Septiembre 2006 II

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Septiembre 2006

"Sous le ciel de Paris

Marchent des amoureux

Leur bonheur se construit

Sur un air fait pour eux"

Hubert Giraud

No recuerdo si alguna vez sentí amor, ni algo parecido. Solo conozco la obsesión, el desconcierto. No estoy segura si mi padre me ama, si mi tía o mi abuela me tienen cariño o soy solo una obligación por ser menor de edad. ¿Cuando cumpla dieciocho me seguirán amando? no lo sé.

Sin embargo, mis sentimientos se tornaban desconocidos pero atractivos cuando estaba con Mikey. No era el nerviosismo que sentía con Mitsuya, más bien era la comodidad, la de ser yo misma.

Mikey siempre me miraba con una especie de ternura difícil de definir, cuando no lo hacía simplemente miraba hacia adelante o hacia arriba y suspiraba que tenía hambre.

Íbamos a comer a restaurantes pequeños casi escondidos en calles angostas, el aroma a ramen o pescado ya no me parecía tan incómodo con él a mi lado.

Nuestra rutina consistía en pasear por lugares variopintos y comer lo que encontráramos, pero hoy es diferente, me dirijo a su casa con el dvd de Lost in Translation.

Hubo ciertas cuadras que corrí y otras que caminé lentamente, eso es un buen resumen de mi mente. Acelerarme para cumplir algo pero acobardarme cuando estoy llegando.

Aprieto el dvd de mi película favorita como si fuera la última cosa del mundo mientras pienso de nuevo en Mikey invitándome a su casa.

Cuando lo hizo volvíamos de Harajuku con helados cada uno, lo miraba de reojo cada segundo que se hacía el distraído, si, porque Mikey se hacía el distraído a veces cuando caminamos por ahí.

Cada vez que nuestros ojos se cruzaban ya sea de frente o de costado sentía un hormigueo en mi vientre, en mis brazos, comenzaba a sudar pero el fluido de las emociones se sentía tan cómodo y natural que solo me dejaba llevar.

Algo en mi era nuevo, no solo mi identidad o mi visión del mundo, de la familia o de los hombres, sino también mi forma de relacionarme con alguien que con solo caminar a mi lado me hacía sentir que mi lugar en el mundo estaba justificado. Que tenía un  lugar.

Cuando llegué a la dirección que me indicó me encontré con un dojo tradicional que parecía ocupar toda la manzana. La puerta de entrada estaba abierta, tenía camino de baldosas grises que daban a la casa, el jardín estaba acosado por el otoño con algunas hojas rezagadas en las ramas, resistiendo al orden natural.

Me quedé de pie en la puerta petrificada, de repente olvidé cómo es que se camina, mirando la dimensión de la casa de Mikey hasta que oí pasos.

Un señor mayor juntaba hojas con un rastrillo y la imagen me pareció un cuadro, me quedé absorta mirando al anciano, las nubes del cielo anunciaban lluvia pronto mientras el señor hacía su tarea con una paciencia ancestral, lentamente, en silencio. Silencio que rompí cuando pisé una hoja. Eso hago a veces, romper lo que parece perfecto y natural.

El señor me sonrió y saludó. Preguntó qué hacía "una muchacha tan linda" en su dojo. Me reí y bajé la cabeza.

-Estoy buscando a ... ¿Mikey? - dije dudando hasta de mi misma, temiendo haber leído mal la dirección.

-Creo que está entrenando-respondió el anciano- ¡Manjiro! alguien te busca- su tono subió tanto que me asustó un poco.

Después de un momento, Mikey apareció con un uniforme de artes marciales. Me sonrió y deslizó un "viniste" entre los labios como si quisiera que su abuelo no se diera cuenta.

Regarde le Ciel - Manjiro SanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora