-Apúrate monstruito, recuerda que solo hay un baño-. No dejaba de gritarme Amber desde el otro lado de la puerta. Comprendía que estuviese enojada. Yo estuve un largo rato preparándome. Hoy era el gran día y debía tener un gran maquillaje, ya que era la protagonista. Decidí que lo mejor sería usar unas sombras rosas metalizadas que entonasen con mi tutu y mi maya rosadas y mis zapatos plateados con brillos. En los labios utilice un labial rojizo que resaltasen el acuático color de mis ojos, y para seguir con el estereotipo de bailarina me recogí el colorado y rizado cabello formando un elegante rodete. Me veía bastante bien. En mi planificado atuendo solo había una cosa que desentonaba. Mi barriga. Cada vez comía menos pero estaba más gorda. Los laxantes ya no me hacían efecto y por los cigarrillos no me alcanzaba el dinero para comprar pastillas de dieta.
-Estoy saliendo-. Le conteste a Amber mientras retocaba por última vez mi maquillaje. Al mirarme al espejo me daba cuenta de que Amber siempre había tenido razón en llamarme monstruo. Yo estaba muy excedida de peso, lo que desfiguraba mi cuerpo. Cuando salí del cuarto de baño mi padre estaba con las entradas en la mano, esperándome con gesto de impaciencia en la puerta. Al verme salir su expresión cambio.
-¡Qué bonita estas Abie!, apuesto a que hoy estarás genial-.
-Gracias, eso espero-.
-Apropósito, he notado que has bajado mucho de peso últimamente, y ya no comes tanto, además...-. Lo interrumpí. No permitiría que terminase frase.
-Yo pienso lo mismo papá, pero es por el ballet, ya sabes tanto entrenar es muy bueno para el cuerpo y tengo mucha presión, por eso es que ya no como tanto, pero estoy bien-. Antes de que me pudiese contestar fui a mi cuarto. Me tome una foto con el celular y la subía a el precio de la corona. ya solo quedaban 256 participantes, y yo estaba incluida. Con 39 kilos tenía posibilidades de ganar. Yo ganaría esa corona y me convertiría en "perfecta". Lo único que yo quería en todo el mundo era ser perfecta.
-LISTA-. Gritó Amber al salir del baño. Antes de salir tome mi celular y lo guarde en un pequeño bolso que llevaba para estar al tanto de como seguía el concurso el cual terminaría al día siguiente. Era emocionante pensar que en menos de 24 horas sabría quien ganaría la corona. Claramente tenía que ser yo.El teatro donde daríamos el recital era muy grande, al menos 50 filas y más de 4 pisos. Era uno de esos antiguos teatros con molduras doradas que adornan los palcos, donde las luces de neón se combinan para formar colores y el escenario esta enmarcado a los costados por un telón rojo aterciopelado. Priscila, nuestra profesora, nos indicaba como debíamos actuar y nos daba unos últimos consejos para que la noche fuese perfecta. Todas estaban bastante alteradas menos yo. Me sentía lo suficientemente agotada y mareada como para poder preocuparme por algo que no fuera mi peso. Priscila hablaba y los minutos transcurrían. Ya estaba por empezar la función. Uno de los consejos que ella nos dio para concentrarnos era mirar al público y tratar de buscar a alguien que conociéramos. No me pareció una mala idea pero no podía negarme. Comencé a mirar, trataba de encontrar a mi padre y a Amber. No fue difícil, estaban en uno de los palcos más altos. Luego mi mirada se dirigió a la primera fila. Allí estaba Matt. Por su expresión deduje que no estaba muy contento, y se lo veía bastante serio. Al verlo deje de sentir el dolor de mi cuerpo. Creo que podría haberlo estado observadolo durante horas si sonido de mi celular no me hubiese despertado del trance en el que la presencia de Matt me había sumergido. Era una notificación de "el precio de la corona". No podía creerlo, seguro me habían dicho que era perfecta. Los ojos se me llenaron de lágrimas, abrí la notificación, quería ver como me estaban felicitando las demás concursantes.
Estimada Abie,
tu esfuerzo por seguir siendo parte de la competencia ha sido memorable. Sin embargo, nos vemos con la difícil tarea de comunicarle que ha quedado descalificada de la competencia. Aunque la cantidad de peso que ha perdido en las últimas semanas es sorprendente, no tiene el cuerpo necesario para alcanzar la categoría de perfecta. Mañana publicaremos quien es la ganadora, entonces usted podrá ver lo que es una chica delgada, una chica perfecta, una real amiga de Ana y Mía. Esperamos que no se desanime y trate de empezar alguna dieta, tal vez en el próximo concurso pueda llegar más lejos. Gracias por participar.
No. No. Definitivamente NO podía estar pasándome esto. Me pasa por mentirme a mi misma. ¿Como pude creer que tenía alguna chance de ganar? Una gorda, eso es lo que soy. No había que ser un genio para darse cuenta de que nunca lograría ser perfecta. Estaba obesa, y tenían razón las organizadoras del concurso. Necesitaba urgentemente hacer una dieta o algo. Mi gordura ya era excesiva, y como si fuera poco la gente se me burlaba, gente como mi padre, que me decía que estaba delgada para hacerme sentir bien cuando sabía que era una ballena. Sentía lastima por mi por mi sobrepeso.
-Cinco minutos-. Grito Priscila. No creía ser capaz de bailar. Con la ajustada maya se marcarían mis rollos y Matt los vería. Le daría más asco del que ya le daba. Pero no podía renunciar ahora, no después de haber practicado tantas horas durante tantas semanas. Me dí cuenta de que la función ya había comenzado cuando se apagaron las luces y la música comenzó. El escenario era iluminado por una fría luz azul. Todas mis compañeras entraron bailando, yo entraba un poco después, luego de que ellas se pusieran a los costados yo debía entrar danzando por el medio. Ya entendí. Ahora entendía todo. Priscila no me había puesto como protagonista porque yo bailara bien, lo había hecho para que este menos tiempo en escena de lo mal que bailaba.
Ya era mi turno. Trate de recordar mis pasos a la perfección. Mis movimientos eran delicados y firmas a la vez. Mientras bailaba sentía la luz de los reflectores que me iluminaba directamente al rostro. Mi dolor de cabeza se intensifico. Comencé a tropezarme con mis propios pies y caía al suelo. Solo recuerdo que la música se paro y Matt vino corriendo a mi lado. Tomo mi cabeza entre sus manos y comenzó a gritar mi nombre. Su expresión era igual a la del día en que Sophie murió. Luego mi vista se nublo y mis ojos se cerraron.
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El precio de la corona
Non-Fiction41% hambre 38% laxtantes 19% dolor 2% comida 0% limites (2014)