Capítulo 30

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Sin darme cuenta volvía a ser lunes. Ese horrible día de la semana en el que sabes que por los próximos cinco días sos prisionero de la responsabilidad que te toque. De todos modos los lunes se habían vuelto mucho más relajantes que los fines de semana, porque el clases no me sentía culpable si no hacía ejercicio, en cambio en los fines de semana era obligatorio. Lo bueno era que cada vez estaba más linda. Había pasado de ser una ballena de 90 kilos a una obesa de 50. Aún me faltaba mucho por bajar pero sabía que cada vez estaba más cerca de la perfección. No me importaba tener las uñas quebradas, o que el pelo se me estuviese empezando a caer por mechones, o que cada vez tenía más frío, nada de eso importa a la hora de ser perfecta. Además también tenías mis recompensas. Por ejemplo cada vez era mejor en mi clase de ballet y las faldas me quedaban como a ninguna otra porque con 40 kilos menos descubrí que tengo muy lindas piernas. Ahora cada vez que caminaba por los pasillos de la preparatoria todos los muchachos se volteaban a mirarme. Y lo que le daba mejor sabor a mi victoria era que Rebecca seguía sin venir a la preparatoria. Era obvio lo humillada que se sentía por mi belleza.

-Hola Conny, veo que Rebecca no se anima a venir. No la culpo debe ser duro enfrentarse con esto-.

-No le llegas ni a los talones a Rebecca y la verdad es que no se porque esta faltando-.

-Es obvio, porque se siente humillada. Fue destronada por la nueva reina de la preparatoria-. Dí una vuelta en el lugar sacudiendo mi espeso cabello rojo y rizado, y la mire fijamente a los ojos.
-Claro, la reina harapienta. Date cuenta de que aunque hallas mejorado tu físico te ves como una pobretona con esa ropa que usas de la temporada de 1996-. Aunque no quisiese admitirlo Conny tenía razón, toda mi ropa era bastante vieja, necesitaba algo que este a la moda.

-No importa, hoy mismo iré de compras y comprare todo lo que una reina como yo se merece-.

-Claro, con el sueldo de tu padre no compras más que unos aretes en un bazar-.
Me di media vuelta y me fui fingiendo que no la escuchaba. Tenía razón, mi padre no tenía dinero como para comprar ropa de moda y menos con las cuentas del hospital y la mudanza. Tenía que conseguirlo de una forma u otra.

Las clases fueron tan aburridas como de costumbre, en mi preparatoria era más probable morirse de aburrimiento que por no comer. Cuando salí de clases Matt estaba esperándome apoyado contra la puerta de la preparatoria, su expresión era demasiado seria. Considerando que él era un chico muy sereno me asusto el hecho de que estuviese inquieto.

-Tenemos que hablar-. Me dijo mientras me tomaba del brazo cuando estaba saliendo.

-Ya te explique de la mejor forma posible que vos y yo no tenemos nada de que hablar-.
-Mira Abie no estoy aquí para soportar tus caprichos de diva porque bajaste unos kilos, vengo a hablar en serio-.

-Mira tesoro, te explico que a mi me bajas el tono, eso en primer lugar, en segundo lugar yo no manejo tu agenda, por lo tanto vos no manejes la mía. En este momento no puedo hablar pero estoy segura de que después de mi clase de ballet no tengo nada que hacer-.

-¿Qué te pasa Abie? Estas distinta, cuando te conocí eras alegre y sensible-.
-Te cuento que paso, madure-. Yo no tenía nada que hablar con alguien como Matt, ahora todos en la preparatoria se fijaban en mi chicos más guapos, con más dinero y más interesantes. Además ese no era momento de pensar en Matt, era momento de llamar a mi padre para que me de dinero para renovar mi guardarropa. Le marque con el celular, el número era algo así como 11 5412 6565 o algo parecido si no me equivoco. Sonó tres veces antes de contestarme.

-Hola-.

-Hola papá-.
-Hola cariño que sorpresa que me llames-.
-Si, si. Necesito unos libros para la preparatoria, son importados, así que son bastante caros, ¿Dónde hay dinero para que los compre?-.

-¿Cuanto crees necesitar?-.

-1000, 1200 dólares-.

-Esta bien-.

-¿Me darás el dinero?-.

-Si, te daré 20 dólares para que lo fotocopies de algún compañero-.
-Como voy a fotocopiarlo, sería la burla de mi clase-.
-Hija sabes bien que no tengo ese dinero-.
-Esta bien gracias por nada.-

-Pero hija entien...-. Corte la llamada antes de que pudiese echarme en cara todo lo que debía de la cuenta del hospital. No importaba. Si él no quería darme el dinero había muchas otras formas de conseguir el dinero.

Me puse los mejores jeans de mi hermana con una remera color salmón que estaba diseñada para tener un hombro al descubierto. Me recogí el cabello y me puse unas gafas de sol. Quería ir al shopping luciendo como una chica rica, era parte de mi plan. También lleve mi mochila y 230 dólares. Unas vez en el shopping entre a una de las tiendas más caras y con la mejor ropa de marca. Tome un montón de ropa que me lleve a los probadores, al menos 14 prendas aunque solo algunas de ellas me interesaban. Pensaba llevarme una blusa color verde pastel un poco traslucida, una camisa a cuadros y una pollera plato celeste. A esa tres prendas les recorte las etiquetas con el código y las guarde en mi mochila. Después de todo había entrado con 14 y salía con 11. ¿quien notaría la diferencia? Cuando salí del probador me quejaba porque nada me entraba.

-¿Señorita piensa comprar algo?-.
-No, es increíble que nada de esto me entre. Lo único que me quedo bien y me llevare es esta blusa-. Era una común y corriente pero solo valía 40 dólares, y era muy sospechoso que me fuese con las manos vacías.
-Perfecto- Dijo la vendedora mientras me cobraba la blusa.

Ya tenía ropa nueva y no me había costado ni un dólar. Volví al departamento y comencé a hacer algunos ejercicios de precalentamiento para la clase de ballet. Además ahora debía practicar mucho más duro que antes. Cada vez faltaba menos para el gran recital, en el cual yo sería protagonista.

La clase fue igual que siempre aunque me sentía un poco mareada, de la nada comenzaba a dolerme la cabeza y el estomago. Lo único distinto fue cuando salí de la clase de ballet, estaba Matt.
-¿Qué quieres?-.
-Tengo que hablar contigo de algo que es más importante para ti que para mi-.
-¿De qué?-.

-De la playa-.
-Mira Matt pensé que me habías entendido cuando dije que ya no me interesabas, ahora puedo conseguir al que quiera.-.
-No estaría tan seguro, no muchos tipos quieren a una mamá como novia-.
-¿De qué hablas?-.

-De que en la playa no nos cuidamos, dime Abie ¿Te ha venido este último mes?-.

Cuando Matt termino de decirlo recordé que tenía como una semana de retraso, y era cierto que el la playa no nos habíamos cuidado, pero no podía estar embarazada. De pronto me puse pálida y comencé a traspirar, me había bajado la presión.

-No.- Le conteste, mientras me acostaba contra la pared, había perdido el equilibrio. Como podía ser tan tonta. Habíamos tenido sexo sin protección y yo no me estaba cuidando de ninguna manera. Ya lo había perdido todo. No podía ser mamá a los 16, era una pesadilla, y menos ahora que estaba empezando a disfrutar ser popular. Al cabo de segundos las primeras de muchas lágrimas comenzaron a deslizarse por mi mejilla. Matt se agacho a mi lado y me las seco con su pulgar. Con su tacto recordé lo sexy que podía ser cuando se lo proponía.
-No estas sola Abie, no te dejare sola-.




El precio de la coronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora