Capítulo 4: Lealtad

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TAL Y COMO LO PENSO, LA SITUACIÓN DEL REINO NO TARDO MUCHO EN ESCALAR GRAVEMENTE. No solo que el hijo mayor de la reina Alicent, Aegon II usurpó el Trono de Hierro, si no que también, se dio la muerte de Lucerys Velaryon en los altos cielos cerca de Storm's End. Todo aquello era el preludio de una guerra anunciada de la que Halerys tenía que buscar la manera de sacar a su casa, o al menos, aminorar la mayoría de golpes posibles.

No dudo en responder la propuesta de compromiso de Cregan Stark, y de redactar un extenso comunicado hacia Rhaenyra Targaryen, en el cual, reafirmaba su postura. Ella era leal a la única persona frente a la que su padre se había arrodillado. El trono era de la mujer porque su padre así lo dictaminó hacia años, eso no cambiaría por las ambiciones de los -ahora- denominados Verdes. Además, sus dos hermanas menores servían a la joven princesa, debía asegurarles una estadía agradable en Rocadragón doblando la rodilla nuevamente.

Las casas de Poniente comenzaban a tomar bandos y firmar alianzas. Ella no podía quedarse luchando sola sin alguien que le respaldase. El norte se veía como su mejor opción, sobretodo porque estaba segura de que ellos serían leales a su reina original.

A pesar de todo, sus decisiones no eran bien vistas por todas las personas de Harrenhal. La mayoría le apoyaba fervientemente pero existía un grupo que temían lo que podía hacer el nuevo regente. Y otros simplemente creían que Larys era quien debería de estar liderando la casa. ──Hay rumores de que el príncipe Aemond Targaryen está en camino con el nuevo Jefe de la Guardia Real, Sir Criston Cole. ── expreso su maestre con preocupación. Halerys afianzó su armadura contra su pecho y asintió.

──¿Te encargaste de llevar a las mujeres, niños y ancianos a un lugar seguro?

──No existe lugar seguro si un dragón nos sobrevuela y nos incinera hasta la muerte. ── respondió el hombre.

Halerys lo fulminó con la mirada ──¿Lo hiciste o no?

El hombre agachó la cabeza levemente ──Sí, señora. ── expreso con voz cansada.

──¿Nuestros hombres?

──Formados en la entrada como lo ordeno. Listos para la batalla.

La joven pelinegra asintió y comenzó su caminata hacia el exterior. Sabía que las posibilidades de derrotar a un dragón legendario y un jinete Targaryen eran escasas, pero su familia era guerrera. Ella no iba a romper un juramento aunque tuviera que pagar aquello con sangre. Aún así, había pedido ayuda a los Negros, y esperaba poder resistir hasta que esa carta llegase. Decían que los dragones eran más rápidos que los cuervos, pero las aves era lo único que ella tenía.

El viento se revolvió el cabello cuando salió al exterior y un ambiente de tensión le rodea. Se vio a si misma siendo la única mujer en un séquito de hombres con pecheras y espadas. Termino por detenerse frente a su gente y erguir la espalda. Su padre siempre había tenido un talento nato para liderar, para dar discursos y para llenar de valentía a las personas. Ella temblaba por dentro y no sabía cómo fingir no le asustaba la inminente presencia de la muerte. ──Todos aquí son conscientes de los cambios que el reino está experimentando...── comenzó a expresar. ──y muchos de ustedes, sirvieron a mí padre antes que a mí. ── miro algunos rostros conocidos que asintieron con solemnidad. ── Hoy les pido que respeten el honor del hombre que guió a nuestra casa antes que yo. Que respeten dónde yace nuestra lealtad. Hay una sola persona que debería de sentarse en el Trono de Hierro, y no es el hombre que lo ocupa ahora. ── trago saliva y endureció las facciones. ──Sé que los dragones son imponentes y nosotros no somos de piedra como nuestro hogar, pero somos guerreros. Esto es lo que hacemos, aunque admito que haré todo lo posible para resolver esto de forma pacífica. ── expreso una mueca ──Todos merecen estar cenando con sus familias en la noche.

MIDNIGHT OF DRAGONS | AEMOND TARGARYENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora