29 | ¿Qué significa que no queme?

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─Así que finalmente tuviste sexo ─dijo Alister en la celda de al lado. Había olvidado que había querido asesinar a Ruby días atrás─. E igual te van a ejecutar. Gracioso.

─Nunca toqué un solo cabello de la princesa ─le contesté sin mirarlo. Mi vista estaba fija en la pared de en frente, lejos de él─. No sé por qué dijo eso.

─Imagino que para salvarte, patético intento, pero está bien. Es irónico que la chica a la que quiero muerta quiera vivo a mi mejor amigo. ¿Nunca oíste eso de “El amigo de mi amigo es mi amigo”? No aplica conmigo, al parecer.

─Eres un idiota ─murmuré─. ¿Por qué sigues aquí y no estás ejecutadísimo? Lo tuyo es peor que lo mío. Debiste morir esa misma noche ─dije enojado, ahora viéndolo a través de las rejas que habían entre nuestras celdas.

Alister tenía su característico cabello rubio despeinado y algo largo, y una barba de unas semanas. Su ropa arapienta y sucia llamaba mi atención, pero no era lo más importante.

─Mi príncipe abogó por mí hace unas semanas. No pudo sacarme de aquí, pero pudo denegar mi sentencia ─dijo tranquilo─. Estaré aquí unos años, me han golpeado de todos los ángulos, pero estoy vivo y eso es lo importante.

─¿“Tu príncipe”? ¿Hablas del félaro?

─Sí, Seth, hablo del félaro. Mientras tú y tu félara estaban jugando a ser novios secretos mi príncipe vino y abogó por mí, ¿y tú dónde estabas? ¿Dónde quedaron esos años de amistad en los que te escabullías de tu rincón de entrenamiento para ir a mi cuarto a pasar la noche?

─Tú estuviste en un maldito atentado y no me dijiste absolutamente nada, Alister. ¿Cómo esperas que venga a verte? Querías matarla.

─¿Desde cuándo te interesa la muerte de una kuvira, Seth? ─se asomó a la reja, jodidamente molesto─ ¿Qué rayos te hicieron?

─Te digo lo mismo. Estuviste toda la vida sirviendo para ellos, ¿y apenas ahora estás en su contra? ¿Eso te quita de la consciencia la destrucción de nuestros pueblos, en los que tú fuiste el líder de las últimas excursiones, de las últimas masacres? ─me acerqué a su rostro, quedando a pocos centímetros de él─ Eres un hipócrita.

─Yo jamás asesiné a ningún kova ─soltó con el entrecejo fruncido y la mandíbula tensa─. En todas esas expediciones mi único delito fue la traición, pero siempre fui leal a los míos, ayudándolos a escapar.

─¿Por qué no me lo dijiste jamás? Yo no contaría eso, no te delataría. Te quería demasiado.

Alister tragó saliva. Su corazón empezó a latir deprisa.

Sus ojos bajaron a mis labios y de nuevo a mis ojos.

─¿Nunca estuviste enamorado de alguien que no puede ser tuyo, Seth? Porque yo sí. Digamos que no dirías nada, tú no me mandarías al frente, ¿pero y si ellos sabían que tú estabas enterado? ─volvió a mirar mis labios. El calor dominó mi rostro─ No podía permitir que te hicieran daño por mí. Tú nunca debiste saberlo.

Hizo una pausa. Me asustó por un segundo nuestra cercanía.

» Yo también te quería demasiado ─dijo al fin─. Nunca te pondría en ese peligro, por eso Alissa sabía y tú no. Por eso me alié con otro reino y no te enteraste. Por eso conduje a Durán a Alissa e hice que la convenciera de unirse a una resistencia de kovas.

─¿Ibas a dejarme creer que eras un monstruo? Eso es tan estúpido...

Lo vi mirando mi cara un rato, como analizando. Puso una expresión confiada y asintió.

─¿Tan estúpido que tu corazón late así de rápido? ─mencionó─ No voy a besarte, Seth. No estés nervioso. Yo sé que no me quieres de esa forma. Sé el nombre de la dueña de tu corazón. Puedo ver las marcas en tu cuerpo.

Fruncí el entrecejo por la última frase, pero no le di importancia.

─No me preocupa que me beses. Sé que no harás nada sin mi permiso. Solo no esperaba recibir esa declaración, y menos ahora... Y menos de ti...

Él rió por lo bajo. Entonces, su mirada fue a mis cadenas, y luego a mi saco, que cubría la camiseta cortada. Tenía una mancha de sangre aún, sangre negra.

─¿Eso es sangre de félaro? ─señaló.

─Parece que sí. Debe ser de Ruby. Dijo que se raspó ─expliqué apurado. Él asomó su mano por la reja, tocando la tela, y cuando alcanzó la mancha un sonido de quemadura inundó mis oídos y él retiró la mano, quejando por el dolor─¿Qué pasa? ─tomé la mancha, confundido y lo miré. Al tocarla no sentí nada más que un poco de humedad.

─Eres extremadamente inteligente ─abrió los ojos con alegría, tomando la tela y empezando a rasgarla sin tocar la mancha─. Seth, sé que no lees libros ni nada, pero vamos, amigo. La sangre de félaro es ácida.

─¿Y eso?

Mi rostro volvió a acalorarse cuando su mano rozó mi abdomen para terminar de cortar la camisa. Alister apoyó el pedazo de tela en su propia cadena, la que lo tomaba del pie, y empezó a salir un humo en hilo de donde sostenía.

─Y eso, mi amigo, quiere decir que hay pocos metales que no se deshacen con ella ─sonrió.

Pero yo solo estaba más confundido.

─¿Ahora escaparemos? ¿Qué planeas?

─Hay barcos en la zona sur que cruzan el mar para rodear los reinos e ir a Cratano sin interferencias ─avisó con rapidez. Una de las cadenas se rompió y fue por la de su otro pie─. Son barcos que pasan desapercibidos, pero iré y tomaré uno. Ahora que la princesa ha vuelto veo muy probable que Coryn se ponga en marcha para su objetivo de atacar Cratano. Debo estar ahí y proteger a mi hermana.

─¿Qué? ─exclamé un poco─ ¿Ella está...? No, yo la vi morir.

Volvió a mirarme con brillo en los ojos. Alister podía alterar mi corazón como si yo fuera un maldito niño otra vez.

─Supe hace unos años que había estado en un refugio en Cratano. Fue la razón por la que inicié a ir. Luego conocí a Durán y... Tara es preciosa. Ella me... Me hace tan feliz, y es todo lo que necesito para saber que hago lo correcto.

Se puso algo serio, tal vez triste, y no dudó en tomar mi mano. Ahora ya no tenía cadenas. Puso su mano en mi rostro, casi tocando mi nuca.

Alister me miraba como yo nunca había mirado a la princesa. Alister me miraba como un niño enamorado.

─Quiero que vengas conmigo, Seth ─soltó─. Elige esto.

«Elígeme» casi pude oír en sus ojos, en cómo me tomaba de la cara con tanta necesidad.

Me dio el pedazo de tela en la mano, viendo como no me quemaba, quieto, lento.

─¿Qué significa que no queme como a ti? ─cuestioné al cabo de unos segundos de silencio. Él frunció el ceño y miró mi pecho, tocándolo.

Pasó sus manos por mi tórax, subiendo al cuello, bajando a mi abdomen.

Me puso nervioso sentir sus manos sobre mí.

─¿No lo puedes ver? ─preguntó al verme a los ojos, curioso─ La sangre de tu kuviro, sea félaro o no, no va a herirte, Seth ─dijo obvio para luego seguir─. No puede herirte si estás marcado.

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De oro y bestias© | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora