Mayo 2006"Mon amour, mon ami
Je ne peux vivre sans toi
Mon amour, mon ami
Et je ne sais pas pourquoi"
Marie Laforet
Las semanas corren demasiado rápido desde que estoy en Tokio. En París tenemos demasiados períodos de receso.
Las actividades del club y de clases son muchas y apenas me dejan tiempo el resto del día. Los fines de semana los paso en la residencia con Jan y Frances enseñándonos nuestros respectivos idiomas mutuamente, a través de chistes ofensivos, insultos y formas de pedir en restaurantes.
El domingo pasado me animé a salir del radio que había recorrido en soledad durante el tiempo que llevo aquí. Yuko me invitó a Akihabara y recorrimos tantas tiendas que volví a mi cuarto con un dolor de pies que duró dos días.
Sin embargo me compré un plano de la ciudad de Tokio para ensayar croquis y caminos hacia la dirección de las cartas de mi padre, me aterra perderme en la ciudad, en cualquier parte y me aterra con qué me encontraré. Me aterra la idea de no encontrar nada y la de no atreverme nunca a encontrar.
La valentía con la que bajé del avión había disminuido, todo se veía gigante desde mi perspectiva. Los edificios, las personas, las puertas, las señales de tránsito, las pocas que podía reconocer. Me sentía escasa, insuficiente y muy a mi pesar, perdida. Un miedo que se materializa sólo en la mente puede ser igual de peligroso que lo netamente real.
Transitaba las clases casi con inercia porque mi cerebro iba como un sube y baja con dos temas: mi madre y Takashi Mitsuya. Lo veo sentarse delante del pupitre de Yuko, del lado de la ventana. En ocasiones se da vuelta y me sonríe, es como si todo el salón de clases se moviera en esos tres segundos de interacción entre sus ojos y los míos. Me alimenta de fantasía lo suficiente para separarme del piso un rato largo hasta que Yuko me avisa que la clase terminó o que el profesor me está pidiendo que lea en voz alta o pase a la pizarra.
Varios docentes están asombrados con mi habilidad en matemáticas, química y ciencias en general. La profesora de japonés me dió un diccionario adicional para poder entregar mis tareas a tiempo como mis compañeros. Una cree que sabe japonés hasta que tiene que volverlo su lengua materna y cotidiana.
Pero los elogios académicos son aniquilados cuando recibo un reconocimiento de Takashi por cualquier cosa. Había encontrado una forma agradable de existir a través de su percepción sobre mi. El edredón pudimos venderlo gracias a los arreglos que le hice acompañados de un bordado en las puntas para darle un toque diferente. Me dormí en ese logro y la voz de Takashi fue mi canción de cuna.
Hablamos de banalidades a la salida del club todos los días, voy con mi skateboard en la mano mientras él me cuenta la vida y obra de sus hermanas y que debería conocer a sus amigos. Las diez cuadras entre la escuela y la residencia se vuelven cada vez más cortas. Anochece más rápido desde que Takashi levanta su mano derecha para despedirme.
Quería contarle sobre mi madre pero tenia miedo de quedar como una demente o peor, que sus halagos se convirtieran en lástima. Odio la lástima, te coloca un escalón más abajo que la nada. Te absorbe tu condición humana para volverte indefensa, vulnerable. El blanco fácil y preferido por los hijos de puta.
No quería que nadie sintiera eso por mi, mucho menos Takashi. Me exijo más de la cuenta porque puedo y porque me asquea que me miren como si fuera inútil o incapaz. Aunque me tiente decírselo, solo porque busco un poco de guía en este monstruo llamado Tokio, debo hacer esto sola. Mi boca sangra otra vez de solo armar un pensamiento sobre ello. La incertidumbre me hace escupir pedazos de mi piel interna. No hay té,ni en la residencia ni en Japón, que alivie el malestar.
La luz de la luna se cuela por la ventana de mi habitación. Me dieron una solo para mi por ser la primera en llegar. Tengo un escritorio espacioso, una cama que me queda bastante grande y un armario de puertas corredizas con un entelado de flores de cerezo. El detalle que más me gusta es el espejo redondo frente a la cama. Sirve para hablarme a mi misma apenas me despierto en la otra punta del mundo, procuro no olvidarlo y mi reflejo me avisa. Coloqué el plano de Tokio junto al espejo, lo pegué como si tratara también de pegarlo a mi memoria, incorporando el hábito de verlo hasta finalmente pasar a la acción.
Volví a pensar en el sentimiento de lástima mientras intentaba dormir. No quería sentir lástima de mí misma por no intentarlo, ni quería quedar en vergüenza pero ya estaba embarcada y peor sería llamar a mi padre y rogarle volver a casa.
Mi celular sonó y lo abrí esperando el clásico mensaje de Camille a deshoras. Descomprimí la mandíbula al ver que había recibido un mensaje de Takashi, me senté en la cama como quien despierta de una pesadilla.
De Takashi Mitsuya:
"Perdón por la hora, Ciel.
Te noté algo preocupada al despedirnos. ¿Todo está bien?"
Le escribí que quería ir a Shibuya a cierto lugar a obtener información sobre mi madre, a quien nunca he visto, al mismo tiempo que unas líneas más abajo le escribí si podía irme ya mismo con él porque tengo miedo de estar sola conmigo. Lo borré.
"Hola, Takashi.
Estoy bien, solo estoy aun acostumbrándome al cambio de horario.
Lamento que te hayas preocupado.
Envía saludos a Mana y Luna"
La respuesta se hizo esperar, no sé si pasaron tres mil años o diez minutos pero no paraba de abrir y cerrar mi celular como si eso fuera a acortar la espera. Me miré al espejo frente a la cama y mi semblante había cambiado drásticamente. Sentía hasta el pecho más grande, el cabello más sedoso. ¿Tanto me importaba existir para el reconocimiento de los demás? me asqueé de solo pensarlo. Aunque adoraba que Takashi me tuviera tan en cuenta como para enviarme un mensaje a casi la una de la mañana. Me miré nuevamente al espejo y noté mi sonrisa estúpida, luego miré el plano de Tokio con un poco de luz de luna de sobre el margen y recibí una respuesta de mon ami Takashi, una respuesta en forma de llamada. No pude ver al teléfono y al espejo al mismo tiempo pero estoy segura de haberme desgarrado los párpados mirando su nombre brillando en la pantalla de mi celular. Empezó a comerme la torpeza pero pude responder.
Hablando en susurros porque sus hermanas dormían me invitó a hacer algunos mandados para el club al día siguiente. Contesté tan rápido que no le dejé terminar la pregunta, Takashi rió despacio y prometió buscarme en la residencia.
Quise llamar a Camille cuando corté, quise despertar a Jan y Frances. Quise mensajear a Yuko, di saltos en la cama para confirmarme que no estaba soñando
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Regarde le Ciel - Manjiro Sano
FanfictionCiel es una adolescente perdida que intenta reconstruir su identidad durante un viaje de intercambio a Tokio. En el camino se cruzará con nuevos amigos y quizás con un nuevo amor. Este fanfic de Tokyo Revengers está registrado bajo licencia. Todos l...