Capítulo 1: Muerte sin honor

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—¡La torre se quema!

Halerys sacudió sus manos entre si antes de caer sobre el suelo. Pareciera que los gritos seguía sonando alrededor de sus oídos, taladrando todas las emociones. Sus dedos se afianzaron a la tierra debajo de ellos queriendo desgarrarla, o quizás, desgarrarse ellos mismos. No podía ver mucho en la oscuridad de la noche pero sentía su cuerpo adolorido y lleno de sangre. Se vio a si misma de nuevo en aquella torre intentando sacar a su padre y a su hermano mayor. Se vio cortándose la piel de las manos intentando romper la puerta y quemándose con el fuego para poder rescatarlos sin éxito alguno. ¿Qué era esa clase muerte dolorosa y sin honor para dos grandes guerreros? ¿Porqué los cielos les castigaban de aquella manera?

Grito con dolor y golpeó el suelo. El llanto parecía que iba a ahogarla, o quizás solo no podía respirar bien por la tristeza y el propio dolor que sentía por el hecho de no haber podido hacer nada. No era tan fuerte como ellos.

¡La torre se quema! ¡Lord Lyonel y Sir Harwin están dentro!

Elevó la cabeza hacia el cielo intentando que el viento que recorría el claro le diera algo de calma, pero solo trajo consigo el aroma de las cenizas y un aire áspero. Dejo que su cabeza se apoyará en el suelo justo entre sus manos y sollozo contra la tierra. El sudor, la sangre y las lágrimas mezclándose. La frialdad de la muerte acariciándole un hombro. Y aquel sentimiento en fondo de su pecho.

De repente volvía a ser apenas una niña en el patio de entrenamiento de Harrenhal con sus hermanos. Mientras Harwin le enseñaba como tomar una espada y evadir un golpe, Larys, su hermano menor les miraba desde el costado de unos de los pilares con expresión taciturna. Halerys siempre intenta incluirlo de alguna forma, pero la propia condición del joven se le impedía. Así que al final del día, el más pequeño bromeaba sobre si mismo y expresaba lo mucho que le consternaba el hecho de que Harwin y ella fueran la misma persona en diferentes cuerpos.

De repente, volvía a tener una corta edad y escapaba de las obligaciones del día para esconderse a llorar en su habitación por los comentarios crueles que recorrían con respecto a ella. Sus ojos violetas no eran un rasgo característico de los Strong, y todos murmuraban que estaba maldita. Ella es una bruja, susurraban. El único que le consolaba era su hermano mayor.

De repente volvía a implorarle a los cielos que aquello que latía dentro de ella esperando salir, desapareciera con el alba. Ella no quería ser una bruja, ni tener habilidades extrañas o estar relacionada a la magia. No quería ser más rara y sentirse más excluida. Siendo una pequeña niña, todo eso le carcomió el corazón día a día y los únicos momentos de consuelo los tenía cuando veía o recibía una carta de su hermano mayor.

Su cuerpo pareció contraerse ante la furia y grito con más fuerza, su voz perdiéndose en la profundidad del claro que se unía con el bosque. La imagen de Harwin acariciándole el cabello cuando era pequeña, regalándole su primera espada y sonriendo siempre que la veía hizo que su corazón terminara de partirse. También pensó en su padre...¡Oh, su pobre padre!

De un momento a otro sintió que perdía la razón, que su interior era mucho más grande y su cuerpo no podía contenerlo. Cómo cuando un vaso se derramaba por estar demasiado lleno o sus brazos no podían sostener nada por estar muy cansados. Sus manos que habían pasado a estar sobre su pecho por el dolor repentino que le arrebato el sentido, se extendieron hacia adelante con fuerza, hacia el suelo, el cual, resumbo como si un gigante le hubiese puesto un pie encima y el fuego, tan inmenso como el que había poseído la torre para llevarse a dos de las personas que más amaba en el mundo se extendió por el pasto hasta tomar las primeras hileras de árboles a varios metros de ella. Dejo escapar una exclamación de sorpresa y se tiró hacia atrás en el suelo, arrastrándose por el sobre su espalda como si quisiera escapar de ella misma.

Se detuvo segundos después para incorporarse con su cuerpo temblando y observando lo que ella misma había provocado. Sintió el sabor salado de sus lágrimas mezclarse con el metálico de la sangre y movió su mirada desde el fuego hacia sus manos como si no las reconociera. Luego de unos minutos, las dejo caer a los lados de su cuerpo y respiro con agitación. El viento movía las llamas y su propio cabello pegado a su frente por el sudor. Sintió el olor del humo quemando su nariz..  El violeta de sus ojos expreso la desolación que sentía cuando una de las doncellas le encontró.

—¡Mí lady!— exclamó mirándola antes de tomar el atrevimiento de sostenerla por un brazo y moverla hacia atrás. —¡Estaba muy preocupada! ¡Debemos alejarnos del fuego! — Halerys podía comprender el susto en la voz de la mujer, que tironeo de ella para comenzar a caminar a paso rápido en dirección contraria a los árboles ardientes.

La mujer Strong giro su cabeza para observar aquel escenario mientras se alejaban.

—Me alegra tanto que esté bien...— sollozo la mujer —¿Cómo es que hay tanto fuego? ¡Qué tragedia!  ¡Debemos hacer que alguien mire sus heridas!

La joven no respondió nada y solo se dejó llevar por su doncella que no exigió respuestas a sus preguntas cargadas de preocupación porque notaba que ella estaba pérdida en tiempo y realidad. Se notaba en sus ojos y su expresión dispersa, no era para menos dada la situación. Había perdido mucho de una forma horrible.

Halerys no podía pensar más allá de su dolor, y en el hecho de que había confirmado algo que intento evitar toda su vida. Estaba maldita. Era una maldita bruja. Todo lo que los demás decían sobre ella y de lo que su hermano tanto la protegía era verdad. Eso que siempre había sentido dentro suyo...allí estaba. Era tan real como su cuerpo, como el filo de su espada, como la madera de sus pinceles.

Y le preocupaba tremendamente lo que podía volver a hacer. Le asustaba que el vaso se desbordara de nuevo. Le asustaba que su propia gente la pusiera en una hoguera para quemarla porque ya no había nadie para defenderla con su espada. No padre, no hermano.

Esa noche, tres muertes tuvieron lugar. La vieja Halerys Strong también había muerto con parte de su familia. Aquella que tenia  retratos, libertad y paz ya no estaba.














MIDNIGHT OF DRAGONS | AEMOND TARGARYENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora