Septiembre 2006

66 7 8
                                    




Septiembre 2006

"Your effected walk

Your witty conversation

Your free pillow talk

the way you seek validation"

Maya Hawke

No le dije a nadie que fue mi cumpleaños porque lo odio. Nada me parece más deprimente que festejar el paso indiferente de la vida ante el sinsentido que es vivirla. Nadie pide vivirla en primer lugar.

Mi padre antes de irse me dejó los regalos de mi abuela y mi tía, cuatrocientos euros y una cámara polaroid respectivamente. Mi tía Carol siempre acierta, una vez en el barrio latino vi unas cámaras como esas y el vendedor le tomó una foto a Carol para probar que funcionaban perfectamente. El hecho de capturar un recuerdo de manera tan fácil y rápida me enloquece y me encapriche con una.

Le tome fotos a Frances, Jan, Yuko y Daisuke en la escuela y la residencia. Las clases volvieron a empezar aunque me importe muy poco el ciclo lectivo ni el hecho de la distancia que puso Takashi entre nosotros. Ya no me habla, no me acompaña a casa, no se me acerca demasiado para que el murmullo del pasillo se aplaque un poco.

El rumor de que nos besamos ya lo sabe toda la escuela e incluso Daisuke me preguntó si era verdad. Le respondí que no, que fue un malentendido y me miró con cara de estar fingiendo. Esa cara que se pone cuando alguien tiene algo entre los dientes y no puedes concentrarte en su discurso.

Yuko evade el tema y también un poco a mi. Eso me enoja un poco porque de verdad aprecio su compañía.

Vago un poco sola por la escuela dado que mis compañeras de clase me evitan y mis compañeras de residencia van a otra clase. Digo un poco porque es difícil concentrarse en tu soledad cuando algún susurro sobre ti te persigue en el pasillo.La francesa esto y la francesa aquello. Algunos rumores son algo exagerados y a eso debo sumarle mis propias voces internas, mis pensamientos corriendo por los pasillos de mi cabeza gritándome ESTÁS LOCA CIEL.

Me dirijo al club de costura para pasar otra tarde con miradas encima, Takashi y su indiferencia. Me encontré diciéndome a mi misma tranquila, shh todo estará bien pero cálmate.  Cuando me senté para continuar con mi bufanda número once mi celular sonó.

De: Mikey

¿Qué estás haciendo?

Para Mikey:

Estoy en la escuela ¿y tú?

De Mikey:

Que aburrido ¿salimos a pasear?

Me puse de pie tan rápido que todas me miraron, Takashi salió de su espiral de hielo y me pregunto si me sentía bien, un  "Laurent san" salió de su boca y eso me alcanzó para humanizarlo por completo. Había usado mi apellido, la instancia en la cual nuestra relación era simplemente una formalidad azarosa.

Lo miré y le disparé el mismo proyectil llamándolo Mitsuya san, abriendo grandes los ojos, dejando salir vericuetos de furia. Al mismo tiempo que tenía una epifanía, dije que no me sentía bien y debía irme. Fui por mis cosas a los casilleros casi huyendo.

Para Mikey:

¿Dónde te veo?

La idea de que debía irme con Mikey sin importarme más nada  aterrizó sobre mi mente e imagino que así se habrá sentido Newton al descubrir la fuerza de gravedad. Corrí hasta el 7 Eleven que estaba a unas calles de la escuela y ahí estaba él. Tan espectacular incluso con restos de comida en los costados de la boca. Nos saludamos y comenzamos a caminar sin rumbo. Me vio con el uniforme de la escuela y se rió bajo, el tenia puesto un jean negro, con una camiseta blanca y una camisa larga con estampa escocesa blanca y negra. Me obnubiló su sentido de la moda, por más que Francia sea la capital de la moda, nunca vi a un varón vestirse bien o combinar colores.

Todo el aura de Mikey hacía ver especial cada color, cada pisada en el reciente otoño japonés que acompañaba nuestra conversación incesante con el sonido de sus hojas y gente alrededor.  Todas las veces que lo miré me reí, me contó que tenía dos hermanos y una hermana, que vive con su abuelo y que no tenía padres. Esto último me hizo mirarlo con ternura y él me devolvió el gesto preguntándome sobre mi familia.

Le conté que no tengo hermanos, que tengo padre y que biológicamente tenía una madre. También le conté que tengo una tía y una abuela. Preguntó qué había pasado con mi madre, como forzándome a un nivel de intimidad a la que accedí sin preocuparme demasiado. Esa era su magia, Mikey lograba que la atmósfera se sintiera cómoda, segura. 

-¿Naciste en Francia?- dijo aun con ternura en sus ojos, dejando respirar las vocales.

-No, aquí en Tokio- le dije casi escupiendo el Tokio. Eso hago cuando me gana la euforia al ser yo misma, escupir las palabras, dejarlas salir con el mayor ímpetu posible como si no tuviera tiempo para perder.

Mikey se sorprendió y puso sus manos en los bolsillos. Seguíamos caminando hasta llegar al parque Yoyogi. Los árboles iban en degradé anunciando el inminente paso del otoño. Algunas hojas ya estaban en el suelo formando un rompecabezas. Algunas personas haciendo picnics entre los cerezos volvía nuestra caminata aún más poética. El viento le movía el cabello a Mikey y sin darme cuenta me desvié del camino por mirarlo sin pausas para parpadear o respirar.

-En fin ¿cómo es que biológicamente tenías una madre?- mencionó trayéndome de vuelta al mundo real.

-Ah eso, ella murió hace tres años- respondí sin dar demasiados detalles.

-Lo siento mucho.

-Esta bien.

Hice un chiste malo y el hizo uno peor, quedamos en que estaba bien hacer chistes "de huérfanos" y la idea de tener un código propio e interno me pareció una intimidad profunda. Algo que solo sabíamos nosotros.

La tarde también empezaba a morir pero la muerte del día es agradable. Seguíamos en el parque aun cuando divisamos la luna llena sobre el salto de agua de la fuente.

-¿Sabías que cuando la luna está exactamente sobre el salto puedes pedir un deseo?- Me preguntó después de un silencio corto.

-¿en serio?

-No, pero puedes pedir un deseo si quieres- dijo y lo empujé mientras me reía. Me reía por haber caído en la broma y por todo lo que me gustaba estar con él que me hacía no poder soportarlo, que no me entrara en el cuerpo- Está bien, pediré un deseo-concluí.

-También pediré uno

Cerramos los ojos por dos segundos y medio. Miramos la luna al unísono mientras solo se oía el agua impactar contra ella misma.

-¿Me dirás tu deseo?

-No, si te lo digo no se cumplirá

-Entonces no te diré el mío- dijo con vocecita compradora, esa que hizo cuando quería hacerme probar más dorayakis. Esa voz que me hacía sentir cómoda con mi ser. Con el mundo.

-Puedo vivir con eso.

Nos reímos y salimos del parque caminando entre silencios que se cortaban para chistes o preguntas relacionadas a Francia.

Cuando llegué a la residencia recibí un llamado de atención por aparecer pasados diez minutos del horario permitido. Atiné a sonreír mientras estaba con la cabeza baja, disculpándome. Todavía pensando en mi deseo de estar con Mikey para siempre.

Regarde le Ciel - Manjiro SanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora