Especial Navidad

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Merlin estaba acercado en su sillón, junto a Arthur, tomando un chocolate caliente. Ambos disfrutaban de una navidad pacífica, o eso esperaban, pero ¿Acaso se puede tener paz con hijos? La respuesta a esa pregunta es siempre no, mucho menos en festividades. 

Frederick entró corriendo y abrazó a Merlin, poco después, Samanta entró con cara de matar a alguien. 

Fre - Sam, fué sin querer...

Sam - ¡Díselo a mi pelo! 

Samanta tenía el pelo de color rojo vivo, haciendo que sus padres se empezaran a reír, pero por suerte el azabache se acercó a su hija y le devolvió su color natural. 

Mer - ¿Algo que contar Fred?

Fre - Fué sin querer, ella husmeaba por mi habitación y se vertió el contenido de uno de mis experimentos en su pelo, de hecho ella debería explicarse. 

Sam - ¡Tonto! Te iba a ayudar a decorar la habitación de navidad y traía chocolate caliente. 

Fre - Pica a la puerta, así no habrá incidentes. 

Art - Y ¿Yo que os dije de hacer experimentos sin supervisión de uno de vuestros padres? 

Fred - Je, upsi

Mer - Da igual, ya he arreglado el pelo, id con Morgana y preparad el árbol, ahora vamos. 

Los niños salieron, dejando un momento a solas a la parejita.

Mer - Que grandes se hacen.

Art - Sí, es parte de la vida...

Mer - Te quiero.

Art - Y yo a tí.

Los dos se dieron un beso y fueron con sus hijos, habían dejado amigos atrás, pero siempre los recordarían. Gaius, que había sido un padre para Merlín; Lance, aquel que se sacrificó por él; Su madre, que murió de vejez.

Merlín había perdido la mitad de su familia, pero la otra mitad no paraba de expandirse.

Art - Amor, en que piensas.

Mer - En nada...

Arthur sabía de sobras de que se trataba, y para consolarlo, usó el viejo truco de los mimos. Porque lo sabía muy bien, su pareja había pasado por cosas que él no podría afrontar, y todo lo que podía hacer era estar ahí.

Al llegar al gran salón, Frederic tenía al hijo de Gwaine cogido por la cintura, mientras este estaba un poco tirado para atrás.

Art - Dios mio, buscaos una habitación, que ejemplo le dais a la pobre Samanta.

Fred - ¡Papá! Ni que le estubiera dando un beso, vosotros hacéis mucho más y no os decimos nada...

Art - Yo estoy casado.

Fred - A mi no me queda mucho para estarlo.

Ethan - ¿Eh?

Mer - ¡Gwaine!

El nombrado apareció en la puerta, con espada en mano y cara de preocupación.

Gwa - ¿Dónde está el peligro?

Fred - Tu padre me mata tarde o temprano.

Entonces, el caballero se dió cuenta de la posición de su hijo, comprendiendo que estaba pasando.

Gwa - Bueno, yo a tu edad ya estaba conquistando gente en las tabernas, pero con cuidado que es mi hijo.

Fred - Tranquilo, solo tengo ojos para él.

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𝑬𝒍 𝑹𝒆𝒕𝒐𝒓𝒏𝒐 𝒆𝒔𝒑𝒆𝒓𝒂𝒅𝒐 (𝑀𝑒𝑟𝑡ℎ𝑢𝑟)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora