Capítulo 8: Las tretas de una bruja

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HALERYS REPRIMIÓ UN JADEO MIENTRAS SOSTENÍA LAS RIENDAS DE AQUEL CABALLO

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HALERYS REPRIMIÓ UN JADEO MIENTRAS SOSTENÍA LAS RIENDAS DE AQUEL CABALLO. Observo las copas de los árboles con nerviosismo, ya habían transcurrido cinco horas desde que escapó de Harrenhal, y había dejado de oír gruñidos y aleteos en el cielo luego de unos treinta minutos. Aún así, tenía terror de que la bestia apareciera de un minuto a otro. Sostuvo su abdomen con fuerza al notar el frío de la sangre y tomo algunas respiraciones. Podía haberse dirigido al pueblo más cercano pero eso era lo obvio, además de que claro, aquel valle respondía uno de los Lords que le había traicionado.

Debía seguir galopando hacia el Oeste alrededor de unas tres horas más para llegar al codo del río en donde yacía otra aldea que era un buen fuerte comercial. Si tenía suerte, hallaría aliados y curanderas. Lanzó una exclamación cuando su cuerpo se movió hacia adelante por el cansancio, casi quedando acostada sobre el caballo. El incorporarse nuevamente le tomo varios intentos y quejidos. La herida le ardía, tironeaba y sentía que se desangraria de un momento a otro. Detuvo al caballo notando la resistencia de este al seguir caminando. El pobre animal también la estaba pasando mal.

Se recostó contra un árbol cuando estuvo en el suelo y suspiro. Una de las esquinas de las cartas se habían manchado con sangre pero aún servían. Abrió con esfuerzo las telas de su atuendo y aprecio la herida. Sus dedos temblaron antes de tocarla para intentar acomodar la venda, lo que no le provocó más que un dolor punzante. ──¡Carajo! ── exclamó antes de tomarse unos segundos y pensar.

No quería hacerlo, pero sabía que era la única opción viable que tenía en aquel momento. Era eso o morir desangrada en el medio del bosque sin llegar a ningún lado con esas estúpidas cartas. Se movió hasta quedar de rodillas y cerro los ojos. Sus manos ensangrentadas se enterraron en la tierra y comenzó a tomar largas respiraciones. Había practicado aquello solo una vez en presencia de Alys, y había requerido de mucha concentración. Intento enfocarse en su entorno: el ruido del agua del río a lo lejos, el sonido de los árboles cuando el viento les golpeaba, la respiración del caballo a metros de ella, el corretear de algunas ardillas sobre la madera, e incluso el imperceptible sonido que hacia el sudor que caía desde su frente cuando impactaba contra la tierra húmeda debajo.

De sus labios se deslizaron algunas palabras que parecían no tener sentido de no ser por su naturaleza. Sintió aquel calor conocido en la punta de sus dedos que comenzó a extenderse por su cuerpo. Su herida ardió durante algunos minutos para después, dejar de hacerlo. Soltó un suspiro de alivio cuando noto que aquel dolor que no le dejaba ni pensar se evaporaba. Le tomo un tiempo moverse hacia atrás y llevar sus ojos violetas a lo que ahora no era más que un tajo poco profundo que no tardaría más de una semana en curarse. Los resultados de las tretas que podía llevar a cabo una bruja. Elevó el rostro al cielo con alivio rogando el perdón de sus dioses por ser de aquella naturaleza, pero a la vez, agradeciendo que escucharon sus plegarias de alguna forma. Cuando pudo incorporarse nuevamente, volvió a montar al caballo para retomar camino hacia el destino que cada vez se hacia más cercano. 

MIDNIGHT OF DRAGONS | AEMOND TARGARYENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora