Nacimiento y perecer

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Narra Alastor

Sigo recordando mi pasado junto con Casandra, mi hermana, aunque bueno, tengo que hacerlo solo para "resucitar", digámosle así. —¿Estás listo para continuar con este trayecto? —Pregunto mientras preparaba todo para salir de ese lugar oscuro y vacío, que yo llamo "refugio".

—Siempre mi querida hermana —Solté sin más, esperando a que cambiáramos de punto para encontrarme con algún escenario ya vivido, cosa que no se hizo esperar, ya que de inmediato cambiamos de sitio.

Nos encontrábamos en una choza rodeada por un hermoso y verde prado, no muy lejos de ahí había un gran lago con agua tan cristalina y limpia, que podías ver tu propio reflejo.
En dicho paraje se encontraba un joven yo de apenas unos 135 años, con un cincel en mano, tallando una gran roca, ahí me di cuenta de lo que estábamos viendo, fue el momento en el cual cree a mi pequeña Lilith y a mi pequeño Adán.
—Lilith... ¿Te acuerdas de ese día, hermana? —Pregunte mientras miraba melancólico aquel momento, como tallaba la piedra dando la figura de una hermosa niña, una niña que terminaría llamando hija.

Narra su servidor

Por supuesto que Casandra no podía olvidar aquel momento, dicho momento en el cual se convirtió en tía, aquel día en el cual se encañaría en la que sería considerada como la hija de su querido hermano...

Lágrimas brotaron de los ojos de esta, recordando el momento en el cual se les fueron arrebatados sus queridos sobrinos a manos de aquel infeliz que se enfocó en atormentarlos y torturarlos, simplemente para su gusto propio...

Alastor no era ajeno a dicho sentir, más él sabía mejor que nadie que aún no era el momento de atacar, debían tener paciencia si es que querían acabar con Yahvé y su séquito, cualquier error por minúsculo que fuera los llevaría a un punto de no retorno en donde los vencedores no serían ellos.

Los pensamientos de ambos hermanos se vieron absueltos al momento que cambiaron de escenario, ahora se encontraban en aquel momento en el cual la pequeña Lilith de tan solo 10 años estaba jugando con su bisabuelo Mictlantecuhtli y su bisabuela Amentet.

Los hermanos se quedaron atonitos, ya que no se acordaban de dicho momento, no porque no estuviesen ahí, sino porque ambos habían olvidado todo lo bueno que habían vivido en su pasado, antes de dar por muerta y perdida dicha etapa de su vida con todo el dolor de su alma...

—Lilith cariño deja de hostigar al bisabuelo Mictlantecuhtli con ese estilo de preguntas —Decía un joven Alastor mientras intentaba no reír por la pregunta de su pequeña a su abuelo.

—Pero todavía no me dice el cómo él y la bisabuela se conocieron —Alastor al ver dicha escena de su pasado solo pudo sonreír mientras una lágrima caía de su rostro, anhelando volver a esos tiempos de felicidad pura...

Sin embargo, esa felicidad se vio destruida cuando alguien en particular llego a la puerta de su casa y toco los sentimientos de su pequeña... De inmediato los hermanos cambiaron de escenario, ahora se encontraban en la choza de antes en una tarde. Alastor se encontraba con Adán practicando algo de puntería con el arco, cuando de repente llego su hija Lilith con un joven, con apariencia casi perfecta.

—Oh, hija, bienvenida de vuelta, ¿dime quien es tu acompañante? —Pregunto con algo de intriga hacía el joven que acompañaba a su pequeña.

Alastor seguía viendo al joven minuciosamente, hasta que vio algo que lo dejo atónito por unos segundos... el chico tenía el arma de su difunta madre, aquella arma que tomo Yahvé como trofeo después de matarla...

—Pequeña ven, por favor —Dijo intentando sonar sereno, más estaba a punto de estallar de la rabia, pero debía calmarse antes de actuar precipitadamente.

Dolor, Amor y Lujuria en el AvernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora