Junio 2006

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Junio 2006

"Have you no idea that you're in deep?

I've dreamt about you nearly every night this week

How many secrets can you keep?"

Arctic Monkeys

Empezaron las vacaciones de verano y tengo más tiempo para recorrer la ciudad. Hace dos semanas fue mi "cita" entre infinitas comillas con Takashi, fuimos a Shibuya e hicimos todas las compras correspondientes a una lista que elaboró Yasuda. Me sentí estúpida toda la tarde, Takashi fue puntual a la hora de buscarme pero poco concreto con la información que me dió por teléfono. Cuando salí estaba él acompañado por un muchacho de casi dos metros llamado Hakkai Shiba.

No pude ocultar la molestia y Takashi solo se disculpó por no avisarme y nos presentó. El muchacho actuaba en modo estatua y solo activaba su cuerpo cuando hablaba Takashi. La secuencia fue penosa e incómoda, no pudimos hablar como solíamos hacerlo. Cada vez que quería emitir una palabra un "Taka-chan" seguido de un halago exagerado me opacaba. Llegué a identificar la misma sensación de molestia de cuando compartía salidas con Camille y Noel, la de un voyeur que no quiere serlo.

Al final nos encontramos con la hermana de Shiba, una chica preciosísima llamada Yuzuha. Increíblemente más simpática que su hermano aunque solo la vi por unos diez minutos hasta que se llevó al tótem. Takashi le acarició la cabeza y eso ya era más de lo que se había acercado a mi. Sentí envidia y fue lo que faltaba para desear huir. Toda la situación me excluía por completo, no tenía nada que ver conmigo.

Cuando se fueron el presidente del club de costura recuperó la galantería con la que me trataba en la escuela. Sin embargo, yo ya estaba lo suficientemente molesta y no lo dejé acompañarme al regreso. Me fui con los encargos de Yasuda alegando mi cercanía con la escuela y me despedí con una sonrisa forzada. Me volteé a los diez pasos esperando encontrar la mirada de Takashi y solo me encontré vacío.

Mi celular no ha sonado con su presencia si no con la de Camille, Yuko, mi padre y tía Carol. Eso me enoja aún más, cómo se atrevía a no escribirme. Cómo podía ser tan egoísta.

No quise contarle a mi mejor amiga lo que había pasado, preferí guardarme la humillación para mi. Mi padre pregunta insistentemente si estoy bien, lo que aumenta mi irritabilidad.

No obstante la parte positiva es que todo este enojo desembocó en mi viaje a Shibuya hacia la dirección de donde llegaban las cartas de Rumiko a mi padre y viceversa. La pseudo cita con Takashi me sirvió para tomar puntos de referencia desde la estación del tren hacia el lugar.

Había buscado su nombre en internet pero había demasiadas mujeres llamadas así y la conexión de la residencia es de uso compartido. Prefiero ser una cueva oscura, no mostrarle mis huecos a nadie.

Llegué a la dichosa cuadra y mi escudo protector constituido de rabia se transformó en nervios. Me temblaban las rodillas, comencé a caminar más lento por eso y por buscar la numeración correcta.

Mientras el dolor de mis dientes aumentaba me iba dando cuenta del aspecto del lugar, parecía ser más una zona comercial, distinta a las zonas residenciales que había visto en el camino. Me detuve en donde debía ser. Era un edificio en pleno centro de Shibuya, más precisamente en un lugar lleno de bares y clubes nocturnos, volví a sentirme enojada y me escondí en un callejón a ver el plano de Tokio y la dirección de las cartas por milésima vez.

Se supone que estaba en el lugar correcto y cuando entré al edificio, después de darle cinco vueltas a la manzana, estaba al borde del llanto.

Me detuve en el pasillo de entrada donde hay un ascensor y carteles de neón, el dolor de mis dientes ya era indescriptible y subió hasta mi frente. Mi padre enviaba cartas a un burdel. Estaba fucsia igual que los carteles anunciando prostitutas como masajistas y acompañantes. Me quedé absorta hasta que escuché pasos y me asusté.

Regarde le Ciel - Manjiro SanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora