33 | Alister (parte 1)

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ALISTER
DÍA UNO

Estaba nervioso. Me sudaba la mano.

«No es para tanto, solo vas a acompañarlo en su recuperación. Recuerda lo que dijo Durán: es una misión, Alister» Me dije en mi cabeza.

Durán me había contado de la situación y me había pedido que, como un viejo amigo, le hiciera compañía unas horas al día por un par de semanas.

No debía de sentir nervios, éramos eso: viejos amigos. Además, eso sería actuar erróneamente. Seth no me veía así, Seth me percibía como alguien centrado y valiente.

Tomé el pomo de la puerta y me decidí a abrirla, sintiendo el frío desvanecerse cuando pasé sin tocar y cerré detrás de mí. Era una cabaña a las afueras de Cratano, y veía mucho vapor en el aire ahí dentro.

Vapor.

Mis sospechas sobre el origen de ese vapor se confirmaron cuando, por el ruido que hice, un Setherin muy húmedo abandonó lo que supuse era el cuarto de la bañera con una tela alrededor de su cadera.

Me miró ahí, mojado, con el ceño fruncido. Su cuerpo estaba lleno de heridas, cada ciertos centímetros de su marca había una cortada suturada y algunas todavía sangrando, aún si llevaba días recuperándose.

Tragué saliva. Sentí un calor subir.

Sentí muchas cosas subir. ¿Mis nervios? En las nubes.

─¿Alister? No te esperaba, creí que Durán iba a mandar algo así como un cachorro cuando habló de “hacerme recibir compañía agradable para no estar decaído” ─pensó en voz alta, o eso parecía, y hablaba acercándose a mí─. ¿Qué haces aquí?

─Sorpresivamente atractivo...

─¿Qué?

─¿Qué? Tu hogar, ya sabes ─desvié la mirada─. ¿Puedes ponerte algo, por favor? Distraes, amigo.

─Oh, ¿sigues enamorado de mí? La otra vez, creí que hablábamos en pasado...

Bajó la mirada, como un joven confundido que se hace el distraído. Bufé, dejando las bolsas que traía en ambas manos en la mesa de madera en medio de la sala.

─Sí lo hacíamos ─dije firme─. Me distrae pensar en que me mandaron a cuidarte y ni siquiera te proteges del frío. ¿Estás al tanto de que tu cabaña está cubierta de nieve, rodeada de nieve y construida sobre la nieve?

─No siento frío. Dijo Durán que por unas semanas sentiré el calor de Ruby sobre mi cuerpo, ya que ella desde que fue transformada en félara irradia calor ─explicó rascando en donde le estaban creciendo patillas─. La siento muy cerca.

Lo que decía me revolvía el estómago.

Él habrá notado mi expresión de disgusto, casi invisible según yo, porque cambió el tema y se dispuso a abrir las bolsas, soltando la toalla y dejándola simplemente atada en un nudo a su cuerpo. Sentí su cercanía cuando estuvo a centímetros de mí.

Sí estaba bastante tibio. Saber que era por ella...

Se giró y quedó su rostro demasiado cerca del mío, acercó su mano a la nieve que había caído en mi abrigo, sobre mi hombro, seguro por una rama.

De oro y bestias© | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora