Eres una chica normal, le va bien en la vida, tienes amigos, todo en si está bien contigo. Aunque no todo era perfecto, tenías una vida placentera.
Un chico el cual era misterioso y con una madre sobreprotectora por alguna razón, no iba a la escuela...
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- Pasa- indicó el chico invitando al interior de su casa.
- Sí, muchas gracias Kunikuzushi.
Pasastes y saludaste a su madre, la señora Ei, a decir verdad para ti parecía mucho más joven de lo que era.
- _____, es un gusto tenerte aqui, me alegro de que nos visites una vez más.
- No hay de que señora, realmente es un gusto pasarla aquí con ustedes. - dijiste amablemente.
A tu respuesta Ei solo sonrió y su mirada después volvió a la computadora.
Kunikuzushi tomo tu mano y subieron hacia su cuarto. Te abrió la puerta y te dejo pasar, a lo cual tu te sentaste sobre su cama y él en la silla del escritorio con sus brazos cruzados.
- _____, ¿a qué viniste?, no es que me moleste, pero pensé que hoy salias con alguien.
Kunikuzushi al parecer sospechaba que te habías enojado con el chico y lo dejaste en la "cita".
- Oh, Albedo, ¡si salimos! de hecho acabo de regresar, por eso pase aquí.
Kunikuzushi con solo escuchar ese nombre apretó fuerte sus puños lleno de furia, no quería que ese nombre saliera más de tu boca.
- Espera...ten esto.- dijiste extendiendo algo.
- ¿Qué es esto? - preguntó.
- Bueno...me acordé de ti mientras estábamos en la cafetería a la que me llevó.
Él joven miro lo que le habías regalado, era un pequeño llavero.
- Como me dijiste que no podías comer dulces, te traje esto, lo vendían ahí mismo, al parecer había un evento o algo.
• Dato: el dulce de hace unos capítulos nunca se lo comió, pero lo tiene guardado muy bien.
Kunikuzushi primero analizó el llavero y luego su mirada se dirigió a ti.
- ¿Estás bien? ¿Pasó algo? - preguntó preocupado.
Kunikuzushi podía notar decepción en tu voz, y en tu mirada.
- ¿Eh? Sí, estoy bien...- dijiste.
- No mientas, no estás bien, puedo notarlo.
Lo miraste.
Él siempre parecía saber todo de ti.
- Bien...quizás estoy un poco decepcionada de la salida que tuve.
Kunikuzushi se sentía feliz, también sentía pena por ti, pero ahora sabía que él era mejor que ese rubio.