No. Definitivamente no podía estar embarazada. Después de lo que me había costado bajar los 40 kilos no necesitaba de ningún mocoso que me arruinase el peso. Además era muy joven y mi padre me mataría. No podía creer lo tonta que había sido. Los mareos, las nauseas ahora todo tenía sentido. Aunque Matt me estrechase entre sus brazos no podía dejar de pensar como me había arruinado la vida. Un bebé representa trabajo, pañales, chupones, papilla, además si le daba pecho no solo perdería mi figura sino que también se me caerían los senos. Por fin era la reina de la preparatoria y un niño venía a arruinarme todo.
-No es tan malo-. Me decía Matt en el peor intento de la historia por consolarme.
-No, no es tan malo-. Me seque las lágrimas y limpie mi nariz, -porque no lo tendré-.
-¿De qué hablas?-.
-Voy a abortar-.
-Pero Abie, no puedes hacer eso es...-. No lo deje terminar de hablar.
-Claro tu no eres al que matara mi padre, tu no eres quien tendrá que dejar de estudiar, tu no eres el que cambiara pañales, ni el que perderá su figura, además ahora no te parece tan mala la idea de un bebé pero quiero oír que piensas en 4 meses-.
-Pero Abie, ese bebé es algo que construimos juntos, es el resultado de nuestro amor-.-Mira sobre lo de la playa...-.
-PUEDES DEJAR DE FINGIR QUE NUNCA PASO NADA, DEJA DE HACER COMO QUE LO NUESTRO ES UN INVENTO MIO, PARECES UNA IDIOTA. DEJA DE JUGAR CON MIS SENTIMIENTOS, LO QUE YO SIENTO POR TI ES SINCERO Y TE LO HE DEMOSTRADO DE TODAS LAS FORMAS QUE CONOZCO, PERO ESTA BIEN, ENTIENDO QUE AHORA QUE ENTRAS EN UNA FALDA PEQUEÑA TE EMPIECES A FIJAR EN OTROS A LOS QUE SOLO LES IMPORTA TU PESO-. Nunca había visto a Matt tan enojado. Se paró dispuesto a irse. Era cierto que yo había sido bastante grosera con él pero era porque me costaba admitir que lo amaba.
-Espera-. Le dije y estire un brazo tratando de llegar a tocarlo, solo logre rozarle la punta de los dedos, se dio media vuelta y me miró, con sus ojos. Esos ojos negros tan seductores. -Por favor acompáñame a comprar una prueba de embarazo-. La verdad era que me daba mucho miedo y además no quería que nadie me viese comprando una prueba de embarazo. Lo que pensarían de mi. Además mi padre podía enterarse y eso si que sería una catástrofe.-De acuerdo-.
Fuimos a la farmacia más cercana. Yo me quede en la cuadra de enfrente mientras el compraba la prueba. No tardo mucho.
-Ya esta-. Me dijo sonriendo. -Te invito un jugo de naranja con una tarta de chocolate-.
-No sabemos si vamos a ser padres y tu piensas en comer y beber-.-En realidad para poder hacerte una de estas pruebas necesitas orinar mucho, por eso te invito el jugo, y la tarta es para que la disfrutes-.
-Ok, te acepto el jugo pero no la tarta.-
-Como prefieras-.
En un café de una esquina me compró unas donas de chocolate y un jugo de naranja--Te dije que no quería comer-.
-No me importa, probablemente dentro tuyo lleves a mi hijo y no lo arriesgare por tu enfermedad-.
-Ya te dije que no estoy enferma-.
-Entonces comete las donas y quédate cerca mío durante una hora, ya se que vomitas-.No quedaba otra salida, tuve que hacer el enorme sacrificio de comerme esa masa con chocolate y chispas, fue horrible.
-Apropósito, ¿Esta tu madre en casa?-.
-No, volverá hasta el jueves, parece que la necesitaban en Oregon. ¿Por que?-.
-Porque en mi departamento no podemos hacer la prueba, en primer lugar dudo que mi padre te deje pasar y mucho menos que entres a mi habitación.--Entiendo, no hay problema en que te hagas la prueba en mi baño-.
Fuimos a su departamento. Los dos estábamos nerviosos.
-Pasa-. Dijo abriéndome la puerta de su departamento. -Ya sabes donde esta el baño-.
-Matt-. Hice una pausa y trague un poco de saliva. Estaba muy nerviosa. -Si la prueba da positiva, ¿Te quedaras conmigo?-.
-Claro-. Me tomo de las manos y me beso. Fue un beso distinto, más húmedo de lo normal, era como si ese beso tuviese otro significado. -Recuerda una rayita es no, dos son si-.
Me senté el taza del baño. Estaba tan nerviosa que me costaba muchísimo orinar. Cuando sentí que ya iba a poder puse la prueba entre mis piernas. No tomo más de 20 segundos. El resultado ya estaba. No podía mirarlo. Me daba mucho miedo que hubiese dos rayitas. A estas alturas un embarazo me arruinaría la figura. Por suerte no habían pasado ni dos meses desde la playa. Aún estaba a tiempo de un aborto. Ya lo tenía decidido, yo no sería quien mirase la prueba. Salí del baño. Matt estaba sentado en el piso apoyado contra la pared.
-¿y?-. Me preguntó.
-No se. Fíjate tu-. Le dí la prueba. Él la miró. Su expresión no había cambiado. Solo me miró. Estaba muy raro. -¿Que dice?-.
-No estas embarazada-. Dijo sonriéndome, como sabiendo que era lo que más deseaba oír.
-¿No te alegra?-.
-No es eso-. Se quedo pensando. -Tú me dijiste que no te ha venido desde hace dos meses, y que eres muy regular-.
-Eso que importa-. Le dije riendo -NO ESTOY EMBARAZ...-. No pude terminar de decirlo que me subió el vomito a la garganta. Fui corriendo al baño y vomite. Era ese chocolate que me había dado Matt. Pero yo no me había metido los dedos. ¿Por que estaba vomitando?
-¿Estas bien?-. Dijo Matt mientras abría la puerta -¿Qué paso?-.-Pensé que era obvio lo que me pasa-.
-Si ya se que te dieron nauseas pero porque-.-La verdad es que ni yo se-.
-¿Quieres ir a un médico?-.
-Matt no estoy embarazada, ya no hay nada que nos relacione a ti y a mi-.-¿Enserio?-.
-Enserio-.
-Entonces mírame a los ojos y dime que no me amas-.
No podía. La verdad era que yo si lo amaba y mucho. Matt era distinto a todos él era especial. Era sensible, divertido y cariñoso, pero a la vez era rígido y agresivo, claro que no conmigo. Además Matt me amaba por lo que yo soy no por como luzco, cuando era obesa él era tan atento conmigo como ahora. Él me valoraba. Pero no podía decírselo, él no apoyaba mi nuevo estilo de vida, hasta lo llamaba enfermedad. Si le decía que aún lo amaba no me dejaría en paz.
-Yo, yo... Matt yo no te, no te amo-.
Se acerco, demasiado. Me miró directamente a los ojos. luego me tomo del cuello y me acarició la oreja. Hundió su cabeza en el otro lado de mi cuello y con su otro brazo me tomo de la espalda y me acerco a él. Otra vez mi cuerpo estaba pegado al suyo. Podía sentir su calor. Pero más atractivo que su calor era su firmeza. Sus músculos, tan rígidos, tan protectores.
-Eres irresistible cuando mientes-. Puso sus brazos contra la pared. Ahora yo estaba entre la pared y él. Sus brazos se deslizaron hasta llegar a la parte más baja de mi espalda, apoyo su frente contra la mía. Nuestras narices se tocaron.
-Tengo muchas cosas que hacer-. Quería que me dejase. Quería que entendiese que entre nosotros ya no podía pasar nada. Aunque tendría que ser muy fuerte, porque la tentación por besarlo era más grande que por comer.
-Ve, esta noche te volveré a ver-. Enrollo su dedo en una de mis mechones, creo que lo que más le gustaba de mi era mi cabello, siempre hacía los mismo con él. -En mis sueños-.
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El precio de la corona
Non-Fiction41% hambre 38% laxtantes 19% dolor 2% comida 0% limites (2014)