Eres una chica normal, le va bien en la vida, tienes amigos, todo en si está bien contigo. Aunque no todo era perfecto, tenías una vida placentera.
Un chico el cual era misterioso y con una madre sobreprotectora por alguna razón, no iba a la escuela...
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Realmente estabas enojada, ¿ahora en quién más confiarias? No tenías a nadie, bueno, tampoco era que confiaras en su totalidad en Albedo.
Saliste de aquel salón, con muchos sentimientos mezclados. Pensabas en dejar todo esto y vivir lo más normal posible, aún con el misterio de la muerte de Ayato, pues habían dicho que era a causa normal en los pacientes, pero tú sabías que no era así, o al menos Ayato te había hecho creer de esa forma.
Después de todo los rumores se expandían con una gran rapidez sobre todo que según te habías deprimido y más cosas por el estilo. Realmente cuando te preguntaban de como te sentías no sabías ni el como reaccionar, ya que no estabas mal como ellos consideraban, estabas preocupada.
Caminaste por los largos pasillos del colegio en el que estabas, hasta que llegas a uno en particular, el tuyo. Entras abriendo la puerta y después cerrandola, vas hacia tu mochila y la abres sacando la libreta misteriosa. Aún así si se te callera nadie podría ver nada, pero ese era el problema, no contenía nada.
Ahora te sentaste en tu pupitre, pensaste y pensaste, poniendo a trabajar a la ardilla de tu cabeza, tenías que recurrir a alguien ¿pero quién podría ser?
Las opciones eran casi nulas, decisiones difíciles. En tus amigas no podías, padres menos, solo quedaba un candidato. No era el mejor, tenía problemas severos de actitud pero siempre había estado para ti como tú igual lo habías estado para él.
El gran candidato era Kunikuzushi, ¡bravo el mejor y peor candidato a la vez!
- No queda de otra.- suspiras cansada.
Si tenías que confiar en tu amigo tenías que contarle la situación.
Por una parte estaba bien, porque sabías que era inteligente y no se negaría por nada aunque actualmente no se encontraban muy contentos entre sí, pero la otra parte era un poco mala, ya que cuando Ayato te dijo que no había sido algo accidentalmente y que era mejor no confiar algo, en ese momento tu mente recordó a Kunikuzushi.
Aún así tu confiabas en él, era imposible que él hiciera algo malo ¿no es así?
Mientras tenías la libreta en tus manos la sacudiste, según tú no había nada dentro, pero te sorprendes al ver cómo un sobre cayó. Una vez que lo observas detenidamente en tu mesa te das cuenta que efectivamente, si había salido de ahí.
La tomaste con tus manos temblorosas, lo abriste solo para hechar un vistazo, querías saber que estaba dentro de el. Apenas podías ver, viste dinero dentro y al parecer una nota, próximamente lo cerraste.
- "¡Esto debe ayudar en algo!" - piensas.
Lo guardaste dentro de tu bolsa del pantalón y dejaste la libreta en tu pupitre. Te levantaste y saliste de tu salón ahora mismo. La nueva tarea que tenías era encontrar a Kunikuzushi.