Lección

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No pude dormir, solo podía abrazar a Abby que dormía intranquila.

- no me toques desgraciado... - decía Abby en sueños

- Shh... Soy yo mi amor, tranquila - respondía dejando un beso en su frente, hasta que mi compañera abría los ojos, me miraba, me abrazaba fuerte y se volvía a dormir

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Cuando amaneció, dejé un beso en su cabeza y fui a buscar los utensilios para curar su rostro y cuello.

Le puse desinfectante con el máximo cuidado posible, mientras soplaba para que escociera menos.

La ayudé a lavarse y le expliqué que había quedado con Jones.

Ella me abrazó y besó mis labios.

- No te vayas, por favor... - suplicó

- James estará abajo, volveré enseguida, no quiero que quede impune - expliqué acariciando su rostro con cuidado

Le di un poco del licor casero del señor Smith y la recosté en la cama.

- Cuando despiertes, estaré aquí, te amo - dije dejando un beso en su cabeza, ella suspiró a modo respuesta.

Descubrí que la botella que me regaló el tendero era tan fuerte que podría tumbar a 100 hombres. Un pequeño sorbo fue suficiente, para que Abby se durmiera enseguida.

Cuando bajé, James estaba retirando la cafetera del fuego, me sirvió una taza y le di las gracias.

- ¿Así de mal ha pasado la noche? - dijo tomando un sorbo del café.

No era necesario que respondiera.

- Me voy, cuidala por mi, regresaré antes del almuerzo -

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Bajé al pueblo al galope, tenía prisa por darle una lección a ese malnacido.

Le ofrecí unas monedas a un chaval del pueblo, para que le diera de beber al caballo y lo cuidara.

Fui a ver a la señora McGregor y le expliqué que había dejado de sangrar, la mujer se alegró mucho, me pidió que vigilara y con vergüenza fingida le dije que no podía vigilar los bajos de mi amiga. La mujer mayor se rió y me dijo que no era necesario, que Abby podía vigilarse sola y cualquier cosa que acudiera a ella.

Entré en el salón y me di cuenta de que en la barra se encontraba una de las chicas, que me sonrió a modo de saludo. Varios hombres me preguntaron por el estado de Abby, les expliqué que había pasado mala noche, pero a parte de la hinchazón de la cara, parecía estar mejor.

Me pedieron que le diera saludos y les agradecí la preocupación.

Jones se acercó a mi y me ofreció su mano enguantada y me sorprendió.

- Buenos días señorita O'Neill, que gusto verla tan temprano - dijo con una sonrisa sincera

- He venido por una rata... - le respondí

- Esos bichos se cuelan por todos lados... -

Seguí a Jones a caballo hasta las afueras de la ciudad. Luego se desvió del camino y nos metimos en el bosque, hasta que se paró, bajó de su caballo y yo lo imité.

- Tenemos que seguir a pie unos metros, ya casi llegamos - explicó Jones

Pasados unos minutos Jones se detuvo y me miró

- Tengo que preguntarle algo... -

Lo miré intentando averiguar que pasaba por su mente

- ¿Que hay entre ustedes? -

El Rancho de los SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora