3O | Elegiste tan mal, Ruby

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RUBY

─Espero que hayas aprendido ─dijo al salir. Con su mano manchada, hizo una mueca de asco primero─. Como detesto la sangre de félaro.

Y quejándose, cerró la puerta. Fui lentamente a verme al espejo, viendo de paso mi vestido. Estaba todo embarrado, mi rostro estaba rojizo y algo ensangrentado por las bofetadas, y mis ojos parecían lagrimear.

«Al menos no tendré que verla por un tiempo» pensé. Su enojo no la dejaría entrar a mi habitación por unos días. No la culpaba tanto en esa parte, ¿digo, mentir sobre un embarazo? Era ridículo, pero en su momento, fue lo único que se me ocurrió.

Dudé un segundo. «Es mentira, no estoy embarazada» me recordé.

Me quité el anillo con la piedra de Setherin ante el espejo, y...

Setherin.

¿Lo estarían ejecutando ahora mismo? ¿Sufriría?

Quería verlo, y casi como una súplica escuchada por los dioses, la puerta de mi cuarto se abrió rápida y silenciosamente.

─No me interesa cenar hoy. Díganle a mi madre que estoy en huelga ─murmuré cansada y distante.

─Creo que sin importar con quién esté enojada, mi princesa, lo ideal es que coma.

Abrí mis ojos aún más y me giré a verle al reconocer su voz. Era él. Estaba ahí. Estaba en mi habitación, al lado mío.

Me levanté con los labios entreabiertos, caminando hacia él para después enroscar mis brazos en su cuello y abrazarlo.

Me sentí en casa, pero él no me abrazaba.

Lo sentí susurrar en mi oído, poniéndome nerviosa. Sin embargo, lo que decía no era alentador.

─Ruby ─me estremeció por un segundo. Tragué saliva y susurró al fin:─, ¿por qué me marcaste?

Sentí mis pupilas hacerse pequeñas. Mi corazón se detuvo.

─Yo no te...

─Quiero que me cuentes... ─dijo lento, amenazante─ porqué estoy marcado. Y quiero que no omitas detalles.

Todavía sin verlo, sabía que estaba tremendamente serio. No nos apartamos ni un poco, no hubo un solo movimiento. Era como si el viento esperara a que él se calmara para seguir fluyendo.

─Ibas a morir ─le contesté y se alejó de a poco, mirándome─. Pero la marca salva lo insalvable y no podía dejarte morir.

─¿Siquiera pensaste en qué hubiera preferido yo?

─Hubieras preferido morir, pero...

─¿Vivir atado a ti es mejor? ─se acercó de golpe a mi rostro, lleno de rabia. En su cuerpo podía ver las marcas yendo a su cuello, pero no me paré a verlas─ ¿De verdad, ves un esclavo y lo primero que piensas es "wow, de seguro va a adorar tener que estar a menos de diez kilómetros de mí o muere"? ¿Sabes de la ley de veinte acaso?

─Sí, Seth, lo sé, sé que si te alejas...

─Moriré. Ambos lo haremos ─interrumpió callándome─. Estamos literalmente amarrados al otro. Me voy y te enfermarás. Eres prácticamente estéril sin mí y yo sin ti. Nunca, jamás, podré amar a nadie más, pero tú sí, puedes ir, enamorarte, hacer lo que quieras, y solo yo sufriré eso.

Su ceño fruncido me intimidaba. La tensión en el aire era visible. Su pecho subía y bajaba con fuerza.

Y sólo se me ocurrió arruinarlo más.

─¿Entonces me amas?

Su expresión se suavizó, casi amable. Sus hombros bajaron relajados y su frente se calmó también.

Sus ojos me miraron dilatados de nuevo, tomando él mis mejillas en sus manos, acariciando con sus pulgares mis ojeras cansadas.

El pulgar bajó hasta mi labio inferior, tocándolo con amor. Se acercó como si fuera a besarme.

Pero eso nunca pasó.

─Te amaba, pero elegiste tan mal, Ruby ─lamentó. Cuando lo vi con atención parecía tan asqueado que quise llorar─. Me hubiera gustado morirme.

─No podía dejarte morir, no a ti, no puedo. Entiéndeme, por favor ─mis ojos se aguaron y mis manos fueron a su rostro pero apartó la cabeza hacia un costado─. Seth, por favor, entiende. ¿Tú me dejarías morir?

─No ─contestó─. Jamás te dejaré morir, porque ahora si lo haces yo también lo haré, y ni siquiera es por elección mía, es tuya. Si te mueres primero, me moriré a los días o me suicidaré el mismo, porque ya no puedo vivir sin ti, Ruby.

Lo dijo tan rudo, tan lleno de tristeza, de repugnancia.

» Soy tuyo. Me hubiera gustado elegirlo por mi cuenta, pero necesitabas tenerme, ¿cierto? Así son los tuyos, no saben amar y dejar ir. Si sabías que yo no quería vivir atado nunca más, ¿por qué me obligas a una vida de esclavo después de otra? ¿Es acaso algún juego de ironía?

─No, Seth, yo no quería que te sintieras así. Me amabas, ¿cierto? Podemos amarnos ahora, no tiene por qué cambiar nada ─tomé sus manos en las mías, intenté sonreír─. Yo te amo. Quédate conmigo.

Se congelaron los segundos. Setherin sonrió asintiendo.

Creí que estaba feliz.

─Mis compañeros, amigos de la infancia... Todos kovas ─mencionó mirándome a los ojos─, siempre que había una decisión, ¿sabes qué me decían? Ellos querían que hiciera lo que deseaban, ¿pero sabes qué? Jamás me forzaron.

Soltó mis manos.

Se alejó de mí. Caminó hacia la puerta.

─Hace unos días, Alissa, la chica que te tenía tan celosa, me propuso fugarme con ella, y le confesé que la había amado en el pasado ─hizo una pausa─. Y aún así, ella dijo “Elige esto”. ¿Sabes qué dijo Alister hace unos días, en una propuesta igual? “Elige esto”.

Con su lengua empujó la parte interior de su mejilla, gracioso.

» Supongo que sólo los esclavos de tu gente sabemos lo importante que es que nos dejen elegir.

Y abrió la puerta, listo para irse, pero exclamé:

─¡No puedes irte, estamos unidos!

Se detuvo en seco, sin voltear.

─Me quitaré tu estúpida marca del cuerpo. Encuentra a otro idiota al que enamorar. Tal vez puedas buscar en la división Ópalo. Escuché que son dóciles.

Y se fue, dando un portazo en la entrada de mi habitación.

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De oro y bestias© | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora