Eres una chica normal, le va bien en la vida, tienes amigos, todo en si está bien contigo. Aunque no todo era perfecto, tenías una vida placentera.
Un chico el cual era misterioso y con una madre sobreprotectora por alguna razón, no iba a la escuela...
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Era un buen fin de semana para muchos, entre ellos incluyendo a Kunikuzushi.
Su madre pronto llegaría a casa y le entregaría algo que había pedido.
- ¡Kunikuzushi, estoy en casa! - habló Ei anunciado que ya había llegado.
- Bienvenida - dijo levantándose del sillón en donde la esperaba.
- Oh! Así que estás ahí.
- Si...
- Bien, entonces ten, lo que me pediste, una cámara.
Kunikuzushi fué y la tomó.
- Gracias mamá. - dijo con una leve sonrisa.
- De nada Kunikuzushi.
Ei estaba feliz de que su hijo tuviera un pasatiempo por fin, tomar fotos. No sabía porque de repente le gustó la fotografía, pero pronto le preguntaría.
- Bueno, me voy a mi cuarto - dijo Kunikuzushi.
- Bueno, solo baja a cenar después - ordenó su madre.
- Bien.
Dijo y fue a su cuarto.
Lo primero que hizo al entrar fue descubrir cómo se utiliza una cámara. Su madre no lo dejaba tener dispositivos, así que su conocimiento sobre ello era casi nulo.
Así que intentó sacar una foto primero de él.
Puso la cámara frente a su cara y le pico para poder tomar la foto, pero cuando lo hizo una luz salió de ella, eso lo lastimó de la vista y acabo lanzando la cámara hacia atrás.
- "¿Que fué esa luz?" - pensó y empezó a buscar el dispositivo.
Cuando la encontró la revisó. Afortunadamente la cámara no se dañó, pues cayó en su cama.
Entonces checo las opciones para ver qué había sido esa luz que salió.
Después de unos minutos por fin vio que era, tenía el flash encendido. Y eso había causado lo anterior.
Ahora sí en el segundo intento de sacar una foto salió bien, aunque esta vez no se la saco a él mismo, por precaución.
