El rosa es más tierno. Pero el verde agua me queda mejor. El rosa es más nuevo. El verde agua es más cómodo. El rosa es de marca. El verde esta de moda. Creo que fue la primera vez que me costo tanto decidir que piyama ponerme. Quería que Sophie y Rebecca se llevasen una buena impresión de mi y que Conny no se arrepintiese de haberme invitado. Decidí que como eran chicas populares lo mejor sería llevar el rosa. También unos juegos de cartas, el uniforme y las carpetas.
Cuando ya estaba lista fui al comedor a decirle a mi padre que ya podía llevarme.
-¿A donde vas pequeñas monstruo?- Me preguntó Amber.
-A la casa de una nueva amiga. Me invito a una piyamada-.
-Papá, ¿cuanto dinero tienes?-. Pregunto con preocupación en su rostro.
-Un poco por, ¿porque preguntas?, ¿necesitas dinero?-.
-Yo no. Tu lo necesitaras para el rescate de Abie. Como si fuese posible que alguien la haya invitado a una piyamada-.
-Entérate de que si me invitaron a una piyamada y suponiendo que me secuestren tu puedes trabajar para juntar dinero en tus tiempo libre. Osea, tiempo completo-. La verdad es que a mi también me parecía raro pero prefería que me rapten a darle la razón a Amber.
-Pues lo más extraño es que.-.
-YA BASTA-. Gritó mi padre enojado. -NO PUEDE SER QUE SEAN HERMANAS Y VIVAN IMAGINANDO FORMAS DE AGREDIR A LA OTRA. DEBEN RESPETARSE, CUIDARSE, QUERERSE Y PROTEGERSE POR DIOS. UNA PALABRA MÁS Y AMBER COMIENZA A TRABAJAR Y TU NO IRAS A ESA MALDITA PIYAMADA-.
Hubo un incomodo silencio y luego un intercambio de miradas. Luego mi padre abrió la puerta y me hizo un gesto indicándome que pase. Cerró la puerta con llave y comenzamos a bajar las escaleras. Subimos al auto. En el auto ninguno de los dos dijo una sola palabra. Él estaba realmente enojado y cuando se enoja no habla. En su mano derecha tenía el papel con la dirección de la casa de Sophie. Cuando llegamos me di cuenta de que su "casa" era un edificio en el centro muy bien iluminado y con un variado jardín. Baje del auto y salude a mi padre con un beso. Él se quedaría esperando en el auto hasta que entrase.
Toque el timbre del 9A. Desde el portero Sophie pregunto quien era y conteste. En unos segundos ella ya estaba abajo abriéndome la puerta. Le hice una seña a mi padre, él arrancó y se fue.
-Te estábamos esperando-. me dijo mientras apretaba el botón para que se abran las puertas del ascensor.
-Entonces, ¿hoy me constaran un poco sobre su club?-.
-Si.-.
La verdad era que yo estaba muy emocionada por saber de que se trataba. Por lo que había entendido no se trataba de ningún tipo de manualidades y que Rebecca lo lideraba.
Las puertas del ascensor se abrieron y bajamos, luego abrió la puerta y entramos.
-Hola chicas-. Nos dijo Rebecca.
-Te estábamos esperando.- dijo Conny.
-Hola, ¿Donde están tus padres? no saludar sería muy grosero de mi parte-. Le dije a Sophie.
-Si no me equivoco mi padre esta en un safari en África con su nueva esposa y su nueva hija y mi mamá salió a bailar con sus amigas, en busca de una conquista nocturna-.
-¿Estas sola?-.
-No estoy con ustedes. ¿Qué es ese paquete?-.
-En el camino compre un pastel de chocolate, tiene crema. Me pareció un buen detalle para después de cenar. Por cierto ¿Qué hay de cenar?-.
Se miraron entre ellas como si hubiese dicho algo terrible, algo imperdonable.
-Luego te contamos que hay de cenar. Mientras tanto guarda el pastel en el refrigerador. Antes de comer te contaremos un poco sobre nuestro club-. Dijo Rebecca indicándome con la cabeza donde estaba la cocina.
El departamento era muy amplio, el living no tenía paredes, solo ventanas por las cuales se podía ver todo San Francisco de noche. Los sillones eran blancos, las cortinas color crema, los pisos de madera plastificada y la mesa de el comedor también era de madera con sillas a juego.
La cocina tenía una isla en el centro y una barra con tres banquillos rojos y altos. El refrigerados era gris metalizado, de dos puertas y con el dispenser de hielo. Aquel era realmente un departamento soñado.
El cuarto de Sophie parecía un set de película. Tres de sus paredes eran blancas y la otra era puro vidrio. Su cobertor era de un violeta tono vino con almohadones verdes que combinada con su alfombra. Su mesa de noche era blanca y tenía un velador violeta y verde. También tenía un escritorio, tres puff blancos y un espejo que llegaba hasta el piso. Por último su lampara era una araña rosa llena de lucesitas led. Realmente era una niña rica.
-Me encanta tu cuarto-. Debía ser sincera.
-Gracias-. Me dijo Sophie mientras se sentaban el suelo y me hacía una seña para que yo también me siente.
-Bueno, vamos a explicarte de que trata nuestro club-. Dijo Rebecca mientras buscaba algo en la laptop. -Nuestro grupo es de princesas. Antes de que pienses cualquier cosa no nos disfrazamos de Blancanieves ni de la bella durmiente. Nosotras nos esforzamos por ser princesas-.
-Sinceramente no te entiendo de que hablan.-.
-Espero que estas fotos te ayuden-.
Dio vuelta su laptop y me mostró una página llena de fotos de chicas a las que se les marcaban los huesos.
-¿Son anorexicas?-. susurré espantada.
-No, somos hijas de Ana y Mía. Las mejores amigas que puedas tener-.
- y ¿Quienes son ellas?¿van a la misma preparatoria que nosotros?-.
-No. Ana es nuestra amiga anorexica como tú dices, que no come. Mía es nuestra amiga bulímica que como todo lo que desea y luego lo vomita-.
-¿y para que quieren ser sus amiga?-.
-Para ser delgadas y perfectas. Te invitamos porque creímos que podrías necesitar nuestra ayuda, si decides ser Ana te regalaremos un brazalete rojo como el nuestro para que lo pongas en tu muñeca derecha. Si decides ser Mía te regalaremos una violeta para que la pongas en tu mano izquierda. Sophie y Conny son anorexicas. Yo quiero ser una princesa Analía, por eso soy anorexica y bulímica, como fundadora debo dar el ejemplo. Eso si hay ciertas REGLAS que tenemos y debes seguir-.
La verdad es que la idea me aterrorizaba, pero ellas se veían muy bien, eran adelgazar, populares y no existía una prenda que les quedase mal. Además si bajaba de peso podría presumirselo a la tarada de mi hermana.
-Que dices ¿Aceptas?-. Me pregunto Rebecca.
-Acepto-.
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El precio de la corona
Non-Fiction41% hambre 38% laxtantes 19% dolor 2% comida 0% limites (2014)