𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑿𝑿𝑿

946 106 33
                                    


Por una cabeza...

Desde pequeño había ausencias de afecto, nunca le tomó importancia a la gente y a su entorno, no hasta que pasó aquello, hasta que encontró a aquella persona que estaba destinado a tomarlo, cuidarlo, a protegerlo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Desde pequeño había ausencias de afecto, nunca le tomó importancia a la gente y a su entorno, no hasta que pasó aquello, hasta que encontró a aquella persona que estaba destinado a tomarlo, cuidarlo, a protegerlo.
































¿Mamá?

Fueron las simples palabras que soltó cuando vio a su propia madre con otro hombre que no era su padre, para iniciar, ¿realmente tenía padre? Claro, todos tenemos uno, pero padre es aquel que te cuida, que te ama incondicionalmente, entonces, ¿dónde estaba el suyo?

Esa mañana, esa misma mañana fue cuando todo se tornó oscuro, raro. La inocente timidez de aquel niño, la preocupación, la emoción de ver a su madre después de un año, se tornó en odio, odio puro, rencor...

¿Por qué su madre había aparecido después de tanto tiempo, y con un bebé en brazos? ¿Acaso él no era suficiente? ¿Su vida no importaba?

¿Por qué crear un prototipo mejor cuando lo tenía a él?

—Conócela, es tu hermana menor.

"Hermana" esa simple palabra lo alocó, ¿hermana se le podía considerar? Ni siquiera sabía que su madre tenía a otra persona a su lado haciéndola feliz. No estaba enterado de la situación actual.

Aquel niño tímido dejó de esconderse detrás de aquella mujer que se encargó todo el tiempo de él, miró a aquella pelirosa y con curiosidad avanzó a ver a aquel individuo que era llamado "hermana".

Cuando llegó con su madre, se estiró para ver a aquel bebé, y cuando cruzó miradas con esa cosa. Algo más nació en su corazón, algo más que odio.

Asco.

Nadie podía quitarle sus cosas, nadie podía atreverse a reemplazarlo.

Nadie podía quitarle su lugar.

Automáticamente su mente empezó a transmitir diferentes escenarios, y algo le decía que agarrara a esa cosa y la aventara lejos de todos ellos. Ese fue su primer acercamiento con esas voces e ideas y delirios.

De ese día no recuerda mucho, pero puede oír aún los gritos de su madre de que se detenga y aquel hombre desconocido mirándolo con odio, miedo, y asco.

Paso el tiempo, y él creció, ahí entendió, él era diferente, mejor dicho, así lo había explicado el psiquiatra, y claro que lo era, ¿quien intentaba asfixiar a su hermana cuando la conoce por primera vez? Solo él, solo Kunikuzushi.

¿Vivir con antipsicóticos de por vida? ¿Vivir con la culpa? ¿Vivir con las ideas e ilusiones? Todo eso lo molestaba, tener que alejarse de los demás desde pequeño por ser diferente, tener que alejarse de su madre, tener que ser cuidado por la amiga de su madre y ser educado en casa... Todo eso apestaba, pero más que todo, le dolía.

𝑺𝒐𝒏𝒓í𝒆 - (ꜱᴄᴀʀᴀᴍᴏᴜᴄʜᴇ x ʟᴇᴄᴛᴏʀᴀ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora