𝑪𝑨𝑷Í𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑿𝑰𝑿

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"Sentimientos y acertijos culposos"

Alguien se encontraba tocando tu puerta

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Alguien se encontraba tocando tu puerta.

- ¡Yo abro! - anunciaste a tu familia.

Bajaste de las escaleras de tu cuarto y fuiste a abrirle a la persona que se encontraba molestando en estos momentos.

- _____, hola...

- Oh... Kunikuzushi. Eres tú.

Eras al que menos esperabas, al menos desde que se trató de "declarar", la verdad solo había pasado un día, puesto que eso paso un viernes y hoy era domingo. Te sorprendes de lo rápido que lo superó.

- ¿Te encuentras mejor? - pregunto.

- Oh...sobre eso...

Te sentías triste, si tú te encontrabas así no te imaginas a Ayaka. Al parecer ella lo estaba sufriendo más, puesto que era su propia hermana.

- No sabría decirte, ¿sabes? es raro que alguien antes de morir te haya be-...- callaste de inmediato, te acordaste que Kunikuzushi no sabía.- Nada, olvídalo.- volviste a decir.

- Solo venía a ver cómo estabas por tal noticia, _____.

- No lo entenderías, Kunikuzushi.

Tú realmente no le querías contar cómo la habías pasado ayer al enterarte de la noticia desgarradora sobre la muerte de Ayato.

- Deberías irte a tú casa, Kunikuzushi.

- Pero...yo venia a apo-

- No Kunikuzushi, no necesito tú apoyo ¿bien?

Kunikuzushi ni siquiera trato de seguir insistiendo, tampoco se encontraba en el mejor estado psicológico, bueno, él nunca lo estuvo.

- ¿Sabes algo? Tienes razón, no sé porque pierdo mi tiempo en esto.- dijo Kunikuzushi un poco molesto.

- Sí...será mejor que te vayas.

Ni siquiera se despidió de ti Kunikuzushi, se fue de ahí una vez que lo "corriste" por así decirlo.

Tú igual cerraste la puerta y volviste a subir a tu cuarto, tampoco tenías ganas de hablar con tus padres, tampoco entenderían. Entraste y te sentaste en tu cama, tomaste aquel cuaderno que te dió Ayato antes de morir, al parecer tenía algo que ver.

Lo miraste por unos minutos, no lo habías abierto desde el hospital. No sabías que contenía exactamente.

Viste tú ventana, sentías una presencia rara. También te acordabas de la advertencia de Ayato, sobre que alguien te observaba, te preguntabas cómo él sabía eso. Te levantas y cierras la cortina.

También esa era una de la razones del porque solo te mantenias dentro de tu cuarto, por el miedo, tenías miedo de aquella persona o cosa que te observaba. En fin, te sentaste otra vez en tu cama y abriste el cuaderno, esperabas encontrar algo.

𝑺𝒐𝒏𝒓í𝒆 - (ꜱᴄᴀʀᴀᴍᴏᴜᴄʜᴇ x ʟᴇᴄᴛᴏʀᴀ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora