26 | Leales a los kova

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Un dolor agudo secuestró mi cuerpo. Todo sucedió demasiado rápido. Volvió la persecución, y sin lluvia pero con dificultades para caminar en el barro, un soldado herido y una princesa prácticamente inútil, esto era caótico.

Fue una gran sorpresa cuando Ruby arrancó la espada de mi cinturón y la empuñó atravesando a un soldado que venía a atacarnos. Haelon cayó, y yo con él, pero mis ojos estaban sobre ella.

─¿Quién es tu dueño? ─preguntó desesperada.

«Dueño», me repetí en mi cabeza, «Entonces él es un kova».

En el desastre que sucedía alrededor supuse que no había tenido tiempo de analizar sus latidos, pero era eso, uno de los míos, casi que una mascota, seguro de Ámapol. ¿O de Memphris? O hasta de Cratano, no teníamos noción de nuestra ubicación.

Otra espada sobre ella, de pronto vi lo útil que había sido que le enseñaran a cuidarse sola. Me giré a Haelon, solo por un segundo.

─No, no, ey ─comencé a murmurar cuando mi corazón empezó a latir más rápido, viéndolo desvanecerse. Poco a poco cerraba los ojos, golpeé despacio sus mejillas─. Haelon, ey, no le hagas esto a tu padre. ¿Me oyes?

No me podía concentrar, había demasiado ruido alrededor, demasiada llovizna, demasiadas espadas.

No escuchaba sus latidos, así que acerqué por primera vez mi oreja a un pecho y cerré los ojos.

─Vamos... Vamos... ─susurré, buscando uno, solo un latido.

Y ahí, como escuchando mi súplica, sonaron tres.

Me despegué de él, sonriéndole. Él abrió los ojos un poco, intentando analizarme.

─Es muy importante... ─comenzó a decir con la voz rasposa─... Es muy importante que Génin y Ábaden sepan que los amo.

Asintió despacio, y así como volvió a abrirlos, cerró los ojos por última vez.

Intenté despertarlo, intenté mover su rostro, pero había dejado su último aliento en ese páramo. Pensé rápido, no podía cargarlo hasta el campamento, mucho menos hasta el castillo, pero tampoco podía dejarlo ahí.

Mi corazón se aceleró por la ansiedad. Él había muerto, como muchos otros kuviros delante mío.

¿Por qué dolía tanto entonces? ¿Por qué una pequeña lágrima amenazaba con salir? ¿Por qué me estrujaba tanto el pecho?

Ni siquiera lo pensé cuando tomé el amuleto que traía en el cuello, susurrándole a su valiente cadáver:

─Ellos sabrán que eres un héroe.

Me puse el collar en el cuello, tal y como él lo había traído minutos antes, y me levanté de un tirón, listo para la pelea. Tomé la espada del cuerpo de Haelon, sintiendo la adrenalina. Ellos también traían armas de fuego, pero no aprendería a usarlas en ese momento. Vi la inscripción tallada en la hoja, casi por una eternidad, pero fue realmente un segundo.

POR LAS ALMAS DE LOS DORADOS

Y al voltearla por instinto, la inscripción decía algo que me dejó desconcertado.

Y POR LAS DE LOS OSCUROS QUE NOS PROTEGEN

─Juraron lealtad kova ─murmuré─. Ellos... Ellos son kuviros leales a los kova...

Y en mi confusión, solo oí como la espada atravesaba ese tórax y mis oídos se taparon por el grito de la princesa.

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De oro y bestias© | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora