Al principio fue difícil acomodar las cosas, y el carácter de mi hermana no ayudaba en nada. Ya eran las 6 de la tarde pasadas y solo me faltaba subir unos bolsos más, supongo que serían 4 o 5. No estaba dispuesta a seguir subiendo y bajando la escalera, así que tome todos los bolsos, los apile, e intente subir la escalera. Cuando tan solo había subido unos cuantos escalones me golpee contra algo duro que me hizo perder el equilibrio y casi caigo para atrás pero por algún motivo nunca toque el suelo. Cuando la impresión del momento ya había pasado pude acomodar las ideas y centrar la vista. Me di cuentan de que alguien me estaba agarrando del codo. Mire la mano y luego seguí todo un recorrido por su brazo hasta encontrarme con sus ojos. Según lo que yo había estudiado y leído, la forma de su cara era corazón, su tez era de un blanco opaco. No se si era por la oscuridad que había en el pasillo, pero me llamaron la atención sus ojos negros, nunca había visto ojos totalmente negros, tal vez marrón muy oscuro pero negros no.
-Oye ¿estas bien?-. Me pregunto mientras yo me seguía baboseando por su rostro tan simétrico y perfecto.
-Si, claro-. Estaba enfrente del chico más sexy que había visto en mi vida y solo puede balbucear 2 palabras, como me odie en aquel momento.
-disculpa, bajaba las escaleras corriendo y no me di cuenta de que alguien subía- Saco una moneda de chocolate de su bolsillo y me la extendió- ¿Me perdonas?, por cierto soy Matt- Al terminar de pronunciar estas palabras me lanzo una pícara sonrisa.
Tome la moneda y la guarde en mi chaqueta.
-No estoy muy segura, Matt. Quizás pueda perdonarte si me ayudas a recoger todos estos bolsos y llevarlos a mi departamento. No te espantes, es el segundo, solo son unos escalones más.-.
-No te preocupes, creo que podre resistirlo-. Dijo en tono simpático y cargo 3 de los paquetes.
Cuando llegamos al departamento apoye las otras dos cajas en el suelo y busque el juego de llaves que me había dado mi padre esa mañana. Tome la más larga y abrí la puerta. Cuando abrí un az de luz se filtro y llego al pasillo. Me voltee para darle las gracias a Matt y me sorprendí al verlo. Su físico. No se como no me había dado cuenta de los músculos que tenía en los brazos. Pero no eran esos músculos super inflados, eran más bien de esos que son pura fibra y resistencia. Supuse que su estómago debía ser plano y sus piernas eran de ciclista.
-Bueno, me costo pero resistí-. Me dijo cuando descubrió que lo estaba mirando asombrada.
- Gracias por haberme acompañado, ¿quieres pasar a tomar un vaso de limonada? la hice yo misma.-.
- Aunque el hecho de que la hayas hecho tu es tentador, debo decir que no pero gracias de todas formas.-.
- Ok, adiós, te veo luego-.
-¡Espera!, No me has dicho tu nombre-.
-Soy Abie, Matt-.
Me miro de una forma extraña, sonrió, saludo y se marchó.
-Nunca creí que lo de conseguir novio fuese tan en serio-. dijo mi padre que había escuchado todo desde la cocina.
-Solo es un muchacho que me ayudo a cargar los últimos canastos-. Trate de que no se diese cuenta de la felicidad oculta tras mi voz.
-Ojala solo sea eso, 16 años no es edad para... no es edad para nada.-.
- No te preocupes. Se que 16 años no es edad para "nada".- le dije en un tono sarcástico.
-Mejor así-.
-Oye ¿qué estas preparando huele delicioso?-.
-Poyo con patatas. Pero aún me falta un rato. Puedes ir a acomodar la ropa a tu armario junto con Amber, y tal vez te encuentres con una buena sorpresa-.
Fui a nuestro cuarto. Amber ya lo había transformado a su gusto. Las paredes blancas las había empapelado de posters de bandas de rock que nadie conoce, ya había puesto sobre su cama el cobertor negro con las sábanas fuccias y había acomodado su maquillaje.
-No te preocupes pequeña monstruo, respete la mitad del ropero-. me dijo en cuanto escucho que alguien abría la puerta-.
-Ok- le respondí y me dirigí al ropero, estaba de humor para sorpresas.
-Si estas buscando la "sorpresa" esta en el segundo cajón. No te ilusiones, solo es una mochila estilo camuflada, llena de cuadernos, carpetas y una cartuchera, las clases empezaran el lunes, te queda un día de libertad-.
En ese momento me di cuenta de que mientras compartiese mi cuarto con Amber, tendría que resignar mi intimidad.
-¿Y qué harás tu?-.
-Supongo que dormir hasta el medio día, desayunar y salir a pasear por la gran san Francisco-.
Empece a ordenar mis cosas. Puse mi cobertor Amarillo en la cama, ordene mi ropa en el ropero, acomode mis zapatos y puse una foto en la que andaba en bicicleta con mi madre años atrás.
-Quita eso de ahí- Rugió Amber.
-No quiero-.
- El día que me importe lo que quieres te lo informo. Saca esa foto-.
-No tengo porque hacerlo. Crees que eras la princesita de la casa, pues no, y no tengo porque cumplir con tus caprichos.-.
-Eres una vaca idiota-.
-y tu un muestrario de tintura.-.
-Niñas a comer-. Grito mi padre.
Ambas fuimos a lavarnos las manos y luego a la mesa.
-les prepare unas patatas con salsa exquisitas-.
-¿No pensaste en preparar algo sano?- Típico reclamo de mi hermana.
-De hecho si, pero como sabe que no estudias ni tienes trabajo pensó que sería una buena idea dejarte algo para hacer. No vaya a ser que te des cuenta de que eres una inútil y te nos deprimas o te cortes las venas-. Le conteste.
-Abie, no seas grosera, y tu Amber entérate de que eso no es un restaurante, tienes dos opciones, el menú del día que te lo preparo con mucho gusto, o lo que tu te prepares, no me sentiré ofendido si prefieres prepararte algo con las dos manitos que dios te dio.-.
-Cambiando de tema- El aire ya estaba muy denso. -¿porque no me habías dicho que mañana empezaba la escuela?
-Porque sabía que Amber te lo diría-.
-¿A qué escuela iré?-.
-Al Royal Institute, esta a 7 cuadras de aquí. No necesitaras uniforme-.
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El precio de la corona
Non-Fiction41% hambre 38% laxtantes 19% dolor 2% comida 0% limites (2014)