Cuando llegué al pueblo fui cerca del salón, las chicas de la puerta me saludaron felices y me señalaron los hombres que necesitaban trabajo.
Les di las gracias y les recordé que el jueves las esperaba por la tarde, me despedí de ellas y fui a hablar con ellos.
Como siempre, todos rehusaron, por miedo al señor Jones.
Resoplé frustada. Este hombre quería que me arruinara, por la mierda de capricho sobre mis tierras.
Decepcionada fui a buscar mi caballo, se me acercaron dos chicos negros, jovenes, pero de constitución fuerte.
Para mi asombro, me pidieron trabajo a cambio de comida y techo.
Nadie quería contratarlos por su color y tenían mucha hambre, así que habían perdido el miedo al señor Jones, porque no tenían donde caer muertos.
Me quedé asombrada, el hambre tenía más poder que el miedo.
Sin pensarlo le dije que el trato me parecía estupendo, aunque tendrían que dormir en el establo, ellos aceptaron sin pensarlo.
Les indiqué donde quedaba Little O'Neill y que los esperaba esa misma tarde, para enseñarles donde trabajarían y alguna tarea que necesitaba en la casa.
Así fue como, por fin, después de un año conseguí dos jornaleros jóvenes.
Principios Junio 1844
Con el tiempo, demostraron con creces ser aptos para el trabajo. Si necesitaban algo de la casa, tenían que esperar a que se les diera permiso para entrar.
No tenía problemas con que fueran negros. El problema era que no quería que nos pillaran dándonos besos o muestras de cariño.
A la hora de las comidas, tenían que asearse antes de entrar. No quería que Abby me regañara porque entraban sucios y ella se pasaba todo el día limpiando y cocinando.
Les di la ropa de mi difunto marido, la arreglé a sus medidas y les hice tirar los harapos que llevaban puestos.
Ellos estaban más que felices con todo. También les di mantas para que no tuvieran frío y construimos juntos una pequeña valla con madera para separar el caballo, el asno y la vaca, de su zona de dormir.
Gracias a que tenía jornaleros, pude estar más tiempo con Abby.
Me dediqué a ayudarla en la cocina y limpiar. Además de tener más tiempo para coser, tanto para las chicas, como para la sorpresa que tenía para ella.
Desde que hablamos, habíamos dormido juntas, me sentía tranquila entre sus brazos.
Días después, Abby traspasó sus cosas a mi cuarto, ya que era más grande y estaríamos más cómodas, el suyo lo usamos para guardar las conservas para el invierno.
Una noche me desperté por culpa de una pesadilla, no recuerdo sobre que trataba, pero si sentí la angustia que me dejó.
Abby abrió los ojos y me encontró respirando agitada y con la frente sudada. Se incorporó y me abrazó, mientras me acariciaba la espalda.
- Estoy aquí, mi pequeña Petirroja - susurró hasta que mi respiración se tranquilizó
- Voy tomar un poco de agua, sigue durmiendo - dije dejando un pequeño beso en sus labios
- ¿Segura? -
Asentí y me levanté a buscar el agua. Me congelé en mi sitio cuando escuché un ruido fuera de la casa.
Abby me miró preocupada.
- Voy a ver... -
Ella se levantó y se acercó a la cómoda
Abby sacó su pequeño revólver guardado entre su ropa y me acompañó a buscar la escopeta de Rowan, que tenía al lado de la chimenea.
No es que yo fuera una gran tiradora, pero guardé la escopeta por seguridad.
Cuando la tuve en mis manos, le pedí a Abby que volviera al cuarto y que me esperara alli. Ella se negaba pero ante mi insistencia, finalmente me hizo caso y me pidió que fuera con cuidado.
Me acerqué a la ventana que daba a la entrada del rancho y me agaché, aparté un poco la cortina y vi una sombra que iba a hurtadillas en dirección al establo.
Reconocí la silueta de Brit, el jornalero más joven.
Suspiré aliviada, pensaba que era cualquier esbirro de Jones, que venía a fastidiarme.
Aún así me llevé la escopeta a la habitación, pensé que no estaba de más.
Me encontré con Abby sentada en la cama, con su pequeño revolver en la mano y su rostro lleno de preocupación.
- Tranquila, era Brit. Mañana hablaré con él - expliqué a Abby.
Ella suspiró aliviada, guardó el revólver en su sitio y me abrazó.
- Volvamos a la cama - dijo mientras me agarraba la mano y me conducía a nuestra cama.
Mañana tenía que averiguar que mierdas hacia ese chico tan tarde.
Me abracé acurruqué a Abby y nos volvimos a dormir.
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Me desperté cuando noté que besaban por el rostro y sonreí con los ojos cerrados.
- Buenos días, mi amor - se me escapó y abrí los ojos asustada
Abby había parado de darme besos y me miraba sorprendida
- ¿Como me has llamado? - preguntó
Yo notaba como las mejillas me ardían, pero no había vuelta atrás. Intenté tragar el nudo que notaba en el cuello...
Abby sonrió y entonces entendí que me estaba tomando el pelo y que el calificativo que había usado le gustaba.
- Me has asustado... - dije haciendo un puchero
Ella sonrió más y me quitó el puchero con un beso.
- Me encanta que te dejes llevar - dijo devolviendo el beso
La rodeé entre mis brazos para profundizar y nuestras lenguas entraron en juego.
Luego nos separamos para recuperar el aire.
- Mi amor... - repetí acariciando su mejilla y pasando mi pulgar por sus labios.
Ella suspiró y pude notar su felicidad
- Tienes que hablar con Brit de lo de anoche... -
Me dejé caer en la cama soltando un bufido frustrado y ella se empezó a reír
- Te recuerdo que eras tú la que no se sentía preparada, así que ahora no te quejes y levántate que tienes trabajo- dijo dándome un último beso y levantándose para vestirse
Me levanté detrás de ella y la abracé por la espalda.
- Podemos decir que estoy enferma y tienes que cuidarme - susurré mientras dejaba besos por sus hombros y cuello.
- Me gustaría mucho mi pequeña Petirroja, pero guarda esas energías para la noche... - dijo entre suspiros
Se dió la vuelta, me besó, se separó de mi, para acabar de asearse y ponerse su ropa.
- No me enamoré de una holgazana... - soltó sin mas
Vi como sus mejillas se encendían
- ¿Estás enamorada de mi? - pregunté sonriendo hasta que me dolieron las mejillas
Ella asintió avergonzada
- Desde que te vi el día en que llegaste a la ciudad... - dijo como si fuera una confesión
- Pues no te desenamores, que tu Petirroja, no es una holgazana... - le di un casto beso y me vestí rápido
Antes de salir me giré y aún me estaba mirando
- Por cierto... Yo también estoy enamorada de una gran mujer que por fin me hace sentir completa -
Abby sonrió como una niña y acabó de vestirse para preparar el desayuno.
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El Rancho de los Sueños
Historical FictionPrincipios del s. XIX 1839 en un pequeño pueblo de Irlanda, se encontraba un joven matrimonio. Eran pobres, pero se amaban y sabían que saldrían adelante. El sueño del hombre era poder llevar a su esposa al nuevo mundo, porque la gente decía que er...