Soy descendiente de una madre soltera, una mujer fuerte que junto a su mejor amiga, forjaron una fortuna y se hicieron un nombre en un mundo donde los hombres mandan.
Me llamo Maeve. A mi bisabuela Kiara Brown, le pareció el nombre perfecto para mi. Le dijo a mi madre que cuando fuera mayor lo entendería.
Normalmente las mujeres adoptan el apellido de su marido, pero en mi familia se realizaba del revés, ya que el apellido Brown es muy importante en el mundo textil.
Mi historia empieza con un matrimonio concertado. Mi padre, un hombre muy exigente, pero derrochador de fortunas, me prometió con un joven emprendedor de mi edad.
A mi siempre me pareció sospechoso, que mientras la economía se hundía, mi prometido, se enriquecía.
El resumen es que mi padre, necesitaba dinero, para sus vicios y de paso se libraba de mi. Su final fue como su vida. Murió solo, apuñalado en un callejón, pero su muerte fue una ventaja para mi, porque recuperé la empresa de mi bisabuela.
Me negué al enlace, pero en aquella época, mi palabra o la palabra de cualquier mujer, no valía nada.
Mi matrimonio duró dos años, en ese tiempo fui feliz, porque mi marido, casi nunca estaba en casa. Para él, lo más importante era el dinero y cuánto más conseguía, más quería. Lo del matrimonio, era secundario.
Se casó conmigo, porque era lo que había que hacer...
Para mi, en cambio, significó huir de mi padre, igual que lo hizo mi madre en su momento y por lo que sé, fue muy feliz lejos de él.
El punto negativo, era que tenía que ejercer el papel de esposa de vez en cuando y eso para mi, era un suplicio
Evidentemente en esos momentos actuaba, porque no disfrutaba. Por suerte, no había muchos de esos momentos.
Mi vida se basaba, en no moverme de casa y siempre estar lista para las reuniones que mi esposo celebraba, para sus socios y las familias de estos.
Mi marido me hizo estudiar enfermería e idiomas.
Lo de los idiomas era útil, para poder hablar con las mujeres de sus socios, mientras ellos se iban al salón a beber y fumar puros.
Así que después de todo, aprendí, alemán, italiano y español. A parte del irlandés que lo hablaba con la bisabuela.
De todos los conocidos de mi marido, entablamos relación de amistad, con un matrimonio peculiar.
Un español casado con una alemana. Ella salió de su país con sus padres, que eran refugiados políticos.
En España conoció a su marido, pasados los años, viajaron a América para emprender una nueva vida.
La relación de amistad mejoró, porque ella y yo, al estar nuestros maridos fuera de casa, nos hacíamos compañía y mejoró, cuando nacieron, nuestros hijos.
Salíamos a pasear por Central Park, todas las tardes y después merendabamos en la pastelería de la 7° avenida.
Una tarde me llamó mi marido, diciéndome, si Astrid y su hijo, podían quedarse a dormir en nuestra casa, porque él y Guillermo, tardarían en llegar.
Le dije que ningún problema y Nani (nuestra criada), lo preparó todo.
Le dije a Astrid, que ya que nuestros maridos nos habían dejado solas, podríamos hacer una pequeña fiesta en nuestro honor, cuando los niños estuvieran dormidos. Nani lo dispuso todo y después, al ver la hora, le dije al chofer que la llevara a su casa.
Astrid y yo nos quedamos solas. Cenamos tranquilamente, mientras de fondo sonaba un disco.
Recogimos la cocina y fuimos al salón, nos llenamos unas copas de ginebra, fumamos y charlamos de todo y nada. Ya eran pasadas las doce y nuestros maridos, no daban señales.
Nosotras sin preocupación alguna, ya estábamos un poquito ebrias y entre risa y risa, Astrid me besó en los labios.
Fue un beso pequeño, pero sentí tanto y todo a la vez ...
Mi cuerpo no respondía a mis órdenes, mi corazón se aceleró y no se como, mis manos, se posaron en sus mejillas y le devolví el beso.
De repente, tuvimos un "flash" y nos separamos bruscamente.
Nos miramos a los ojos, ví un brillo maravilloso en sus ojos azules, pero también ví miedo. No nos dijimos ni una palabra.
La acompañé a la habitación de invitados y después, me dirigí a mi cuarto
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El Rancho de los Sueños
Historical FictionPrincipios del s. XIX 1839 en un pequeño pueblo de Irlanda, se encontraba un joven matrimonio. Eran pobres, pero se amaban y sabían que saldrían adelante. El sueño del hombre era poder llevar a su esposa al nuevo mundo, porque la gente decía que er...