Esa fue la primera mañana en mucho tiempo en la que no escuche mi canción favorita "help". Sabía que al día siguiente comenzaría las clases en un nuevo instituto, y quise descansar bastante como para tener suficiente energía para recorrer San Francisco. A las diez pasadas, entró mi padre en la habitación y subió la persiana de a poco mientras me cantaba un versito.
-Hay que despertarse mi corazón, vamos, levántate. ya salió el sol.-.
Lo desafinado de su voz me obligo a levantarme, y me senté en la punta de la cama. -Buen día pa-.
-Hola cariño, veo que tuviste una buena noche.-. decía mientras acomodaba las almohadas de Amber que estaban esparcidas en el suelo.
-¿Donde esta Amber?-.
-Salió a correr a una plaza que esta cerca de aquí. Creo que son 6 o 7 cuadras, Tal vez 8. Apropósito, hay problemas con las tuberías, no te preocupes, ya llame al plomero. El problema es que no te puedes duchar. Sin embargo un vecino me contó que a dos cuadras hay un gimnasio, la primera clase es gratis, e incluye las duchas-.
-Bueno, si no hay más remedio-.
-No te desalientes. Te daré unos dolares para que en el camino te compres tu desayuno-.
-Gracias, bueno... te parece si... te vas.-
-¿por?-.
-Pues...- hice una pausa, la situación ya era muy incómoda- Debo cambiarme-.
-CIERTO, CIERTO, disculpas lo olvide, ya me voy, lo siento-.
Una vez que se había ido y cerrado la puerta abrí mi armario. Tenía que elegir algo apropiado para ir a sudar a un gimnasio, y yo no era muy deportista que digamos. Costó encontrar algo que me quedara. Finalmente opte por unos shorts grises con dos líneas rosa fluorescente ubicadas verticalmente, una musculosa a juego, un par de medias y unas zapatillas deportivas blancas con cámara de aire. El cabello me lo recogí con una banda blanca. En un pequeño bolso azul puse un vestido floreado y unas sandalias, además de un poco de ropa interior.
Me dirigí a la cocina, había 7 dolares sobre la mesa. Los guarde en el bolsillo trasero de mi pantalón y tome mi juego de llaves. En las escaleras esperaba encontrarme con Matt, pero él nunca apareció.
Luego de pedir indicaciones a 3 personas distintas logre llegar al gimnasio que estaba a 9 cuadras, el nombre del gimnasio era get fit. En el mostrador había un muchacho de cabello rubio y revuelto y ojos color miel. Se notaba su barba de que no se había afeitado durante 2 días.
-Hola-. Él estaba revisando unos papeles y tuve que llamar su atención de alguna forma.
De repente me vio y levantó la vista. -Hola disculpa, cuentas y esas cosas, ya sabes-.
-Si claro. Vengo por la clase de prueba, acabo de mudarme y me recomendaron este gimnasio-. Claramente no iba a decirle que en mi departamento no había agua y que necesitaba donde ducharme.
-Si, por supuesto.- Me contesto y empezó a revolver cajones buscando algo. -En este folleto tienes los precios por horas a la semana, días, ofertas, promociones y las clases especiales y de danza que damos-.
-Bueno, gracias. creo que por hoy un poco de cinta estará bien-.
-Imagino que no sabes programarla-.
-De hecho... no-.
-Te ayudare-.
Se levanto de su mullida silla giratoria y me acompaño a una de las cintas.
-¿cuanto tiempo crees poder resistir?-. Sinceramente no era el muchacho más agradable que hubiese conocido. Aún no me había dirigido ni una sola sonrisa.
-Supongo que si camino a un ritmo moderado, unos 30 minutos-.
-Ok. Te la programare a 3 Km/hr durante media hora. Cualquier cosa que necesites estoy detrás del mostrador. Soy Zed.
-Gracias-.
Zed no contesto.
A los 6 minutos estaba bañándome en sudor. Desde ates de que yo llegara, había una chica al lado mio. La pantalla de su cinta indicaba que estaba corriendo a 8.5 Km/Hr y me sentí un poco intimidada. Sus piernas eran muy delgadas al igual que sus brazos y su torso. Su cabello era castaño, no muy largo y bastante lacio, sus ojos café y sus labios eran gruesos. En su hombro tenía una extraña cicatriz, tenía forma de A.
-¿nueva en el GIM?- pregunto viendo mi patética imagen.
-si-.
-¿cómo te llamas?-.
-Soy abie ¿y tu?-.
-Conny, ¿qué haces aquí?, no creo que este sea el tipo de sitios que frecuentas.-.
-En realidad vine a aprovechar las duchas, en donde vivo hay problemas con el agua-.
-No te ves muy bien. Yo que tu me tomaría una ducha tibia, me cambiaría de ropa y compraría unas barritas de cereal o algún yogur.-.
Ya estaba harta de que me mirasen como bicho raro en el gimnasio por tener sobre peso. Tome mis cosas y fui a las duchas. Me cambie de ropa y me fui sin saludar al grosero de Zed.
Tome mi celular y busque los puntos turísticos de San Francisco. Considerando mi presupuesto y lo que había en mi chanchito, decidí que por la tarde tomaría un taxi para ir al teleférico.
En el camino de regreso a mi departamento, a media cuadra de la puerta de entrada, encontré un perrito negro. En cuanto lo vi comenzó a gruñirme. No supe que hacer. Por las dudas no me acerque ni le hable. Pensé que lo mejor sería darle la mitad de mi sándwich. Por suerte le gusto el queso, el jamón, el tomate y la lechuga. El perrito me sonrió y comenzó a mover la cola. En definitiva solo tenía un poco de hambre y no sabía pedir bien las cosas pero si agradecerlas. Decidí que el perrito se llamaría Bloom, por orlando Bloom y más tarde me acompañaría en el teleférico.
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El precio de la corona
Non-Fiction41% hambre 38% laxtantes 19% dolor 2% comida 0% limites (2014)