Fría era la noche. Empezábamos a creer que se acercaba el invierno, aunque no fuera temporada en el reino.
La luz de la luna era tapada por un gran domo de cristal que cubría todo el castillo, un cristal específico, solo esa noche, cristal de piedra lunar, el cual hacía que la luna no tuviera efecto en nosotros.
Al menos, no uno visible.
─Nos intentan controlar, ¿Eh? ─dijo sugerente una voz familiar detrás mío.
─Alister ─sonreí y lo vi. Lo primero que noté fueron sus pupilas dilatadas sobre mí─. ¿Eres invitado?
─Nos pidieron asistencia a todos los líderes de las divisiones ─dijo pensativo─. Alissa también vino, ella ya está adentro, con un acompañante de la realeza, ¿te enteraste?
Mi lengua empujó el interior de mis mejillas con ligereza. Asentí.
─¿Y tú? ¿Tienes algún... acompañante esta noche, Alister?
Tragué duro al ponerme nervioso de repente, el rubio sonrió y sus hoyuelos aparecieron como viejos amigos míos.
─No me gustan los acompañantes. Pero, si quieres, podemos serlo, es decir, si no tienes uno ya. ¿Te sientes solo, mi Setherin querido? ─rió.
─La princesa aparentemente me solicitó de acompañante. Sino, con gusto aceptaría la invitación de un amigo.
─Una lástima ─dijo y no sonó tan sarcástico.
Unas trompetas empezaron a sonar en la puerta principal, haciéndonos querer entrar de inmediato. Cuando crucé por la puerta, perdí a Alister en segundos, pero mis ojos pasaron a un nuevo y cautivante foco.
La familia real.
Era tan...
─Con ustedes, la reina Coryn de Soldier, y la princesa Ruby de Soldier, nuestra futura soberana ─hubieron aplausos después de eso.
Pero para mí solo existió el silencio cuando nuestras miradas se cruzaron.
Ruby traía puesto un vestido de escote de corazón, con mangas que le cubrían hasta por debajo de las uñas, conectando mangas con un cuello dorado, que se le encajaba en modo de collar. Cuando su cintura se terminaba, los detalles dorados acababan para dejar una simple tela blanca caer por sus piernas. Sus caderas, sus hombros, cada curva...
Le iba al cuerpo, cielo santo.
Cielo santo.
─Cuidado con el charco de baba ─dijo Alister detrás mío.
─Cállate, ¿quieres? ¿A dónde fuiste?
La única sonrisa burlona que logré ver de reojo cuando volteé a ver a Alister se borró casi al instante, de un momento a otro su semblante se tornó serio, casi preocupado. Entonces se acercó a mí y susurró:
─No eres el único que sabe lo de la fiebre de la princesa, Seth.
Sentí cómo mis pupilas se achicaron. Pronto, yo también susurré:
─Si tienes información, dámela, Alister ─una nueva mueca burlona apareció en sus labios, pero esta me provocó enojo─. Ahora.
Sin decir más, él se esfumó entre la multitud, ni siquiera intenté llamarlo, sería inútil. El príncipe Durán había llegado aparentemente a saludarme junto a su acompañante, Alissa. Ella tenia puesto lo que antes me había mostrado, solo que ahora decidió llevar el cabello en un rodete.
─Alissa, príncipe Durán. Se ven espectaculares.
En realidad, él era el único que me parecía realmente espectacular. Se vistió con una camisa negra abierta, al talle; un saco largo hasta sus rodillas de color verde petróleo, desabotonado, con trazos de bordado en espiral en los costados delanteros de la pieza, en color negro. Además, traía puesto un atractivo pantalón ajustado. Su cuello al descubierto tenía un collar de hilo oscuro con una piedra preciosa: una ojo de tigre.
Un kova guerrero.
Pronto, mis ojos buscaron a la princesa. Después de todo, yo era su acompañante oficial. Ella estaba sobre un pequeño pedestal junto a la reina Coryn, Ruby ya no se veía enferma para nada, sin embargo, se notaba algo mareada. Antes de que lograra acercarme a ella, la reina se acercó a un sitio más elevado y exclamó:
─Hola, mis queridos, sean bienvenidos al Primer Gran Baile, en el cual se dará estreno a mi hermosa hija, heredera al trono de Soldier. La princesa Ruby ─aplausos, y una ligera pausa ─. Mi hija, en su desdicha, se ha topado con muchos obstáculos, desde perder a su padre, el Rey Lycary, en una desafortunada emboscada de kovas... ─murmuros─ hasta esta noche, donde anunciaré a los más grandes lideres de nuestras naciones, y ante nuestros más temidos enemigos, de lo que somos capaces.
Hubo un silencio abrumador, casi tétrico. Coryn volvió a hablar.
─Pero antes, el primer baile ─mostró una sonrisa amigable a los invitados ─. Busquen a sus acompañantes y a danzar. ─se asomó y dijo: ─ Sean eternos, sean dorados.
Extrañado pero con una excusa, me apresuré a buscar a Ruby, mas ella vino a mí antes de notarlo. Todos bailaban, y en el tumulto de gente pocos podrían encontrarnos, así que no tenía miedo; creí que ella tampoco. Se veía alegre, sana, renovada. Hasta consideré que fuera un milagro verla frente a mí con las manos detrás de la espalda, con el rojo tímido en sus mejillas, nerviosa, como si fuera su primera vez estando cerca mío.
Como si fuera su primera vez cautivándome.
─Setherin, estoy muy emocionada por verte hoy... ─sus ojos terminaron en el suelo, apenados. Joder, parecía realmente la primera vez─ Tú... ¿Cómo estás esta noche?
─Completa e indudablemente suspenso por usted.
La vi parpadear varias veces, y levantando de a poco la cabeza la vi con intenciones de preguntarme algo. Antes de que lograra formular, retomé:
─Me temo que desde ese escenario era difícil apreciar su belleza. Princesa Ruby, déjeme decirle que, de cerca, se ve aún más preciosa que cualquier cristal.
─A ti no te gustan los cristales ─recordó.
Una sonrisa se formo en mis labios. Me acerqué a su oreja y susurré:
─Te ves... Me generas emociones que no conocía con ese vestido puesto, Ruby ─la sentí estremecer─. Estás demasiado hermosa.
─¿Al punto de considerar...?
─Por favor, no me preguntes hasta qué punto. Soy un caballero y planeo mantenerme sereno para no caer en la locura.
Ella soltó una risita en mi costado, y casi sonrío también.
Al verla tan mal la noche anterior, verdaderamente el corazón llegó a pesarme durante aquella madrugada.
Sus brazos rodearon mis hombros, puse mis manos en su cintura por primera vez, nuestros ojos se encontraron. Sus pupilas, casi invisibles de tan claras que eran, llegaron a dilatarse.
Mi corazón sonaba tan fuerte en mis oídos que opacaba todo ruido excepto su voz.
─Princesa Ruby, estimo tener...
─No te entiendo, Seth ─rió mostrándome sus hoyuelos.
─Estoy empezando a caer tan jodidamente fuerte por usted...
Y entonces la voz de la reina dijo:
─Inaceptable.
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De oro y bestias© | ✔
Viễn tưởng❝Sabía que me dejaría devorarla si se lo pedía. Después de todo, estábamos hechos de oro y bestias.❞ ━━━━━ Seth es un Kova, seres que según las leyendas atacan salvajemente en las noches, con grandes colmillos y garras, y en el día, cobran forma hum...