuviera consolando.

-Puedes volver al club de costura si quieres- Mitsuya sacó su mano de mi hombro y fijó la vista al frente- entiendo lo que es perder un amigo ¿sabes? la sensación termina por comerte si no la dejas salir.

-No tengo ganas de llorar, si a eso te refieres- dije y mantuve mi vista al frente.

-¿De que tienes ganas?

-De morirme también

-No digas eso- Mitsuya se puso delante de mí mientras yo apretaba los dientes y comenzaba a sentir ese infame nudo en la garganta- Si mueres muchos te extrañarán, incluido yo.

-Eso pasará, esto también ¿cuál es el punto de llorar?- dije y detuve el contacto visual.

-Ciel... déjalo salir- dijo con un hilo de voz y tomo mi cara con las dos manos.

El nudo se desató y lloré desconsoladamente en los brazos de Mitsuya, me odiaba por eso, me odiaba por estar enamorada de otro y no de él, por haberme peleado con Yasuda, por escaparme de vivir convenientemente para irme detrás de Manjiro.

Al mismo tiempo no podía evitarlo.

Le agradecí a Mitsuya por contenerme y le pregunté si podíamos volver a ser amigos. Su respuesta positiva me revivió al menos por esa tarde. Antes de volver al salón pasé por el baño a lavarme la cara y los dientes. No puedo estar sin lavar mis dientes después de comer. En el baño estaba Yasuda quien se limitó a pasar sin mirarme.

Estaba por irme cuando Yasuda habló

-Laurent san...- dijo algo temerosa.

-¿si?- respondí esperando un ataque.

-Emm...

-¿Qué sucede,Yasuda san?

-Me ha sorprendido el periodo... ¿traes una toalla higiénica?- dijo Yasuda completamente roja.

-Claro- dije y le extendí una que saqué de mi neceser.

-Gracias, Laurent san.

-Oye... Yasuda san

-¿Qué pasa?

-Lamento mucho lo que pasó- Dije y me agaché haciendo una reverencia- no te culpo si no me perdonas pero lo siento mucho.

Yasuda se volteó y se encaminó hacia el baño

-Acepto tus disculpas Laurent San.

Me fui del baño sintiendo alivio, las clases transcurrieron con normalidad y cuando salí de la escuela me puse a pensar en Manjiro. ¿Por qué no me había mandado un mensaje? ¿por qué no nos habíamos visto después del incidente del karaoke? comencé a sentirme furiosa y al mismo tiempo lo extrañaba.

Necesitaba su presencia. Cuando estaba con él y su capacidad física de llenarme completamente, paradójicamente con sus ojos llenos de nada, sentía que todo lo sólido era efectivamente real. El suelo de madera frío de su casa, el escape de la motocicleta, el roce ínfimo de su meñique sobre el mío. El silencio inquebrantable, la ausencia completa y total de las palabras, en cualquier idioma. La cantidad de veces que pienso específicamente en el pliegue de su labio inferior cuando sonríe. Todo eso era el amor.

La gente que se ama no necesita decírselo. Eso no es amar, eso es hablar.

Cuando llegué a la residencia sonó mi teléfono. Era él. No pude contener la emoción y contesté casi gritando.

-¿podemos vernos? Necesito que hablemos- dijo Manjiro de manera seria.

-¿Dónde?

-Te busco en la residencia en una hora

Eran las cinco y cuarto, faltaban menos de cuatro horas para que cerrara la residencia, pero ya nada me importaba. Cuando aparece Manjiro en mi vida el resto pierde relevancia. 

Regarde le Ciel - Manjiro SanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora